Belleza: de qué se trata la revolución de los estereotipos
La belleza ha sido durante los últimos tiempos, un tema sensible. Tan sensible que no es exagerado asegurar que la sociedad se encuentra en un proceso de replanteamiento sobre cuestiones que la atraviesan desde una perspectiva social, política, cultural y hasta comercial. Hoy más que nunca estamos dispuestas a preguntarnos en voz alta qué es lindo, para quién y sobretodo, para qué. ¿Qué es lo que la belleza convencional trata de vendernos?
No fue hasta un momento muy reciente que descubrimos que cuantas más versiones tuviéramos de lo hermoso, más chances habría de encontrar bellas también nuestras particularidades. Y es que las redes sociales nos han dado la oportunidad de mostrarnos, y aunque en algún tramo de este camino, la mayoría nos hemos sentido avergonzadas por no vernos "como se esperaba", es cierto que también hemos sido sorprendidas gratamente por la fervorosa acepción e incluso, identificación, de personas que nos dieron algo importante e inesperado: un nuevo espejo en el que sentirnos especiales. Ante tanta diversidad de cuerpos, pieles, actitudes, hoy parecemos no depender exclusivamente de lo que los medios dicen que es lindo, buscamos, o al menos intentamos, dar con nuestras propias tribus y referentes.
Atentos a esta búsqueda de nuevos parámetros estéticos, agencias publicitarias, marcas y medios comenzaron a cuestionarse y a ver lo que hasta ahora se negaba: que de su trabajo depende, en gran parte, la sanidad mental y el autoestima de un enorme público. Estas heridas en el ego de la industria han permitido que se infiltren nuevas miradas.
Luján Agusti es fotógrafa y artista visual. No viene de la publicidad sino del universo del periodismo y el documental. Ha sido ganadora de múltiples becas y premios, como el del World Press Photo para América Latina y la Beca Women Photograph, entre otros. Luján fue seleccionada para The New York Times Portfolio Review y dos veces convocada por Dove, cuando la marca decidió colaborar con el banco de imágenes Getty para enriquecer y diversificar la concepción de belleza femenina. Hablamos con ella sobre lo que descubrió en el proceso.
¿Te sorprende que te convoquen para algún proyecto publicitario sin ser publicitaria?
Si, pero me alegra. Me parece superinteresante que las personas que estén detrás de la cámara sean mujeres que no trabajan en lo publicitario, artistas más comprometidas con buscar lo real que lo ideal.
¿Qué belleza te interesa destacar y sumar a las representaciones que vemos a diario?
La belleza que yo trato de resaltar no tiene nada que ver con los estereotipos hegemónicos. Casi todas las representaciones femeninas que hay en los bancos de imágenes son mujeres blancas, delgadas, jóvenes y sonrientes, despreocupadas. Así que mi primera intención fue hacer un contenido que genere deconstrucción y proponga otra feminidades, que son las que me cruzo en mi vida diaria, que no están siempre felices con todo y porque sí.
¿Te sorprendió que hubiera permeabilidad a esa propuesta?
Claro. Yo mil veces consideré enviar mi propio trabajo a Getty y lo que me frenaba era darme cuenta que mis fotos y mis mujeres no era tan perfectas como se supone que son las que vemos en esos bancos. Que me convoquen de todas formas me empoderó, me hizo sentir que hay un lugar para las miradas personales.
La pregunta del millón: pero entonces ¿qué es la belleza hoy?
Hablar de una belleza femenina como una cosa única ya es problemático. Lo bello suele responder a sociedades y momentos históricos y yo creo que actualmente lo bello está en lo único de cada persona. Es muy importante que entendamos eso para sacarnos la presión con la que vivimos.
¿Te afectó personalmente esa presión?
Como a todos, en algún momento he prendido la tele o abierto una revista y he querido ser como la chica que veía porque ella tenía todo para ser feliz y yo no. Y eso, en realidad, nunca sucede. Afortunadamente yo siempre tuve la capacidad de analizarlo pero no todos pueden y los impactos son fuertes. No es fácil procesar el mensaje de que lo que sos no alcanza pero lo estamos empezando a desarticular. Yo soy optimista.