Así (de intenso) entrenan las bailarinas del New York City ballet
Constancia, perseverancia y determinación: las claves para superarse.
Convocadas por Puma, vinieron a Buenos Aires para presentar Velvet Rope, la nueva colección de la firma que, en esta ocasión, se inspiró en las mujeres que buscan alcanzar su mejor versión. Pero la invitación tuvo, también, otro objetivo preciso: mostrar que las bailarinas son atletas y, además de verse elegantes y distinguidas sobre el escenario, también entrenan fuera de las tablas y hacen sesiones intensas de workout (como las que podés ver en el video al final de la nota). Brazos sutilmente marcados, abdomen tonificado y piernas torneadas son las características que diferencian a las bailarinas. ¿Y cómo lo logran? No sólo con el baile sino con rutinas cardio que incluyen abdominales, sentadillas, planchas entre otros ejercicios. Y eso fue lo que mostraron las bailarinas en su paso por nuestro país.
Olivia Boisson y Unity Phelan forman parte del staff de bailarinas del New York City Ballet. En 2012 Olivia fue la primera afroamericana en unirse a la prestigiosa compañía de danza después de casi una década sin incorporaciones de mujeres de color. Por su parte, este año Unity Phelan -que comenzó a estudiar danza cuando tenía tan solo cinco años- fue promovida a bailarina solista. Voces autorizadas en el tema, charlamos acerca de su entrenamiento físico y mental, su alimentación y cómo enfrentan el día a día.
¿Creen que el ballet las eligió a ustedes o ustedes eligieron la danza?
Unity: creo que lo que elegimos conscientemente es esforzarnos al máximo cada día y todos los días. Me arriesgo, intento y vuelvo a levantarme una y otra vez. Es una disciplina que requiere mucho sacrificio pero, al mismo tiempo, cuando lo pienso, me doy cuenta que no cambiaría el ballet por nada en el mundo.
Olivia: es un camino en dos sentidos. Cuando empezamos, de alguna forma podríamos decir que la danza nos eligió a nosotras porque siendo tan chicas realmente no sabíamos de qué se trataba el ballet. Y, cuando crecimos elegimos la danza como nuestra carrera y modo de vida. Me di cuenta que el ballet era mi pasión cuando a los 13 años me lesioné la rodilla y tuve que dejar la danza por un año. Eso me motivó para recuperarme y convertirme en una profesional. Ser constante es lo más difícil en esta disciplina; hay que trabajar duro todos los días porque el progreso no se ve en forma inmediata. Y es eso mismo lo que puede desanimarte y frustrarte. Pero hay que seguir.
¿Un día típico en sus vidas?
Unity: nuestro día arranca a las 10 de la mañana en la Academia. Todas las mañanas tenemos una sesión de workout que dura entre una hora y una hora y media. Después ensayamos durante seis horas y por la noche tenemos el show. Terminamos la jornada como a las once de la noche, nos vamos a casa, cenamos y al otro día volvemos a empezar.
¿De dónde obtienen combustible para tanto desgaste físico? ¿Cómo es su aimentación?
Olivia: generalmente desayunamos con frutas y cereales y comemos snacks a lo largo del día para tener energía porque no podemos cargar al estómago con una comida pesada y después seguir bailando. Nueces, frutas -banana especialmente-, vegetales, barritas de cereales y mucha agua son claves en nuestra alimentación. Por la noche nos aseguramos de ingerir proteína, que puede ser a través de un buen plato de pastas. ¡Llegamos con hambre a casa!
¿Cómo entrenan la mente para cumplir con este programa de actividades?
Unity: las bailarinas aprendemos desde muy jovencitas a tener mucha disciplina. Somos perfeccionistas y no nos damos por vencidas hasta lograr nuestro objetivo. Uno de mis coaches una vez me dijo que nunca me sintiera menos que nadie; cada uno es diferente y especial en lo que hace. Entonces me aferro al concepto de ser feliz en mi individualidad. Eso me permite estar segura de mí misma.
Olivia: comparto lo que dice Unity y agrego que la disciplina viene de la inspiración que produce ver a quienes uno admira e intentar ser como ellos. En ese sentido trabajamos todos los días para mejorar cada vez más. La motivación es fundamental. La danza me enseñó a tener disciplina, a mentenerme en foco y a plantearme desafíos personales. En la escuela de danza aprendemos técnicas -que por cierto con muy precisas y difíciles de lograr-. Pero cuando estás en una compañía donde todos son buenos, de lo que se trata es de desarrollar tu potencial, tu creatividad, tu estilo y personalidad. Es un proceso y una búsqueda que, como toda en la vida y como el ballet mismo, tiene sus altibajos.
¿Qué te pareció el entrenamiento de estas bailarinas? Además te mostramos 5 minutos de entrenamiento de ballet fitness
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