Cirujismo: el teatro nos libera
Es difícil determinar cómo el arte se introduce en nuestra vida, pero su presencia es alimento y es una vía que nos libera y permite expresar lo que llevamos dentro. En mi casa hubo muchos estímulos artísticos. A papá le encantaba leernos cuentos y pronto aprendimos a leer. Con mamá ellos tenían una colección de folklore, tango y románticos latinos entre los que recuerdo haber escuchado a Julio Iglesias y Sergio Denis. Mis hermanas mayores (¡gracias por eso!) me legaron la música clásica, algo de rock en inglés y en español, que después aprendí a buscar en la radio por mis propios medios. También me conectaron con las películas que creaban mundos de fantasía, con extraterrestres que buscaban su camino a casa o adolescentes que querían volver al futuro.
Pero mi acercamiento al arte no fue tan activo como me hubiera gustado, fue más de espectadora. Recién me encontré con el baile durante la adolescencia, cuando sentí que el movimiento me ayudaba a catalizar mis emociones. Al teatro no llegué, quedó en algún intento, una escuela en la que probé suerte y no ingresé, un taller que abandoné después de unos meses, una materia de la carrera de Locución. Fue una cuenta pendiente, un deseo lejano que había olvidado hasta que se presentó la oportunidad.
Este año Cirujismo llegó a mi vida y empecé a esperar cada clase con ganas porque además de divertirme, siento que es un lugar en el que puedo expresar cosas que están guardadas. Cirujismo proviene de “ciruja”, un término con el que Juan Vautista, su creador, describe lo que hizo después de deambular por escuelas de teatro y no encontrar una que englobara todo lo que él buscaba, un lugar de experimentación sin directores que moldearan a las personas a su gusto y semejanza, ni a-lumnos clonados sin tener en cuenta sus propias necesidades.
-Me encontré con profesores que dirigían y maltrataban, que se metían con cosas de nuestra vida privada, que no nos contaban cómo se enseñaba adentro antes de pagar, o por ahí pagaba un montón y el profesor titular venía una vez cada cuatro meses. Tenía muy claro que había cosas con las que no comulgaba pero era consciente de que iba a la escuela a sacar una perla. “Si este tipo está acá es por algo, tengo que entender por qué ocupa este lugar en la historia del teatro”.
El trabajo que hacía Juan -actor, escritor y director- cuando tomaba castings lo ayudó a delinear lo que quería. Con el alumno enfrente tenía la oportunidad de anotar lo que ellos veían y lo que no en cada escuela de teatro. Así armó un banco de datos de la enseñanza de Buenos Aires. Pero lo que terminó de definir su método fue su participación en la dirección y producción de la película "La Educación Prohibida", que cuestiona el sistema de educación tradicional y generó mucho interés a nivel mundial.
-Cuando empiezo a trabajara con la educación de los chicos me enfrento a la idea de que todo lo convencional de la educación hace que una persona no sea ella misma, esté uniformada. Pero si lo aplicas al revés, la persona descubre su propio lenguaje, y nunca va a ser igual a otra.
Ese fue el inicio de Cirujismo, en 2007: un profesor con una escuela itinerante, y un método que contenía desde el naturalismo al expresionismo pasando por el grotesco, el clown y la caricatura. Un modelo integrado donde la persona pudiera descubrirse al pasar por todas las disciplinas posibles.
-La sorpresa mayor para mí no fue el resultado artístico. En las clases, la cabeza participa poco, no funciona, no le das tiempo porque vos ponés las emociones en actividad orgánica sin que la razón manipule todo. Enseñar de esta manera iba provocando con mayor fuerza, que la gente cada vez pudiera mentirse menos a sí misma, que es más importante que descubrirse. Al perder el control, la persona por ahí sale de la clase más liviana, pero va a tener una repercusión en los días siguientes. Está jugando con fuego, con su verdad, con sus herramientas.
-¿Cuál es tu tarea?
-Si yo tuviera que decirte lo que siento como mayor responsabilidad, como docente en este espacio, no es lo artístico, es lo que les pasa afuera de acá, y que tengo que estar re atento a cómo lo viven, dónde hay que hablar con alguien aparte, dónde tenés que pensar un ejercicio tres veces específicamente para una persona. Implica un acto de amor, un trabajo extra. Dar una clase a veces requiere una exigencia terrible, con la cabeza cien por ciento puesta ahí, en lo que hacen o cómo se muestran.
Socios en la aventura
Cirujismo comenzó a crecer, Juan Vautista alquilaba salas y se armaban espectáculos. Hasta que empezó a fantasear con la idea de tener un espacio propio. Entonces aparecieron los socios espontáneos, Lucas Ghiglione y Juan Augusto Uceda Vargas que ya eran alumnos y tenían algunas tareas más definidas, los dos se entusiasmaron con la idea de dar un paso más en el vínculo con el teatro.
Juan Augusto Uceda Vargas es de Perú y llegó al teatro de chico, en el colegio. Fue durante un tiempo con un profesor, después practicó en otra escuela, pero recién con Juan Vautista sintió un cambio importante.
-Al ver lo que hizo en teatro en mí, y en otras personas, entendí que siempre con el arte podemos ser lo que realmente somos y queremos hacer. A mí me sacó muchas estructuras, me abrió la cabeza. En mi familia soy el que más pensamiento abierto he tenido pero el teatro me quitó prejuicios, y me cambió todo tipo de relaciones. Empecé a vivir de distinta forma las cosas. Más de adentro y menos de lo conceptual, impulsado por la educación. Tener un espacio con esa finalidad fue lo que más me motivó para querer formar parte.
Augusto, al igual que Lucas, es contador y trabaja en una cadena de ropa, pero en Cirujismo se encarga de la parte técnica, la iluminación, el sonido. Está en la organización de los shows, la programación, a veces en la asistencia de dirección.
-Es un desafío y un aprendizaje constante. Además me encanta actuar, lo sigo haciendo. Nunca me había dado cuenta de lo importante que es la luz, hasta que lo estoy experimentando ahora, es un mundo. La imaginación se potencia muchísimo con herramientas externas más allá de tu propia creatividad.
A Lucas Ghiglione siempre le gustó el teatro, era el payasito del grupo y todos le decían que tenía que hacer teatro pero nunca lo vio como algo posible, tampoco la familia ayudaba, así que estudió en la universidad y se fue de Luján a Capital para trabajar. Empezó a estudiar en una escuela hasta que conoció a Juan por recomendación de un amigo y su entusiasmo fue contagioso. Decidió quedarse y probar con su método.
-Fue un cambio abrupto, me ayudó a aceptarme a mí mismo en cosas que tenía tapadas. Aceptar a la gente como es, quererlos así y naturalizar las cosas que pasan. Me dio la ilusión de que se puede vivir de lo que te gusta, tanto actuar como estar rodeado del arte. El primer año fui alumno, después asistente dos años, después empecé a hacer la contaduría.
Ambos están en el elenco de Impro Nacional, un show de improvisación y además participan en otros proyectos autogestivos. Como socio del espacio Lucas también está en la parte económica de los acuerdos. Analizar los proyectos para saber si van con la idea del espacio. En el documental “La salud bajo control”, cumplen con roles importantes en la organización financiera y la parte técnica.
Una elección de vida
-¿Por qué una persona que nunca en su vida hizo teatro, que siente que no se va a dedicar a eso, debería actuar?
Juan: Hoy más que nada en las grandes ciudades se vive un estrés diario que puede transformarse en crónico. El teatro ayuda a la persona a conectar consigo misma, eso puede tener funcionalidad terapéutica, no es un tratamiento ni una terapia específica pero puede complementarse y ayuda a que el nivel de estrés baje. Esto no está muy comunicado, la manera que se comunica hacer teatro a nivel publicidad, pone el foco en ser actor. Le privás a la persona de que descubra un montón de otras cosas que te brinda el teatro. En el primer año le pasan tantas cosas a la persona, que no le conviene agregar esa presión en la cabeza, eso es para un segundo o tercer año. Cuando la persona decide profesionalizarlo, ahí la enseñanza cambia.
-Hay personas que tienen un talento innato.
-Y también hay personas que lo tienen y no lo quieren llevar al plano profesional, simplemente les hace bien. La respuesta es que sí, habría que hacerlo, porque está relacionado al equilibrio de la persona y a un estado saludable. Hay lugares en donde ya en la cuarta clase van a con un texto o les hacen marcaciones como director, y es demasiado pronto. En ese paradigma podés privar a la persona de que la persona pueda descubrir que el teatro te puede dar muchas más cosas que el hecho de querer ser actor. Es casi una anécdota circunstancial, es más poderoso lo que te brinda la actuación. Lo del talento o no es muy cultural y subjetivo en función de la mirada del otro. Cualquier persona que se pueda expresar en el arte, trabaje para ser ella misma y pueda expresarse con su propio lenguaje, es talentosa, desde ese ángulo.
-¿Entonces es más importante lo personal?
-La vida no tiene sentido si uno no se descubre a sí mismo. Acá se busca que la gente venga, experimente, juegue, y se descubra sin preconceptos de cómo debe ser algo y sin la presión de querer ser actor. Si quieren dedicarse a eso, lo hacen de manera orgánica, llegan solos a eso.
-¿Cómo se vincula el documental con el espacio Cirujismo?
-Si lo pensamos en términos de lenguaje, artes escénicas es un lenguaje, el cine es otro, en mi caso siempre sentí que soy anfibio y funciono en los dos. Ambos me gustan mucho. Antes hacía más obras de teatro, después dejé de actuar un poco pero puse toda la energía en crear un mi método, además escribía. Con “La educación prohibida”, se enlazaron los dos mundos, el cine ayudó a que el método empezara a cobrar otra forma. Cuando empezamos con “La salud bajo control” se sumaron más personas y le dimos más unidad, eso implica cuidar los espectáculos generados por nosotros, alimentar a un ecosistema donde hay seres anfibios, donde el cine y el teatro están cada vez más unidos y la gente que empieza a formar parte del proyecto se va empoderando, los alumnos proponen cosas para hacer acá y nosotros los apoyamos.
Cerca de cuarenta personas vinculadas con la actuación participaron en "La Educación Prohibida" y varios más se sumaron a "La salud bajo control", el documental que hoy está en proceso de realización, financiado por la gente, del que hablé en este post.
En el espacio cultural hay talleres de actuación para todos los gustos, clases de acrobacia con trapecio y tela para chicos y adultos, y se van incorporando nuevas actividades. Además Juan Vautista está escribiendo una ficción, hay shows de improvisación, se arman obras de teatro, y llegan otras de afuera. La energía es fuerte y se siente, todo el tiempo ocurren sincronicidades de esas que asombran y que marcan el camino. El teatro es una pasión que se respira desde adentro.
Muchas gracias Juan, Lucas y Augusto por la charla tan nutritiva.
¿Practicaron teatro alguna vez? ¿Cómo fue la experiencia? Pueden visitar el espacio Cirujismo en el barrio de Boedo y ver las actividades y fotos en Cirujismo Espacio Cultural
A mí me encuentran en kariuenverde@gmail.com o Kariu en Verde
Abrazo grande.
Kariu
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