Boy Olmi: "La estabilidad de la pareja es un misterio y pende de un hilo"
El actor que vive la cocina como juego y curiosidad nos abrió su intimidad para charlar sobre las búsquedas personales, la vida en pleno presente y su lucha por el cuidado ambiental.
Más allá de MasterChef, entiendo que la cocina es algo que siempre te atravesó. ¿Qué recuerdos gastronómicos tenés?
Yo tuve una familia dividida por mis padres separados, y se generaron hábitos sociales diferentes en las dos familias. Tuve una madre muy profesional y eso me llevó, por supervivencia, a ponerme a cocinar desde chico para arreglármela solo, hacer compras y, además, porque me gustaba. Tenía una abuela materna que era una gran cocinera y organizaba reuniones familiares en su casa para mucha gente donde había grandes comidas con ravioles, pasta y cosas ricas. Yo no tenía televisión de chico y cuando la íbamos a visitar, me sentaba frente al televisor durante horas y ella venía con un carromato cargado de galletitas, empanaditas o sándwiches, cosas para agasajarnos a los nietos. Con mis otros abuelos también, ellos nos llevaban más a restaurantes. Ya en la adolescencia cocinaba con amigos o en los viajes, los campamentos. Todas las salidas a la naturaleza –que son muchas– tienen que ver con cocinar. Estás en una carpa, en la montaña, en el bosque o en una playa...
Medio a lo Francis Mallmann...
Sí, tal cual. Pero siempre estuvo presente el hábito de cocinar. Así como el humor con mi padre y la psicología con mi madre, eran temas corrientes en la vida familiar, el tema de la cocina estuvo siempre en mi vida como algo que generaba placer, nutrición, emoción, celebración, oferta, cariño. Por eso, cuando me propusieron trabajar en MasterChef, si bien me pareció una propuesta muy exigida, sobre todo por los tiempos de pandemia, no me pareció que fuera algo disparatado para mí. Sí tal vez hay algo del formato del reality que no tiene que ver con las cosas habituales que hago, pero yo miro las cosas con muy poco prejuicio en general. Participo y hago cosas con una mirada que tiene que ver más con la curiosidad y con el interés que con el prejuicio. Somos un elenco muy variado y eso es lo interesante que tiene. También hay algo de la idea de la competencia feroz. Soy muy deportivo y me encanta competir. Pero hay algo que tiene que ver con el ponerse uno por arriba del otro...
En esas situaciones del reality de competencia más pura es donde no se te ve tan cómodo...
Eso es lo que hace que mi participación ahí no esté guiada por el deseo de ganar, sino por el deseo de participar juguetona y curiosamente de algo que me gusta. Como me pasó cuando fui a lo de Tinelli, donde lo que me interesaba era poder bailar, no participar del programa de Tinelli. Me encantaba la idea de bailar, de entrenarme y desprendiéndome del prejuicio de "¿qué hago yo en un lugar como ese?". No sé, yo puedo estar en cualquier lado. La verdad es que me he encontrado en lugares del mundo tan variados como el Aconcagua, los glaciares, la Antártida, embajadas en Europa, en el Vaticano junto al Papa, en conversaciones con líderes espirituales, caminando por las montañas, entre los arrozales, solo en la selva, solo en el mar...
"La cocina estuvo siempre en mi vida como algo que generaba placer, nutrición, emoción, celebración, oferta, cariño".
Esa flexibilidad y ese poder de adaptación te lo da tu YO actor. ¿Qué le das al reality de tu YO actor?
Trato de darle algo que los actores buscamos, que tiene que ver con estar en el presente. Y a nivel personal, con tratar de ser la misma persona siempre. No tener un rol impostado para un reality, un rol concentrado para hacer las cuentas de mi casa o un rol más juguetón para jugar con mis hijos. Creo que como actor puedo ser tan juguetón o concentrado, pero de lo que se trata es de ser uno, una persona íntegra. Entonces, si no me sale querer pisarle la cabeza a un enemigo porque no me parece que sea divertido jugar de esa manera, tiene que ver con que tampoco me sale mirar indiferentemente a alguien que necesita que conversemos sobre las cosas importantes, que son replantearnos qué estamos haciendo los humanos en la Tierra en este momento en el que hace mucho tiempo que tendríamos que estar corrigiendo nuestras costumbres porque el mundo está en problemas. Y necesitamos de todos para resolverlo: no es un gobierno, una empresa o una ONG. Me parece que la solución que necesitamos como especie es empezar a encontrarnos todos conviviendo con otros seres vivos. Entonces, si esto que parece tan grande se puede aplicar en cómo correr para sacar una sartén con un plato de pescado con papas, bien. Y si no, pasaré a otra aventura en donde podré ejercitar ser yo mismo con toda comodidad.
¿Sentís ese feedback de la gente que se conectó con tu energía y tu forma de mirar la vida?
Sí, hoy me pasa me llegan mensajes muy halagadores y muy amorosos por Instagram de miles de personas que no conozco, que también implican un cierto peligro porque son como una especie de alimento al ego que tiene su riesgo. Me parece que también puede confundir. Lo tomo, lo recibo. Cuando el año pasado me nominaron como mejor actor dramático por la obra que estaba haciendo en el San Martín, me sentí muy halagado, sin embargo, no sentía que era mejor que otros actores. Pero también me siento muy halagado cuando tengo una conversación mano a mano con una persona y me dice que resuena con esto que encuentra en mí. Seguramente tenga que ver con que resuena..., porque en algún lado suyo está. Entonces no es que yo esté haciendo algo bien ni que la gente esté viendo una cualidad espiritual dentro de mí, sino que está reconociendo algo que yo estoy mostrando como parte de sí misma, y eso es lo que a mí me halaga. Qué bueno poder regar en la gente esta semilla de que ciertos valores puedan ganar sobre otros.
"La estabilidad en la pareja es como un deseo que se va cumpliendo. Pero también pende de un hilo, puede cortarse en cualquier instante".
Tenés cierto espíritu renacentista, tipo Leonardo da Vinci. ¿Te sentís un poco multidisciplinario?
Yo me identificaba mucho de chico con esta idea de Leonardo porque entre mis intereses estaban las plantas, los animales, la cocina, el dibujo, la arquitectura. Yo estudié Arquitectura, me gusta dibujar, me gusta sacar fotografías. De hecho, estoy preguntándome qué quiero hacer después de MasterChef. Y de verdad me atraen cosas muy distintas.
¿Tenés prácticas espirituales que te guían? Se siente que sos alguien superconectado con otros saberes.
Sí, pero eso no me garantiza ningún conocimiento. Desde mi adolescencia, te diría, tuve una mirada abierta hacia el crecimiento personal. Eso me llevó a entrenar, a ejercitarme, a encontrarme con maestros que tuvieron que ver con la meditación, con las artes marciales, con el yoga, con el budismo, con el zen. Pero no diría que sé de estas cosas. He leído libros, he estado con maestros como Deepak Chopra o Brian Weiss (son entrevistas que están en YouTube). De la misma forma cuando me encontré con el Papa en Roma. Pero yo no sé qué he aprendido de todo eso. En realidad, hoy tengo más angustias e incertidumbres que hace 30 o 40 años y es un momento muy confuso para el mundo entero. Entonces, mi camino está alimentado por el deseo de búsqueda, pero las respuestas que puedo dar son como para darle al otro la sensación de que está bueno buscarlas...
Te vi haciendo arco y flecha. ¿Qué encontraste en la arquería? Tiene algo de estar en eje, de la claridad...
Sí, arco y flecha es una actividad gloriosa. Pero uno puede estar en eje en medio de un embotellamiento, es lo mismo. Había una época en que yo tenía en la guantera del auto una madeja de hilo llena de nudos. Entonces, cuando el auto de golpe se paraba, agarraba el ovillo y trababa de sacarle un nudo y, en vez de estar deseando que el auto avanzara, estaba tan contento de estar manejando este rompecabezas que el auto avanzaba más rápido de lo que yo quería. Eso es igual que el arco y flecha, que te pide estar en armonía con vos. Pero también te lo pide actuar. O cocinar en tu casa. O tener una conversación interesante con un familiar. Es lindo el arco y flecha, es romántico, pero a mí no se me revela ninguna verdad del espíritu más allá de darme cuenta de que el enemigo está dentro de uno, que mis pensamientos son los que me sacan de mi centro y que es tan delicado eso como el volar de un insecto.
"Mis pensamientos son los que me sacan de mi centro y es tan delicado eso como el volar de un insecto".
Durante la cuarentena hiciste una experiencia teatral con tu mujer desde la cocina de tu casa. ¿Cómo fue?
Fue muy interesante. Como todo desafío, tratando de resolver cosas que no tenían que ver solo con lo técnico, con lo actoral. Tenían que ver con trabajar con mi mujer en mi casa, creando el espacio mágico que existe en cualquier teatro trasladado a un espacio mágico diferente, que es la propia casa de uno, adentro de la cocina. No estaban las reglas que rigen en cualquier teatro, sino las reglas que rigen esa intimidad de tu cocina, que son otras. Para mí, uno de los momentos más interesantes tenía que ver con el momento en que se abría una segunda instancia al terminar la obra y nos encontrábamos con todo el público. Porque en esa especie de Zoom masivo, así como nosotros habíamos abierto las puertas de nuestra casa, aparecían las cocinas y los livings de cada uno de los que habían estado mirando la obra con su realidad en cuarentena, con su emoción en cuarentena. Y en ese intercambio había algo muy conmovedor porque éramos todos humanos sufriendo la distancia, tratando de encontrarnos como vos y yo ahora, a través de una pantallita minúscula del teléfono. Entonces se producía algo milagroso, muy del estar en lo real de ese momento, ya no se trataba de hacer una obra de teatro, se trataba de estar en la cuarentena haciendo un esfuerzo denodado por poder comunicarnos aun a la distancia, y eso lo valoro.
¿Cómo ves el horizonte de la cultura en la nueva normalidad, aunque aún sea una incertidumbre total?
Sí, no sé cuánto tardará en llegar la nueva normalidad. Probablemente tarde más que lo habitual y querer acelerar ese proceso es inevitable, pero, al mismo tiempo, es un poco falso. Yo deseo que los actores y los artistas tengamos trabajo como deseo que toda la gente tenga trabajo. Hoy está en debate, probablemente cuando esta nota salga ya va a haber cambiado el protocolo de esa realidad, pero me parece que el mundo está pidiendo cambios muy profundos y eso, en la medida que se retrase, lleva mucho dolor. Lo veo en términos de alimentación, de la economía, de las nuevas formas que tenemos que ir encontrando como sociedad para vivir un mundo más armónico, más equilibrado. Entonces, ver si los teatros abren o cierran, si Mar del Plata hace temporada o no, por supuesto que es una coyuntura indispensable para la continuidad de algunas cosas, pero si abrir un teatro implica poner en riesgo de contagio a más gente o más rápido, me parece que hay algo que se nos escapa de las manos, ya sea porque nuestro cuerpo o nuestra alma pide en una dirección que todavía no sabemos cuál es y, al mismo tiempo, la realidad nos devuelve sus propias reglas. Así como la naturaleza nos devuelve sus propias reglas.
"El mundo está pidiendo cambios muy profundos y eso, en la medida que se retrase, lleva mucho dolor...".
Nuestro número anterior fue una edición verde, dedicada al mensaje ambiental, que es urgente.
Mi mensaje hoy tiene que ver con eso. Con que en este momento tenemos la responsabilidad de revisar nuestras costumbres, entonces me parece fundamental la tarea de los actores y del teatro. Lo que sí creo es que la actividad artística, los actores, los bailarines, los músicos, los poetas, los pintores, jamás van a desaparecer. Es posible que tengan que encontrar nuevas maneras. Pero eso no va a ser decisión de un sindicato o un empresario, eso va a ser porque encontremos la armonía una vez más, y el estar presentes con el momento que nos toca, y ahí otra vez el ejercicio de volver al presente. Estoy diciendo todo esto que parece de una persona muy equilibrada y muy pensante y estoy superpreocupado, superconfundido.
Recién nombramos a Carola... ¿Cuál es la clave para construir una pareja y estar juntos tanto tiempo?
Bueno, el tiempo hace madurar las cosas, como un árbol; vos ves que un árbol con el tiempo se va poniendo más interesante, con más marcas, con más nudos, con más ramas, con más posibilidades. Para mí, la estabilidad de la pareja es un misterio. La pareja es un misterio muy grande, que forma parte del misterio de la continuidad de nuestra especie, con la atracción de las polaridades, con los deseos, con las fantasías..., no sé. Es tan interesante el encuentro con las parejas que he tenido, tan movilizante... Cuando digo "parejas", quiero decir encuentros. Porque, en realidad, he tenido parejas, pero he tenido encuentros muy breves, que aun por una sola noche vivida hubo algo que llenó de luz mi momento. Entonces, cuando eso ocurre, uno quiere que siga ocurriendo. Cuando uno come algo rico, quiere volver a comerlo. Cuando uno ve un paisaje lindo, generalmente desea que perdure. Entonces, cuando en una pareja encontrás elementos que son claves, como el interés por el otro, la atracción por el otro, el humor, el poder divertirse y el poder resonar proyectando a futuro, cuando eso empieza a pasar, es tan complicado que eso te pase que vos naturalmente querés que te siga pasando. Entonces, la estabilidad en la pareja es como un deseo que se va cumpliendo. Pero, como justamente es muy deseado, también puede fracturarse, pende de un hilo, puede cortarse en cualquier instante. Y eso es lo que genera esa tensión dinámica que hace que sea tan apasionante. Yo no tengo ninguna fórmula ni ninguna idea de por qué pude estar con una pareja tantos años. Me doy cuenta de que tengo que renunciar a buscar una respuesta, simplemente estar en el presente a ver si el milagro se sigue produciendo. •
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