Astor Piazzolla, un buen guía para anclar en París
Letra y música para un recorrido por la ciudad que, junto con Buenos Aires y Nueva York, formó y consagró al gran maestro
En el otoño de 1954, Astor Piazzolla, 33 años recién cumplidos, llega a París con su primera mujer, Dede Wolff, mientras sus hijos Diana y Daniel se quedan con los abuelos (Nonina y Nonino). El músico tiene 2500 dólares en el bolsillo para estudiar un año en Francia. Es la beca del gobierno francés por el Premio Fabien Sevitzky a su obra sinfónica Buenos Aires (opus 15).
Todavía siente las protestas con el estreno de esa obra erudita en la Facultad de Derecho. José Gobello, luego fundador de la Academia Porteña del Lunfardo, es uno de los pocos que lo apoyan. La polémica lo acompaña como una segunda sombra de su talento.
El matrimonio se aloja en el hotel Fiat, de dos estrellas, en 36 rue de Douai (9° arrondissement). En el mismo barrio, en 1928, a los 38 años, llegaba a París Carlos Gardel. Vivió en el igualmente modesto hotel Reynita, habitación 60, cuarto piso con ascensor que a veces no funciona. Quedaba en el 7 Rue de Douay, donde hoy está el hotel Place Clichy. Debajo del toldo rojo, en la piedra, aún mantiene el antiguo nombre.
Para quien quiera seguir los pasos de Piazzolla en París, lo importante es alojarse cerca de la Ópera, por lo tanto próximo a la casa de Nadia Boulanger, con quien iba a estudiar once meses en el 36 de rue Ballu. Hoy Place Lili-Boulanger, según la placa de homenaje en el frente del edificio.
En 1954 quedan atrás su infancia y adolescencia en Nueva York, su trabajo de cinco años con Aníbal Troilo (que lo llamaba Gato), los estudios por la mañana con Alberto Ginastera luego de trasnochar en los cabarets y varios años con su primera orquesta de 1946. Y, en principio, la decisión de largar el tango por la música clásica.
Nadia se deja llamar señorita (mademoiselle) cumplidos los 67 años de soltería. Amiga de Igor Stravinsky y profesora de 1200 alumnos (entre ellos, Burt Bacharach y Daniel Barenboim) escucha las ejecuciones en su impresionante piano de cola. "Sus obras están bien escritas", dice y quiere saber algo más sobre la vida de Astor. Él se sincera ante la ternura maternal de la profesora. Y en el piano toca Triunfal, porque no tenía el bandó (como llaman al baondoneón en Francia). Quiere abandonarlo, envuelto en un paño de terciopelo en el placard de su primer piso en el departamentito de Asamblea 1276, frente al Parque Chacabuco.
Antes de terminar la pieza, Nadia le anticipa la mitad de su futuro: "No abandone jamás esto, es su música". Ignora que tampoco iba a dejar la música clásica.
Sociales en el Barrio Latino
En 1954, en París hay una masa crítica de compatriotas que se ayudan para no sentirse desterrados. El arquitecto mendocino José Pons, de la misma edad de Astor, y su esposa, Jacqueline, los reciben en una casa medieval en el Barrio Latino detrás del Panteón (16, rue Descartes). Pons es un embajador sin cartera, amigo de todos, de Atahualpa Yupanqui a Mercedes Sosa. Piazzolla llega al mediodía y se queda desde el almuerzo hasta la medianoche porque le gusta comer bien. Una costumbre que no cambia nunca.
En los años cincuenta, el bandoneonista Marcel Feijóo es famoso, autor, entre otros temas, de As de copas, El pipiolo, Latigazo, A.T. (homenaje a Anibal Troilo) y SVP (S'il vous plaît). Astor quiere ganarse la vida porque las becas nunca alcanzan. Las reglamentaciones laborales francesas no permiten actuar en público, pese a sus antecedentes profesionales, pero le conceden grabar. Es lo que hace con la Orquesta de la Ópera de París, donde por primera vez toca de pie, apoyando una pierna sobre la silla. En esa sesión incluye SVP, de Feijoo, con el pianista Martial Solal, autor del tema de la película Sin aliento. En esa época germinal graba el disco Two Argentinians in Paris, con Lalo Schifrin (23 años, entonces).
En ese año tan pródigo escucha al Octeto de Gerry Mulligan y lo impresiona la capacidad de improvisación del conjunto del saxo de 27 años, que como él, además toca piano, compone y dirige. Llega a conocerlo y registran juntos, en 1974, el disco Summit.
Al volver a la Argentina, en 1955, cambia el tango y la música de Buenos Aires, mientras otras experiencias personales y su viaje a Estados Unidos demoran su triunfal retorno a París hasta 1969. Separado de Dede desde 1966 y en pareja con Amelita Baltar durante siete años, vuelve a París. Lo acompaña Horacio Ferrer, el aparcero poético del éxito notable de Balada para un loco.
Con vista al Sena
Cumple los 50 y durante 14 años la Ciudad Luz es la base del apogeo mundial que se prolonga y crece más allá de su muerte, en 1992. Inicialmente vive en el estudio del Mozarteum Argentino (Cite des Arts n 13).
Desde entonces, lo mismo que en Buenos Aires, se muda constantemente, pero sin comprar. Prefiere alquilar en lugares gratos. Por ejemplo, en la isla de Saint Louis, sobre el Sena, al lado de Notre Dame, con cinco puentes sobre el río, con sólo dos calles principales por donde paseaban Abelardo y Eloisa, los amantes trágicos del 1100. Con un puñado de antiguos hoteles del siglo XVII de valor histórico, tan exclusivos como deliciosos. Y, aunque sin acceso a sus viviendas, el turista puede verlas desde la calle e imaginarlas ventanas adentro.
Piazzolla vive, por ejemplo, en el pequeño departamento del N°13, cerca de la heladería Berthillon, la más famosa de París, donde siempre hay cola para comprar un cucurucho de gustos de estación. En la misma calle tuvo también un departamento más amplio en el número 54, al lado del hotel Du Jeu de Paume, con un piano vertical.
Astor recomienda los conciertos del domingo en las iglesias parisienses, habitualmente gratuitos, listados en la revista Pariscope, que cuesta centavos de euros y vale oro. Una de sus preferidas es la más vecina a su casa, en el 19 bis de la iglesia de Saint-Louis-en-l'Île. Construcción de 1726, estilo jesuítico, con su curioso reloj de hierro y su nuevo órgano.
Para recuperar los pasos de Astor en esta segunda y definitiva etapa en París, es enriquecedor hacerlo acompañado por un iPod o un MP3 como una pulga en la oreja. Su fecundidad, a través de la abundancia de sus creaciones, es increíble desde el tango, obviamente, hasta la música clásica.
Sin olvidar la discografia para películas. Son 44 bandas de sonido, entre 1949 y 1987, y en su etapa europea está incluso un tema inédito como demo para El último tango en París, que no fue incluido en la versión final del Gato Barbieri. El exilio de Gardel, dirigida por Fernando Solanas, tiene el Premio César de Oro (equivalente francés del Oscar) por su música en 1986, entregado en una ceremonia en la sala del Chatelet (frente al Pont Neuf), donde se estrenaría después el espectáculo Tango argentino, de Orezzoli-Segovia.
Filmada bastante más tarde, la película 12 Monos, con Bruce Willis y Brad Pitt, incluye la Suite Punta del Este, que Astor le dedicó originalmente a la Medalla Milagrosa. Él mismo dejó la partitura en la capilla del 140 Rue du Bac, a espaldas de la gran tienda Au Bon Marché (Métro Sèvres-Babylone). No es fácil ubicarla, por la modestia de su fachada. Nada que ver con la imponente iglesia del Parque Chacabuco.
Orion-Les Halles y Maxim
Para celebrar sus 60 años, Piazzolla reunió en un nuevo domicilio junto con Laura Escalada, su compañera desde 1976, a un grupo de amigos. De José Pons y Jacqueline a Horacio Ferrer, Jairo y el recién llegado Rubén Juárez, a quien le gustaban las bromas. Sabe que Astor odia la comida rápida y aparece con hamburguesas. Casi lo mata, como cuenta en una grabación casera dirigida a otros amigos porteños: Víctor Oliveros, Kiko Salvo, Mario Antelo y Atilio Talin, su apoderado, quienes mucho colaboran en este retrato como los libros de Natalio Gorin, María Susana Azzi, Simon Collier, Julio Nudler y Carlos Kuri, entre varias lecturas.
En el principio del final, los Piazzolla alquilan un sexto piso en el 4 rue des Innocentes, en la residencia Orion-Les Halles. Unos días antes comen en el tradicional Maxim (3 de Rue Royal), donde era comensal Ricardo Güiraldes antes de escribir Don Segundo Sombra.
El matrimonio tiene los pasajes comprados para regresar, cuando en la mañana del 5 de agosto de 1990 Astor se desploma por un derrame cerebral del que no se recuperó. Muere en Buenos Aires, casi dos años más tarde, el 4 de julio de 1992.
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