Aprender en casa. Claves para que los chicos entiendan y que los padres no colapsen
Apenas habían pasado quince días desde que comenzaron las clases, cuando el covid-19 nos mandó a todos de vuelta a casa. No hubo tiempo de adaptación, de prepararse ni nada. De repente y sin previo aviso, pasamos de llevarlos a la puerta del colegio a ser las "comaestras" de nuestros hijos. Al mismo tiempo empezábamos a estrenar el homeoffice, a hacernos cargo de las tareas de la casa, de cocinar y de las compras online. Entonces tuvimos que sacar una paciencia infinita y una creatividad enorme para poder dar la mejor respuesta con los recursos que teníamos. Empezamos a hacer malabares para coordinar clases por Meet o Zoom, googlear cómo se divide o simplemente lograr que se queden un ratito sentados. Por momentos nos sentimos la Mujer Maravilla y en otros, sencillamente, desbordadas.
Como ya sabemos, cada crisis es una oportunidad. Esta pandemia en particular, además del estresazo, nos está trayendo algunos regalos inesperados que sería una lástima que no los pudiéramos apreciar. Por ejemplo, nos da la oportunidad de conocer a nuestros hijos como aprendices: verlos aprender, equivocarse, saber cómo son, cuánto se enfocan, cuánto se distraen, qué les cuesta más y qué les cuesta menos. Es una parte de la vida de nuestros hijos que hasta este momento quizá conocíamos poco o solo en los momentos en los que traían tarea a casa.
También aprendimos a valorar muchísimo más a los docentes. Al encontrarnos con este nuevo rol en carne y hueso, hoy nos damos cuenta de lo difícil que es ser un buen maestro. Hablamos con expertos y docentes para entender las claves de un buen acompañamiento, para intentar que esta experiencia sea un buen aprendizaje para todos.
ESTO NO ES HOMESCHOOLING
Los expertos coinciden en que esta nueva modalidad de enseñanza que comenzó a regir en nuestro país a partir del 20 de marzo y que trasladó la escuela a los hogares no es estrictamente homeschooling. La primera razón es que los padres que optan por educar a sus hijos por fuera del sistema tradicional de educación se caracterizan justamente por eso, por elegirlo. Y acá no hubo ninguna elección. Esta nueva forma de educación que estamos viviendo (que tiene mucho de e-learning, de virtual y de "a distancia", pero tampoco es todo eso) es algo que vino impuesto por las circunstancias y que no nos quedó otra que aceptar. Los expertos prefieren hablar, en cambio, de "educación en la emergencia".
A partir de la cuarentena, cada colegio, con los recursos que tenía y con el mayor o menor manejo de las nuevas tecnologías, tuvo que ingeniárselas para que los chicos siguieran recibiendo los contenidos curriculares básicos y garantizar así la "continuidad pedagógica". O sea, que no pierdan el año escolar.
CONSTRUIR EL OFICIO DE ALUMNO
Y ahí aparecimos nosotros, las supermamás y los superpapás. Y, un poco confundidos por lo novedoso de la tarea, empezamos a recorrer este camino de acompañar a nuestros hijos en el aprendizaje. Lo primero que hay que aclarar es algo obvio, pero que a veces nos confunde: no somos maestros, somos padres que acompañan. Eso quiere decir que no tenemos que alfabetizarlos ni enseñarles matemáticas. Lo que sí tenemos que hacer es ayudarlos a construir el "oficio de alumno". Es decir, a sumar las herramientas necesarias para aprender a aprender.
Hay muchas investigaciones que demuestran que este "oficio de alumno" es un gran predictor del éxito escolar y también del éxito en la vida. Porque, ¿quiénes tienen hoy más éxito? Las personas autorreguladas, autodirigidas, con más capacidad de organizarse y de hacer foco. La cuarentena es nuestra gran oportunidad como padres para ayudar a nuestros hijos a desarrollar esas habilidades.
Y esto lo podemos hacer de tres maneras:
- Organizando el espacio: antes que nada, ayudarlos a armar un espacio de trabajo donde puedan estar tranquilos, sin interrupciones, donde puedan tener todos los elementos que necesitan (la compu, los útiles, los libros) y la mínima cantidad de distracciones posibles. Para los chiquitos de jardín de infantes, preparar un espacio convocante es fundamental para que se enganchen con las propuestas. ¿Cómo podemos hacerlo? Lo ideal es que lo armen ellos, que lo decoren, le pongan fotos de sus amigos, de sus maestros, hasta de su sala del jardín.
- Acordando rutinas: ya lo sabemos, la rutina les brinda seguridad y confianza. Por eso es importante acordar con ellos una rutina flexible de horarios para hacer las tareas. Se puede construir en cartulina, pegar en la pared e ir marcando los horarios de cada uno con post its. Es una gran oportunidad para establecer acuerdos en familia que antes no eran tan necesarios. Y en ese sentido, vamos a tener que acordar primero cómo nos repartimos el uso de los dispositivos (a veces tenemos que compartirlos). Y después, encontrar un momento en el que nosotros estemos tranquilos para acompañarlos. A menos que la escuela tenga momentos de clases por Zoom o Meet, para el resto de las actividades lo ideal es buscar un momento que a todos nos venga bien, en el que podamos dejar de lado el celular y darles atención plena. Este es el punto más importante de todos. Porque si ese ratito (puede ser una hora o dos) no estamos disponibles, no les damos bolilla, es una especie de bola de nieve: las cosas no salen, nos enojamos y todo sale peor.
- Promoviendo la autonomía: este es el otro punto clave, que al principio nos va a demandar una gran cantidad de tiempo, pero es una inversión que luego nos va a permitir ir lentamente corriéndonos (sobre todo a partir de cuarto grado). La idea es ayudarlos de a poquito a que tengan autonomía. Por ejemplo, pedirles que digan con sus palabras qué es lo que les pide la consigna, preguntarles qué entendieron o revisar juntos lo que hicieron para ver si está bien. Si se traban, enseñarles a buscar ayuda (puede ser buscando en Internet o preguntándole a la maestra). Y si vemos que cometieron algún error, hacerles una buena pregunta o tirarles una pista para que se den cuenta de cómo corregirlo. Pero nunca, nunca, resolver la tarea por ellos.
A veces va a pasar que algún día no van a querer estar en la clase o hacer la tarea. Puede pasar. No importa, lo harán al otro día. Lo importante es que no se atrasen demasiado de tal manera que después no tengan la presión de querer hacer todo en un día, porque eso va a traer problemas seguro. Además, después de aprender, los chicos necesitan descansar para consolidar lo aprendido.
5 claves para educar en casa
Brenda Rivera Stearns es la autora de la cuenta @she_plusfive, donde nos cuenta todos sus aprendizajes y desafíos como mamá. Tiene cinco hijos y junto con su marido decidieron educarlos en su casa. Estos son sus consejos:
- BUSCÁ TU PROPIO RITMO: "Lo ideal es no tratar de copiar el ritmo escolar ni pegarse al reloj. Con mis hijos nos levantamos, desayunamos y después les doy clases a las más grandes. Luego almorzamos y me enfoco en los más chiquitos".
- "SOS SUFICIENTE": "Cuando enseñamos a nuestros hijos, no tenemos que olvidarnos de que lo que les estamos transmitiendo es la actitud con la que hacen las cosas. Si empezamos con la actitud ‘esto me está volviendo loca’, ellos también la van a tomar".
- "SOMOS UN EQUIPO": "No me pongo por encima de mis hijos, sino que estoy a la par y cuando surge algo difícil, entre todos le buscamos la solución".
- HACER BREAKS: "En esos días en que no tienen ganas o no están con una buena actitud, les propongo que se tomen un break. Y a veces también lo hago yo. Si me doy cuenta de que estoy a punto de enojarme, le pido a mi marido que tome mi lugar".
- ENFOCARSE EN LAS EMOCIONES: "Aprendí a dejar de lado mi perfeccionismo porque tal vez me den su tarea a la perfección, pero si por adentro su corazón está roto porque les grité para que lo hicieran, entonces, ¿qué importa más?".
Lo que la pandemia nos dejó
Por Andrea Cagliero. Directora general del colegio La Obra.
Lo que nos está dejando de positivo todo esto, al menos a nosotros que desde hace mucho tiempo venimos formando a nuestros docentes en el uso de las nuevas tecnologías, es que de un día para el otro tuvimos la urgencia de animarnos a crear nuevas y creativas maneras de enseñar. Y lo bueno es que nos animamos a un montón. Y que salimos muy fortalecidos cuando vemos todo lo que podemos lograr.
En lo personal, es hermoso ver cómo al principio había toda una resistencia no solo de los docentes, sino de los alumnos y alumnas. Y cómo después todos se fueron animando. A veces me pasa que entro a una clase virtual y por momentos siento que estoy en la clase presencial de la escuela. Y eso me maravilla. Cómo los chicos se animaron, se soltaron, fueron respetando las formas de silenciar el micrófono y ahora saben cómo tienen que participar. Y en el caso de las maestras, son admirables los recursos que están creando, diseñando, investigando, para poder estar más cerca de sus alumnos.
El trabajo que se está haciendo es muy artesanal porque nadie nos enseñó a dar clases de esta forma y tuvimos que salir de un día para el otro. Pero cuando hay ganas, compromiso y responsabilidad, el amor traspasa todas las pantallas.
Expertas consultadas: Melina Furman. Doctora en Educación y profesora de la Universidad de San Andrés. @melinafurman. Ruth Harf. Licenciada en Ciencias de la Educación y profesora de la Universidad de Buenos Aires. @ruthharf. María Ripoll de Olaizola. Directora general del colegio Las Cumbres. @lascumbres_colegio. Magdalena Virasoro. Lic. en Psicopedagogía y maestra del colegio Las Cumbres.
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