Cómo motivar a tu equipo de trabajo
¿Sentís que tu team de trabajo está un poco letárgico? Herramientas para renovar su compromiso y entusiasmo.
Muchas veces, las personas de tu equipo te plantean que no tienen un plan de crecimiento, que se sienten frustradas, que el sueldo no es suficiente.
Como jefa, caés en la tentación de escudarte creyendo que el mundo ideal sería que la empresa te diera todas las herramientas necesarias (o las que vos considerás ideales) para poder mimar al empleado, darle posibilidades, premiarlo, y corrés el riesgo más grande: ceder tu rol.
Es hora de que empieces a pensar:¿qué depende de mí como jefa?, ¿cómo logro generar herramientas para motivar a mi equipo?, ¿cómo consigo un bienestar laboral, mejor clima y, por ende, más eficiencia?
Cada empleado es un mundo
Por supuesto que una remuneración justa es importante para todo empleado, pero no es lo único. Entonces, es clave que te enfoques en lo que verdaderamente motiva a las personas de tu equipo. Asegurate de conocer a cada uno de los integrantes de tu staff. ¿Qué les importa de su trabajo, qué los entusiasma? Conversá con cada uno de los integrantes, dales el espacio, conocelos. Con solo preguntar qué es lo que esperan realizar en el trabajo, vas a descubrir un universo muy rico en cada uno de ellos. No todos esperan obtener lo mismo laboralmente: algunos van a querer crecimiento profesional, otros van a buscar reconocimiento o mejor balance entre su vida profesional y personal. Aunque parezca algo simple, tener el mapa de lo que espera cada uno de los integrantes modifica radicalmente el bienestar de cada uno y del equipo y te orienta para ayudar a que lo alcancen.
¿Qué hacer?
1. Darle lugar a la habilidad: tener a alguien poco preparado en un puesto clave es tan catastrófico como tener a alguien muy capacitado haciendo tareas demasiado simples. Si notás que alguien tiene iniciativa y es capaz de realizar tareas desafiantes, no lo abrumes dándole una tarea rutinaria y repetitiva que no implique creatividad: generale buenos desafíos. Cuidá que todas las personas sean las adecuadas para su puesto. Para lograrlo, es fundamental que converses sobre su desarrollo, eso te enfoca para poder prepararlos en su crecimiento dentro de la empresa. En cada conversación que tengas con cada integrante del equipo, asegurate de entender en qué le gustaría formarse y cómo ayudarlo. Un buen líder potencia sus conversaciones cuando logra ser un puente entre aquellas acciones que generan una ventaja para la compañía y la realización del deseo individual. Cuanto más logres ampliar esta intersección, más posibilidades y motivación vas a conseguir.
2. Fomentar nuevas habilidades: muchos líderes subestiman la importancia de destinar tiempo para capacitar y resolver las dudas de las personas de su equipo. ¡No asumas que ya lo saben todo! Pasá tiempo con ellos para revisar los proyectos, establecer los objetivos y definir qué herramientas necesitan para alcanzarlos. Cuando sea la hora de planificar un objetivo, involucralos, compartí con ellos el qué hay que alcanzar, pero probá construir el cómo en conjunto. Sabemos que el “qué” no es negociable, pero el “cómo” puede tener muchas variantes, y no siempre vos tenés la única forma de alcanzarlo. Compartí el qué y hacé el ejercicio de construir el cómo en conjunto.
3. Comunicar el plan: especificá periódicamente con cada uno de ellos los resultados que esperás. No lo hagas solo cuando alguien se incorpora a tu equipo o cuando la organización te lo pide “formalmente” en las evaluaciones de desempeño. Es clave que te reúnas con cada miembro de tu equipo para establecer qué esperas de su desempeño y cuál es el impacto que tienen sus acciones en el objetivo final. Asegurate de darles sentido a sus acciones. Para un empleado, nada puede ser peor que no tener idea de cuál es su rol en una empresa.
Reunite con ellos con frecuencia para asegurarte de que se sienten contentos con lo que hacen. Eso sí, asegurate de generar la empatía suficiente para que se sientan cómodos de hablar con vos de lo que sea que los incomode.
4. Reconocer y desafiar: todos necesitamos una palmadita en la espalda de vez en cuando para tener ánimos de seguir adelante. No pierdas la oportunidad de hacerlo, valorá tanto el esfuerzo como el resultado. Si valorás el esfuerzo, a la larga habrá resultados; en cambio, si valorás únicamente el resultado, a la larga dejará de haber esfuerzo. Siempre enfocá en lo bueno que está haciendo cada persona en el trabajo.
Además, no pierdas la oportunidad de dar feedback sobre las oportunidades de mejora. No darlo es egoísta, decirle lo que no tiene hoy pero un día va a necesitar para crecer te fortalece como líder y motiva a la persona.
De esta manera, probablemente seas una jefa que deje una huella en su crecimiento personal y profesional.
5. Dar autonomía: pedirles reportes diarios o tener reuniones a cada rato reducirá drásticamente sus ganas de trabajar. Tené cuidado de no caer en el error de controlar todo con la excusa de que todo “salga perfecto”. Lo único que lográs es el efecto contrario: el equipo se siente asfixiado, desmotivado, y a vos te desenfoca de tu tiempo para realizar acciones que sean más valoradas. Si anulás su autonomía y hacés a tu gente dependiente de vos, ambas se limitan el crecimiento. Podés pautar dos reuniones semanales en las que puedan ir resolviendo dudas y proyectando acciones futuras. Con eso evitás la costumbre de que te pregunten todo antes de ellos tomar el riesgo, empoderás sus decisiones y tenés más tiempo para enfocarte en cosas más estratégicas que agreguen valor.
En la medida en que tu equipo se inspire, vas a vivenciar un efecto boomerang y terminar vos más motivada.
Dale prioridad
Cuando pensamos en motivación, caemos en la confusión de pensar en motivación como “causa de...”.
Muy por el contrario, la motivación es un resultado de las cosas que hacés día a día como líder, porque –ya lo sabés– vos podés motivar o desmotivar. De vos como jefa dependen el reconocimiento, el desarrollo de tu equipo, la buena comunicación, el vínculo que entables con tu gente. Como resultado de todos esos factores, generás motivación o desmotivación en tu propio equipo. Tenés mucho por hacer, no te rompas la cabeza pensando en acciones súper complejas y extravagantes, creyendo que la motivación surge como por arte de magia. Buenas acciones, concretas, chiquitas, pero, sobre todas las cosas, consistentes y que se sostengan en el tiempo, son muy potentes y logran generar confianza y motivación en cada integrante. •
¿Cómo hacés para motivar a tu equipo? ¿Qué aprendiste de estas estrategias? También leé: Qué digo y cómo lo digo: aprendé a comunicarte con los demás sin errores y Vocación verde: cursos y carreras ecológicas.
Experta consultada: Andrea Churba, nuestra especialista en coaching laboral, creadora de Business Therapy.
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