Bumble: después de Happn y Tinder, conocé la app de citas en la que las mujeres toman la iniciativa
LA NACION
En Bumble la conexión con él depende de vos. Endulzalo o sacalo zumbando.
Seamos sinceros, a nadie le gustan los mensajes babosos ni las conexiones que no llevan a ningún lado", leí por ahí, y sentí que me hablaban a mí, directo. No era ni un meme ni un tweet, sino el mensaje de inicio de Bumble, una aplicación de citas con un ligero ajuste: acá solo las chicas podemos iniciar la charla.
Bumble fue fundada por Whitney Wolfe, cofundadora de Tinder, que buscó con esta aplicación crear un espacio donde las mujeres se sientan seguras. Según Wolfe, la app se funda en el respeto, y con este mismo criterio incluyeron otros servicios además de su plataforma de citas Bumble Honey: están también Bumble BFF, que usan las personas que quieren buscar amigos, y Bumble Bizz, orientada al match y el networking laboral.
Alguien que podría llamarse Juan –todos los nombres en la nota son ficticios– me dijo, charlando en la app, "abajo el patriarcado", y me zambullí en otras épocas, cuando eran ellos quienes debían invitarnos a bailar o a salir, como si fuese ley o una norma cultural autoimpuesta, como si decir "me gusta" estuviese mal cuando viene de la boca de ella...
En Bumble, a partir del match, tenés 24 horas para abrir el diálogo con un hombre, y él no puede demorar más que eso en responder porque si no, caduca la conexión y con ella, cualquier posibilidad de conocerse. Esta es una enorme diferencia con las otras apps de citas y parece muy buena para cortar las vueltas (¿la histeria?).
CAMBIA EL PATRÓN
"Me parece perfecto que exista una app, pero también estaría bueno que esto se reflejara en la vida real, que la mujer tomara la iniciativa y tuviera la libertad de elegir si dar o no el primer paso", agregó Santi, otro usuario de Bumble, y yo oí al prejuicio sonreír sin criterio. Parece que la igualdad aún naufraga entre extremos, o nosotras o ellos, sin anclaje. Y yo me pregunto si acaso no podrán acortarse esas distancias, aniquilar los prejuicios (¿los miedos?).
"Apoyo toda apertura y flexibilización en los vínculos", insistió Santi, y me pareció que ahí nos estábamos –por fin– entendiendo. Porque apenas se trata de eso: ni adelante ni detrás, en la misma línea, codo a codo con ellos. Me alegró saber que los hombres también defienden la igualdad de género.
"El feminismo es igualdad de derechos. Para recordarlo, siempre hay medidas de emergencia, como esta aplicación", me dice Nico, otro usuario que ve que en esta colmena virtual tenemos espacio y voz.
Yo creo que esta aplicación promueve un cambio en el modo de concretar una cita y, honestamente, no esperaba otra cosa para los tiempos que corren. Algunos hombres incluso confesaron que se sienten más seguros cuando es la mujer quien inicia la charla, porque esto demuestra su interés de entrada, pero reconocen que igual es la actitud –dentro y fuera de la app– lo que influirá en el encuentro.
Entonces, solo resta soltar, hacer a un lado la vidriera virtual y decidirnos a más: a jugar, a dar el primer paso, confiar, no juzgar y deslizar el dedo, porque de eso se trata vivir, de tomar el control y decir qué queremos porque, chicas, nadie lo hará por nosotras si no lo hacemos primero. Yo digo que, en lugar de esperar sentaditas en algún panal, es preferible salir, aventurarse a volar, a vivir y a perseguir nuestros sueños.
Diferencia con otras apps
- En Happn oTinder es frecuente que los hombres inicien el diálogo y suele no "ser bien visto", cuando lo hacemos las mujeres.
- En Bumble no existe ese prejuicio.
- En Happn o Tinder tenés un cierto margen de alcance para los contactos, medido en km.
- En Bumble no hay distancias.
- En Happn o Tinder existe el hábito de "coleccionar matches" y nunca iniciar un diálogo.
- En Bumble, si no iniciás el contacto en 24 hs., desaparece el match.•
¿Conocías esta app? ¿Qué valorás de la virtualidad como forma de buscar pareja? También leé: 5 claves para encontrar tu fuerza interioryJenny Dahlgren, la lanzadora de martillo olímpica que lucha contra los estereotipos
Lucrecia Messina
LA NACION
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