Basta de comprar. Qué cosas podés alquilar para ahorrar y contaminar menos
Por Luisa Becar
¿Para qué comprar si podés alquilar? El "comprar-usar-tirar" pasó de moda. Desde Greta Thunberg que concientiza a los más jóvenes hasta Jane Fonda con su activismo sobre el cambio climático, ya todos sabemos que el modelo de consumo como lo conocemos no puede sostenerse.
Las tendencias de pensamiento, que se nutren de la conciencia medioambiental y hasta espiritual, confluyen en pensar que nuestro modelo económico de Occidente debe dar un pasito hacia una dinámica que, aunque no vaya 100% contra el consumo, proponga un consumo consciente que rompa con el círculo compulsivo de comprar, usar y convertir el producto en basura cuando pierde el brillo de la novedad.
Según un informe de WGSN, empresa líder en pronósticos de tendencias de moda e industrias creativas, el consumo de bajo impacto empieza a pegar fuerte ya que está creciendo el interés por los procesos y productos sostenibles. Los países donde los ingresos son altos consumen diez veces más por persona que los países con ingresos bajos. Esto se suma a la estimación que prevé que en 2050 el uso global de recursos materiales será más del doble que el actual, lo que determina que necesitaríamos 1,7 Tierras para mantener los niveles actuales de consumo. Insostenible.
Frente a estas cifras abrumadoras, teorías como la de la economía circular –que propone la reducción de basura promoviendo usar los recursos para otro fin que el pensado en un comienzo– o la economía de la funcionalidad –basada en el pago por uso y no en la posesión– toman vuelo.
Desde esta perspectiva es que el alquiler se pone de moda: los servicios de suscripción que comenzaron con el segmento de entretenimiento van duplicando su modelo de negocio en todas las industrias al considerarse un esquema colaborativo, más ecológico y de llegada más masiva.
Este paradigma propone desde el lado económico el cambio del sistema al pago por el acceso al uso y no a la posesión. En un mundo en el que la propiedad privada aparece como derecho fundamental, cada vez somos menos propietarios de cosas. Esta tendencia no resuelve el problema habitacional ni la pobreza, sino que apunta a aquellos bienes y servicios de usos esporádicos para los que existen alternativas sostenibles como alquilar o pedir prestado.
LA LUCHA CONTRA LO OBSOLETO
"Antes las cosas duraban toda la vida". Seguro alguno de tus abuelos o tus padres te dijo esa frase, y un poco de razón tienen. Esta nueva ola trata de batallar contra la obsolescencia programada, es decir, decirle "no" a esa vida de uso cortísima de los productos de nuestro tiempo, en el que es más fácil y hasta más barato comprar de nuevo que arreglar o reciclar. El impacto ambiental es altísimo por este consumismo que da la ilusión de inagotable y que no prioriza la durabilidad, el reciclaje o uso alternativo y compartido de los productos.
ALQUILER SUSTENTABLE
Con el formato de alquiler se da un giro a la forma de consumir, ya que el usuario paga únicamente por el uso. Sin embargo, queda un pendiente. Esta búsqueda insaciable por la novedad, por tener lo "último", aparece en muchos de nosotros en forma de ansiedad o de "necesidad" y se refuerza con el método de suscripción: por un lado, democratiza el consumo al tener todo a precios más accesibles para la media, pero por otro lado, fomenta esta insaciable necesidad de cambio.
Pero... ¿en qué rubros aparece esta tendencia? El de entretenimiento fue el pionero. Fácilmente podemos ver ya servicios de suscripción de entretenimiento como Spotify, Netflix o Amazon como primeras marcas para rentar música, series y libros, a las que rápidamente se sumaron el alquiler de casas para vacacionar o para fin de semana como Airbnb.
Dentro del mercado del ocio encontramos las suscripciones digitales deportivas como Nike Training o diferentes apps de yoga o meditación con las que alquilás el servicio online y realizás las rutinas. Gympass es otra alternativa que ya está en algunas ciudades del país y en 305 ciudades a nivel mundial. Pagás una suscripción, hacés check-in en los gimnasios/clases que quieras y esta empresa se encarga de pagarles a los centros deportivos por la "renta" de esa clase en particular.
En esta categoría –aunque pegando en el palo– encontramos el retorno de las lavanderías: cada vez las propiedades más chicas y la búsqueda de optimizar el tiempo hacen que aparezcan aplicaciones como Mr Jeff, con la que tenés la posibilidad de pagar por lavar ropa cuando necesites.
Otro rubro que también lo está evaluando es el de la decoración con IKEA como punta de lanza. La cadena de muebles sueca hizo una prueba piloto el año pasado alquilando muebles de oficina, pero con vistas a ampliarlo a alquiler de muebles para el hogar. También se estaría planteando lanzar su propio negocio de repuestos, con el objetivo de que los clientes puedan encontrar accesorios como tornillos o bisagras de muebles que ya no se venden en las tiendas.
¿Y la moda? Claro que sí, también llegó hace mucho esta tendencia con el renting de prendas de diseñador. Empresas como Rent the Runway facturan billones al año. En Argentina, el sitio iModa (www.imodaapp.com) promete un armario infinito al pagar una suscripción y tener prendas de vanguardia, sin tener que comprarlas.
FASHION RENTAL
Este sistema, que comenzó con el alquiler de prendas para fiestas (principalmente de trajes y fracs de hombres), sumó en su abanico la oferta de prendas de uso diario yendo en contra del fast fashion. Empresas como Le Tote ofrecen desde un vestido topísimo hasta ropa de trabajo y el costo total de esta suscripción no supera el valor de unas cuantas prendas de las que te llegan cada semana. De hecho, permite comprar las prendas que te gusten a un valor de alrededor del 50% del precio de retail. Claro que, incluso comprando, estamos hablando de prendas usadas, de segunda mano o, como se les dice ahora, segunda vida.
El gancho de esta tendencia es un sistema en el que ganan todos: las marcas, los consumidores, el planeta. Por eso las grandes marcas que se han sumado a esta tendencia, como H&M, buscan captar a un público deseoso de estar a la moda, pero con conciencia ecológica. Es decir, consumiendo menos, lo que hace que se produzca menos y, por lo tanto, se contamine menos. No olvidemos que la industria textil es una de las más contaminantes del mundo y sus principales actores están dándole vueltas al asunto de producir menos, contaminar menos y no perder market share.
Este nuevo servicio es interesante para las marcas que necesitan, por un lado, deshacerse de stock (que siempre es excedente por definición: como no pueden predecir con exactitud la demanda, producen un porcentaje mayor a su predicción, para no quedarse sin stock) y, por otro, captar a un público al que antes no llegaban, ya sea por rango de precios o por incompatibilidad de criterios (consumidores cada vez más conscientes que no quieren consumir fast fashion, porque no quieren usar y tirar, por ejemplo). Desde la perspectiva del consumidor, accede a moda de temporada a precios mínimos, cambia de look constantemente y, además, recibe asesoramiento sobre qué se usa y cómo.
OFICINA POR HORA
En el esquema laboral, esta tendencia también va ganando peso. Los servicios de mensajería son otra industria que vivencia estos cambios: ya muchas empresas eligen tercerizar este servicio y pagar un fee mensual por el uso de "X" cantidad de servicios de mensajería o traslado de personas, de la misma manera en que las oficinas tradicionales van perdiendo peso, sobre todo dentro del esquema PYME/emprendedor, versus los coworkings donde una paga por el espacio de trabajo.
El mismo razonamiento se aplica a la formación de la tienda online: para qué tener un local físico si podés publicarlo online. Los retails como Mercado Libre, el marketplace de Facebook y la publicación desde Instagram permiten una opción a un clic de los usuarios con espacios físicos como showrooms o ferias para quienes quieren probar antes de comprar.
DEL "TENER" AL "EXPERIMENTAR"
El fomento de los alquileres y el servicio de suscripción tienen detrás varias tendencias a nivel mundial y un cambio de conciencia sobre todo de los más jóvenes: ya no "necesitan" tener, sino que buscan "usar" y, por ende, se puede compartir o alquilar siendo más ecológicos.
El consumo de bajo impacto es, para muchos, la gran alternativa para generar sociedades de consumo más democráticas, aunque hay un "pero" que debemos tener presente. Aunque no seamos nosotras quienes tiramos una prenda a la basura, el servicio de renting constante podría tapar una rueda de producción ilimitada que no cuide el medio ambiente. Es nuestra misión cuidar que el cambio sea de mentalidad y no de marketing.
Auto prestado
El car sharing es otra tendencia que aplican las empresas y los gobiernos en pos de optimizar el uso de los vehículos. Según el informe de Accenture "Is Ownership Obsolete? Share Your Way to Government Innovation", a finales de 2020, la ciudad de Nueva York planea eliminar 10% de sus vehículos reemplazando la flota con autos compartidos.
A su vez, la renta de autos para las vacaciones en lugares como Hertz es reemplazada de a poco por apps para rentar un auto para la vida cotidiana, como Mobility by Toyota, que propone desde su app alquilar un auto o camioneta según tu necesidad y retirarlo de una consesionaria de la marca. Según varios estudios para 2025, los programas de suscripción de vehículos podrían representar casi el 10% de todas las ventas de vehículos nuevos en Estados Unidos y Europa. El leasing que permitía en autos de alta gama cambiar un auto por otro empieza a alternarse por servicios más populares bajo la premisa de la sustentabilidad y mayor ecoeficiencia.
Según el CEO de VoyenAuto.com, otra plataforma que abrió a mediados de 2019 en Argentina, nuestro país tiene una alta oportunidad por los altísimos valores de los vehículos y el alto costo de mantenimiento y seguros.
Expertos consultados: Mariana Flink. Licenciada en economía empresarial y magíster en comunicación y marketing de moda. Fundadora de Despacho de Moda y Despacho Emprendedor. Leonardo Iglesias. CEO de VoyenAuto.com.
Por Luisa Becar.
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