Cinco playas patagónicas
1- El Cóndor. El balneario de los loros
Al sur de la desembocadura del río Negro en el Atlántico, el balneario El Cóndor es la playa de los vecinos de Viedma, Carmen de Patagones y las localidades del valle. Se llega por la ruta provincial 1, una de las pocas trazas que bordean el mar en toda la costa argentina. A lo largo de varios kilómetros, sus playas de arena están protegidas por acantilados donde anida la mayor colonia de loros del mundo. Las aves conviven con los veraneantes a lo largo de la temporada, yendo y viniendo desde sus nidos a los campos vecinos donde buscan comida. El Cóndor cuenta con los servicios esenciales necesarios para pasar unos días al borde del mar. Más al sur, a lo largo de la ruta 1 están los rústicos caseríos de La Lobería y Bahía Creek, que también reciben -pocos- turistas en temporada. Son todavía paraísos naturales, donde no se alteraron mucho los paisajes originales. Los acantilados alternan con dunas y las playas, y son el refugio de grandes colonias de aves marinas y lobos.
2 Las Grutas. Mediterráneo en la Patagonia
Pasada la llanura bonaerense los primeros acantilados aparecen en Río Negro, a lo largo de la costa del golfo San Matías, pero es en Las Grutas donde ofrecen el panorama más lindo de la Patagonia. El balneario es sin duda el más famoso de la región. En parte gracias a sus grutas (huecos naturales en la pared de los acantilados) y en parte gracias a sus aguas, levemente más cálidas que en el resto de la costa argentina. Las Grutas explota cada verano en enero y febrero desde hace varios años. Su costanera fue ambientada con paredes y bajadas pintadas de blanco, que invitan a acercarse a un mar totalmente cristalino. Es como si la típica postal del Mediterráneo se hubiese extraviado en el Atlántico Sur. Además, en Las Grutas hay piletones excavados en las rocas que se usan con marea baja y se ofrecen excursiones como experimentar el atardecer en medio de una salina.
3 Playas Doradas. De la mina a la sombrilla
Entre Las Grutas y península Valdés, una zona de anchas playas de arena se convirtió en el balneario del pueblo minero de Sierras Grandes, a sólo 30 kilómetros de distancia. Al igual que Las Grutas, se encuentra frente al golfo San Matías. La particularidad es el tipo de arena, muy finita, compuesta por fragmentos minúsculos de cuarzo que toman un tinte dorado al reflejar los rayos del sol. Sin comparación con la concentración de servicios de Las Grutas, tiene sin embargo un camping, cabañas, casas y departamentos en alquiler. La temporada culmina a mediados de febrero cuando se organiza la Fiesta Nacional de Playas Doradas con recitales y la elección de una reina. El resto del verano, el balneario ofrece un importante surtido de opciones deportivas, desde cabalgatas y caminatas hasta pesca y buceo.
4 Puerto Madryn. Muy natural
La ciudad fundada por los galeses hace más de 150 años no es sólo el punto de partida de excursiones en península Valdés y salidas de avistajes de ballenas. También es la mayor y más completa playa de la Patagonia. Frente a las manzanas del centro y a lo largo de los nuevos barrios, hay lugar de sobra para plantar una sombrilla y estirar una toalla: varios kilómetros de arena. A diferencia de la costa bonaerense, la patagónica asegura una cuota máxima de cielos azules. El sol es abundante, pero también el viento. Por esta razón, las tranquilas aguas del golfo Nuevo se prestan a muchas actividades deportivas como el kitesurfing. La actividad por excelencia es por supuesto el buceo, que le otorga a Puerto Madryn el título de capital nacional de la actividad. La ciudad es también la puerta para entrar a un paraíso natural donde vive una increíble arca de Noé: pingüinos, elefantes, lobos, orcas, delfines y muchas, muchas aves. En cuanto a las ballenas, se van en diciembre y no vuelven antes de abril
5 Rada Tilly. Balneario del viento
Nació como la playa de la localidad petrolera de Comodoro Rivadavia. A medida que fue creciendo se convirtió casi en uno de sus barrios, aunque conservó su fisonomía de pueblo playero. Su playa es ancha y protegida entre dos altos cerros que la delimitan. El más espectacular es la Punta del Marqués, que forma como la proa de una gigantesca nave de rocas lista para zarpar en las olas. Es una reserva natural donde abundan grandes ostras fósiles y un punto panorámico para ver desde las alturas todo Rada Tilly y la costanera de Comodoro. Aunque haya algunas playas en Santa Cruz (como Puerto San Julián) el pueblo defiende su título de balneario más austral del Atlántico Sur. El ancho de su franja de arena y los vientos -que son casi constantes- la convirtieron en el lugar ideal para practicar carrovelismo, una actividad que se transformó en su principal rasgo distintivo.
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