Bernardita Martínez Vivot :"El sonido puede curar el alma"
Trabaja con la energía y el sonido en pos de la sanación integral y nos inspira porque es un puente para que todos entremos en contacto con la espiritualidad
A pesar de venir de una familia tradicional y de haber estudiado en un colegio tradicional en el que los mundos sutiles no eran corrientes, todavía hoy Bernardita puede identificar momentos –incluso antes de sus cinco años– en los que podía ver lo que no se ve. “No sabía qué era, pero podía percibir otros mundos. Eso se fue apagando, hasta que, muchos años después, casi como un juego, la vida me los fue trayendo de nuevo”.
Un camino de servicio
Hoy, esos otros mundos son parte esencial de su realidad cotidiana, porque, con la ayuda de diferentes técnicas ancestrales que fue incorporando, trabaja con la energía en pos de la sanación de los dolores del alma, cruzando rutas que a simple vista parecen inconexas, aunque se podría encontrar un denominador común: una gran vocación de servicio. “Lo difícil era encontrar cómo poner esa vocación en acción en un mundo en el cual todo era más estructurado. Yo soy una desestructurada total”. Un día, en 2007, vio un especial sobre la fundación Make a Wish y, por esa conexión que siempre tuvo con los niños, supo que ahí quería ayudar. Enseguida se sumó para acompañarlos en la misión mágica de cumplirle un deseo a un niño enfermo que tuviera en riesgo su vida. “De mis intercambios con esos chicos y sus familias nació el deseo de ayudar a sanar el alma de los que tengo al lado”.
En paralelo, lejos de Buenos Aires y cerca de El Bolsón, otro camino se abría. Ahí fue donde descubrió la energía de la tierra y se reconectó con los mundos sutiles. “Ahí empecé a meditar, a trabajar la tierra, participé en círculos de mujeres, retiros de silencio, talleres de yoga. Empecé a escuchar cómo habla la Naturaleza”. En uno de esos viajes sintió muy claramente cómo ella sanaba, y al regresar a la ciudad, a las obligaciones diarias, a sus rutinas de madre de dos hijos –Zenón y Nicanor–, a su trabajo en la fundación, extrañaba cada vez más la montaña. “Me dije: si no puedo ir a la montaña, voy a traer la montaña acá, y ahí se despertaron los dones que tengo para compartir. Me abrí a experimentar con las resinas de los árboles, a sentir las vibraciones de la energía de las personas, de los lugares, y sin buscarlo demasiado me encontré haciendo limpiezas energéticas para otros”. Y a partir de la devolución que le hacía la gente, se decidió a estudiar chamanismo en la Fundación Columbia, para profundizar en la capacidad de ver en la oscuridad. “En el chamanismo se aprende a ver con todos los sentidos: se siente, se huele, se oye”.
SIN LLUVIA NO HAY ARCOíRIS
Pero hay otro hito que Bernardita marca como definitorio: la muerte, hace unos años, de un amigo muy cercano. Cuando él estaba grave, Bernardita hizo una meditación profunda y el alma de su amigo apareció junto a ella. “Lo vi de un modo especial, como veía cuando era chica. Después él murió y ahí hubo una transmutación muy intensa, que sentí en mi cuerpo. Fue revelador”. Cuando pudo recuperarse de esa pérdida, descubrió que en la luz que brillaba después de esa tormenta había un gran arcoíris con un tesoro inmenso para compartir. Y aunque sería fácil definir su trabajo como el de una “chamana” moderna, ella prefiere pensar su método como un collage personal. “Con las herramientas que fui encontrando, ayudo a que el otro pueda explorar su conciencia, conectarse con su poder personal y con aquello más amplio que nos constituye”.
Hoy se dedica a ayudar a que las personas se encuentren con lo que late en su interior. Pero como cada persona es única, no trabaja igual con todos: con algunos hace limpiezas energéticas; con otros usa el poder vibracional del sonido de tambores; con otros, la consultoría chamánica del Dr. Harner para viajar a realidades no ordinarias; y con otros hace recuperación del alma para sanar traumas importantes, además de limpiezas energéticas y reiki chamánico en hogares. Para su futuro, Bernardita sueña con la idea de tener algún día un centro de sanación del alma, una especie de spa energético. Todo eso mientras sigue aprendiendo y profundizando en este camino para compartir sus dones en un mundo “cada vez más necesitado de la compasión, el amor, la empatía, y de que nos amemos a nosotros mismos para poder amar a los demás”.
¿Querés estudiar chamanismo?
En la Fundación Columbia se dictan talleres basados en los principios investigados por Michael Harner durante más de 50 años, que transmiten la esencia y los principios del chamanismo, el método universal del chamán para entrar en la realidad no ordinaria.
Más info: www.fundacioncolumbia.org, cosmicmotherberns@gmail.com •
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