Boom de la meditación. ¿Por qué atrajo a tantos durante la pandemia?
Desde que se declaró la pandemia, se multiplicó la oferta de cursos, meditaciones y clases online. Las apps de este tipo explotaron en los meses de cuarentena, ubicándose entre las más demandadas, junto con las de redes sociales, compras y juegos. Solo a modo de ejemplo, Calm –con ejercicios para reducir el estrés y la ansiedad– creció un 36%, llegando a las 5 millones de descargas solo en la primera mitad del año. Y Headspace y Meditopia sumaron más de 4 millones de descargas en el mismo tiempo. Del mismo modo, la membresía de El Arte de vivir, la plataforma que incluye meditaciones guiadas, clases de yoga, coacheo de prácticas de respiración y videos de sabiduría milenaria, quintuplicó sus socios en los primeros tres meses de aislamiento. Así, cada vez más personas buscaron nuevos recursos para enfrentar el miedo, la crisis económica y la incertidumbre, porque entendieron que las respuestas no nos las iban a dar los noticieros, sino que había que buscarlas dentro. En ese sentido, quedarnos en casa fue, para muchas, un volver a casa.
Historia milenaria
“Meditación”, en sánscrito significa “libre de cualquier tipo de medición o evaluación; libre de toda comparación, libre de todo devenir”. Se piensa que la práctica se originó a través de los rishis, unos sabios que vivían hace más de 5 mil años entre las montañas del Himalaya en constante meditación y penitencia para liberar a la humanidad encarcelada en el samsara (el ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación, desarrollado por las filosofías de la India) y reunirse así a la Energía Absoluta. A la práctica de meditación se la conoce como sadhana: sa quiere decir “verdad” y dhana quiere decir “riqueza”, por eso esta disciplina es lo que logra nuestra verdadera riqueza. Actualmente, la meditación pertenece al patrimonio cultural de la humanidad y la practican un yogui en India, un accionista de Wall Street o un hombre preso en la cárcel de Ezeiza.
Beneficios de la meditación
- Aterrizar en el momento presente y bajar la ansiedad: ¿qué puede ofrecer la práctica de la meditación en estos tiempos? El derecho de nacimiento a estar en el presente con lo que está ocurriendo. De chicas quizá preguntábamos: “¿Cuánto falta para llegar?”. Y nuestra mamá nos decía: “Cuatro horas”. No teníamos idea de qué era eso. Ni siquiera podíamos proyectarnos cuatro horas a futuro. A medida que crecimos, apareció el ejercicio de adelantarse, que sirve para planificar, sí, pero que también desespera a la mente por lo que puede pasar y lo que no. Eso genera incertidumbre, que, a su vez, trae cierta agitación y ansiedad. Meditar es el arte de traernos una y otra vez al presente.
- Lograr un descanso muy profundo: le otorga a nuestra mente un espacio sin responsabilidades, rencores ni preocupaciones. Se trata de ir más allá del runrún mental permanente.
- Ganar más foco y creatividad: tenemos entre 60 y 70 mil pensamientos diarios, es decir que el 95% de nuestras conversaciones las mantenemos con nosotras mismas. Por eso, desde el punto de vista científico, se habla de “neuroplasticidad autodirigida”, es decir, al meditar, amaestramos la mente en su modo habitual de funcionar creando conexiones para una percepción diferente de la realidad.
- Reducir nuestro estrés y llenarnos de alegría: con solo practicar durante diez o quince minutos al día, podemos reducir nuestro estrés. Entonces, vamos a experimentar una gran sensación de tranquilidad y bienestar. Después de meditar nos sentimos más equilibradas, centradas y con más fuerza interna para enfrentar los desafíos diarios. A nivel fisiológico, se puede observar los cambios de los radicales libres en el cerebro, la producción de hormonas como la oxitocina y el descenso de cortisol, la hormona del estrés, entre muchos otros beneficios físicos y emocionales.
Tipos de meditación
Existen diversas técnicas de meditación. No hay unas que sean “mejores” que otras. Si tenemos en claro por qué queremos meditar, vamos a poder elegir la que más nos ayude a alcanzar nuestra meta. Acá te dejamos algunas:
- A través de la respiración consciente. Llevar la atención al movimiento rítmico del aire al entrar y salir de nuestro cuerpo serena la mente, disipa los pensamientos y nos guía hacia un meditar profundo. Además, la respiración en sí actúa sobre las emociones, asociadas a un ritmo respiratorio determinado. Se recomienda arrancar con los pranayamas. Prana es “energía vital”, anayama es “dirigir o alojar”. Estas respiraciones amplían la capacidad pulmonar y permiten llenar de energía el cuerpo. Pero sobre todo, ayudan a dirigir la atención al presente, sin tener que manipular la mente con la propia mente. También está la técnica Sudarshan Kriya, creada por Sri Sri Ravi Shankar: una acción purificadora que permite quitar el estrés acumulado.
- Con técnicas que incluyen tu mantra personal. El mantra es una vibración cargada de inteligencia que nos permite penetrar en el supraconsciente e ir mucho más lejos. Se trata de una sílaba, palabra o frase que se repite una y otra vez, como un canto. Es muy importante focalizar en la intención de nuestro mantra. El mantra puede ayudar a silenciar el diálogo interno que se nos activa cuando intentamos meditar. El más universal de los mantras es el “om”, considerado por los hindúes como el sonido primordial del que emergen todos los demás sonidos y que significa “unidad con lo supremo”, “unión de lo físico con lo espiritual”.
- Con visualizaciones guiadas. En el hinduismo se medita en la imagen de la llama de una vela, la figura de Shiva o los chakras. En el tantra se usa la proyección visual del principio masculino supremo, Shiva, y el femenino, Shakti. En algunas escuelas budistas se visualiza al Buda en alguno de sus diferentes aspectos. Y, a veces, algunos objetos sagrados. También el tao usa metáforas visuales como el yin y el yang, el pakua, las espirales, el círculo.
- Acompañadas por música. Sonidos de la naturaleza, cuencos tibetanos, música instrumental que crea una atmósfera más notoria que el propio silencio, por lo que dependerá de ella que nos ayude a focalizarnos en la técnica de la meditación que practicamos.
Armá tu espacio
En un rincón de tu casa, armá un espacio dedicado a la meditación. Algunas personas llaman a esto un “altar” y agregan plantas, piedras o velas. Una buena opción son los zafus –almohadones especialmente diseñados para meditar– u otro almohadón, de modo que el suelo no te resulte duro e incómodo. Está bueno tener a mano sahumerios que te ayuden a enfocarte en la respiración. Podés sentarte en sukhasana (como indiecita) o vyrasana (con las piernas juntas).
Arrancá
Así como necesitás un espacio apartado, también necesitás unos minutos aparte. Cultivalos como algo sagrado. Podés empezar con 5 minutos, mañana y tarde, e ir aumentando progresivamente.
1. Mantené los ojos cerrados con suavidad o apenas entreabiertos.
2. Apoyá el dorso de las manos sobre tus piernas. Podés formar el chin mudra, tocando el dedo gordo con el índice y estirando los otros tres juntos hacia delante.
3. Enfocá tu atención en la respiración. Respirá con naturalidad sin pretender controlar este proceso.
4. Concentrate en la respiración e intentá olvidar todo lo demás. Si descubrís que surge un pensamiento, observalo y dejalo ir. No te enganches.
5. Al principio, vas a descubrir que tu mente está muy ocupada y es posible que pienses que la meditación te agita todavía más, pero, en realidad, te estás dando cuenta del estado mental en que te encontrás normalmente. •
Expertos consultados: Beatriz Goyoaga. Directora de El Arte de Vivir. Instructora de respiración y meditación, periodista de política y economía. Matías Quinn. Instructor de meditación de El Arte de Vivir.
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