BIOECON: Una economía más inclusiva
¿Existe una manera diferente y novedosa de considerar la economía, con foco en la sustentabilidad? Es probable, o al menos eso es lo que buscan especialistas de todo el mundo que comprenden que estamos ante un momento histórico en el que el cambio no es una moda en la terminología, sino que de nuestra adaptación depende el futuro de la humanidad.
Sustainable Brands, el evento de marcas sustentables, este año se realiza en Buenos Aires a lo largo de tres jornadas, cada una de ellas dedicada a diferentes temáticas. En la segunda, que fue el 11 de julio, le tocó el turno a una cuestión central para nuestra sociedad: la buena economía.
Con la conducción de Matías Kelly, Secretario de Economía Social de la Nación, las charlas abarcaron temas tan disímiles como el polo de emprendedores sociales y tecnológicos en Israel, que describió la fundadora de Tech for Good, Omri Boral; los negocios inclusivos impulsados desde las instituciones educativas, a cargo de Jaqueline Pels, de la Universidad Di Tella; y el rol de la industria de los alimentos y su vínculo con los consumidores que buscan respetar el ambiente, en palabras de Amanda Sourry, Presidente global de la categoría de alimentos de Unilever, entre otros.
La buena economía no debería ser un lavado de cara de las marcas, sino una transformación más profunda, en donde el crecimiento del consumo pasa a ser secundario, y las empresas resignan una parte de las ganancias para invertir en un desarrollo sustentable para el planeta. Se trata de un aprendizaje en todos los niveles, que también nos involucra como ciudadanos, capaces de distinguir las buenas prácticas, pero también dispuestos a reducir el consumo innecesario y la generación de basura.
De todas las charlas que se realizaron el 11 de julio, me quiero centrar en una que me entusiasmó mucho: “Otra economía es posible. Explorando nuevos modelos de intercambio”. Se trata del uso de una plataforma llamada BioEcon.
Cecilia Hecht es una de las fundadoras de este sistema que no utiliza dinero pero tampoco busca reemplazarlo, y que parte de la premisa de que todos tenemos capacidades (o dones y talentos) que podemos compartir con los demás a través de la creación de bienes o la oferta de servicios, y a su vez encontrar lo que necesitamos, sin tener que pagar dinero por ello. Las herramientas imprescindibles son una computadora o un celular conectados a internet y nuestra predisposición al intercambio.
Algunas de las particularidades de BioEcon que contó Cecilia Hecht en su charla y que aparecen detalladas en su web, tienen que ver con un objetivo importante, que es utilizar esta economía como un gran conector entre las personas y las organizaciones, facilitar los vínculos, con mayores niveles de inclusión e integración social.
Si tienen algún familiar mayor, o tal vez viven en barrios o pueblos chicos, es probable que recuerden la relación de confianza que teníamos con nuestro entorno, con el almacenero o el verdulero de toda la vida, con los que compartíamos algo más que una transacción comercial. Mientras la escuchaba, pensaba en que una cercanía similar es la que se quiere generar a través de esta plataforma que nació a fines de 2012 y que desde entonces suma “prosumidores”, consumidores que a la vez son productores, que intercambian productos y servicios, y crean acuerdos en donde todos pueden obtener lo que necesitan.
Para comenzar a utilizarla, uno tiene que recibir la invitación de alguien que ya use la plataforma y lo ayude a integrarse y a comprender cómo funcionan las reglas del juego. O puede completar un formulario extenso con las habilidades que uno quiere desarrollar al momento de ingresar, pero que podrán cambiar más adelante. No hay nada permanente en esta propuesta.
“No existe la noción de pobreza o escasez, porque entendemos que todas las personas tenemos inmensa cantidad de recursos, habilidades, cosas que nos interesan y posibilidad de mirar con empatía las necesidades de los otros y tener algo que ofrecer”.
Cecilia Hecht habla del sistema de puntos que ordenan el intercambio y se obtienen por el simple hecho de ingresar pero se multiplican al hacer acuerdos, en cualquiera de los roles, con una diferencia bastante notoria con respecto al uso del dinero: los puntos no son parte de la propiedad privada, no son acumulativos y si no se usan, se oxidan, como si fueran parte de la naturaleza.
Los ejemplos abarcan desde una persona que ofrece pintar o arreglar las casas, o estudia peluquería y quiere brindar ese servicio, uno que viaja habitualmente y consigue buenos productos de otra provincia, alguien que trabaja en la industria del cine pero tiene conocimientos de informática, uno que se dedica al delivery de frutas y verduras... las posibilidades son tantas como las habilidades de las personas.
En un contexto social en el que mucha gente queda fuera del sistema productivo, y el acceso a los bienes y servicios es cada vez más difícil, la opción de BioEcon permite generar conexiones nuevas y entender la economía de una forma más humanizada.
Pueden encontrar más información en https://www.bioecon.net/
A mí me encuentran en kariuenverde@gmail.com o Kariu en Verde
Los espero el viernes con una despedida muy especial.
Abrazo gigante.
Kariu
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