Amor libre. ¿Quiénes son y en qué creen los que arman parejas bajo esta premisa?
Viene de dos palabras: "feel free" (en español, "sentite libre"). Por estos días, a través del escritor español Borja Vilaseca, este latiguillo se convirtió en la bandera de una revolución en la forma de entender los vínculos. Los feelfreenianos se presentan como un colectivo social emergente de individuos que construyen sus relaciones desde la libertad. Si bien a priori suena bastante lógico, un escaneo rápido de la mayoría de nuestras relaciones más cercanas sería implacable: siempre hay, en mayor o menor medida, apego, control, posesión, celos, exigencias y una pila de expectativas depositadas en nuestras parejas (y vale para padres, hijos, hermanos y amigos).
Somos una generación de transición, en la que chocan los nuevos y viejos paradigmas e intentan crear uno nuevo. La era de la libertad y de la responsabilidad personal está cuestionando todas las verdades que dábamos por sentadas –como la monogamia, por ejemplo–. Mientras las estructuras se desmoronan, buscamos cada vez más la libertad de pensamiento, romper los moldes e imaginarnos fuera de la caja.
En este contexto, los feelfreenianos se reconocen cocreadores de su realidad y asumen la responsabilidad de trabajar el interior para respetar y potenciar las libertades de los demás. Sobre estas bases, lanzan una invitación transformadora, una especie de mantra y un punto de partida para cualquier vínculo: sentite libre. Pero la propuesta no es tan light; implica un compromiso enorme con el desarrollo individual, el autoconocimiento y una conexión profunda con el ser para lograr correr el ego y así cultivar relaciones libres y conscientes. La promesa es una ola expansiva de amor y libertad, y la evolución hacia relaciones auténticas e incondicionales. Suena lindo, pero las que pasamos las tardes sufriendo con Andrea del Boca, ¿seremos capaces de curtir el feel free?
¿Qué es ser feelfreeniano?
Los feelfreenianos son individuos libres que construyen sus relaciones desde el ser y no desde el ego. Para ellos, el ego es una cárcel y los vínculos carcelianos son ineficientes y, a esta altura del partido, insostenibles. Los feelfreenianos se desafían a escapar de lo establecido, buscan sacarle brillo a su "anormalidad" y abrazan eso que los hace únicos y que habían perdido en el camino por culpa de las voces del afuera. Defienden una forma de vivir rompiendo los moldes y cuestionando de dónde vienen sus propias ideas. Aseguran que todos tenemos un "carceliano" dentro que quiere ser liberado y que el camino para conquistar la libertad interior puede ser incómodo, generar reacciones y reproches en las relaciones tal como las conocemos hasta acá –encadenadas, con tintes infantiles, terror al rechazo y altas dosis de apego–. Resultan provocadores, pero se la bancan, porque confían en que es la única manera de transformar definitivamente la forma de relacionarse con el entorno.
¿Cómo bajarlo a la práctica?
Seamos sinceras: es un tema complejo para pensarlo en pareja. Tenemos un background de siglos adoctrinadas con los conceptos de la "media naranja" y el "amor para toda la vida", pase lo que pase. Si a eso le sumamos otros factores culturales, como la influencia de la música pop y sus baladas (las que tenemos más de treinta llevamos impresos en el ADN emocional esos estribillos agónicos estilo Ricky Martin: "Vuelve, que sin ti la vida se me va"), el escenario para pensar una pareja 100% desde las bases feelfreenianas se nos pone, por momentos, bastante cuesta arriba. Las dudas se multiplican, y van desde cómo sería instalarse en elegir "libre y responsablemente" no ir más a los asados con los amigos de tu pareja –o si, de repente, él no quisiera participar de tus eventos familiares– hasta la posibilidad de abrir la pareja a terceros si es lo que alguno de los dos lo desea en determinado momento. ¿Y si uno de los dos está más en la onda free que el otro? La idea no es que uno proponga y al otro no le quede más remedio que aceptar las nuevas reglas para cuidar el vínculo. Todo muy lindo con no tomarse las cosas personales y elegir desde el deseo en la teoría, pero quizás en la vida real el equilibrio entre la voluntad personal y la responsabilidad sexoafectiva por momentos se vuelva inestable.
Sin embargo, y sin ánimos de pretender instalar un modelo feelfreeniano full desde este mismo instante, podríamos empezar tomando como referencia algunos de los insights más inspiradores de esta filosofía. La propuesta es abrirnos a una nueva mirada y bajar a la práctica conceptos y herramientas que puedan generar mejores encuentros y tengan un impacto positivo en tu relación:
- Empezá por vos. El concepto raíz es un viaje hacia adentro y es personal. Primero tenés que conocerte, aprender a sanarte, honrarte, respetarte y darte lo que necesitás. De esa manera, te transformás vos y así podés repensar tus vínculos. Es el paso fundamental y excluyente para iniciar relaciones más sanas y conscientes.
- Aprendé a decir que no (y sostenelo). Los feelfreenianos dicen que es la cima de la autoestima. Animarte a decir que "no" a algo que realmente no querés o no podés hacer va a ayudarte a entender desde dónde te estás relacionando, si estás acostumbrada a decir que sí por miedo a las consecuencias y si del otro lado te quieren incondicionalmente. Poder elegir sin miedo, sin obligaciones y sin culpa es parte de la responsabilidad afectiva y vale para todos los temas que puedan surgir en una pareja.
- Aceptá un "no" como respuesta. Para que el otro realmente se sienta libre, necesitamos respetar sus decisiones sin patalear, sin poner en marcha el kit de golpes bajos para generar culpa y sin decodificar una negativa como rechazo o falta de amor (o de interés, o de compromiso). Y ojo, que aceptar no es lo mismo que resignarse o que callarse la boca para no empeorar las cosas. La llave del éxito es alcanzar un entendimiento genuino de los procesos individuales de cada uno, respetando la libertad y el derecho del otro de elegir algo diferente. De cualquiera de las partes, un "no" no debería desencadenar un conflicto.
- Apuntá a la comunicación entre individuos. Hablá de lo que te pasa a vos o de lo que te molesta sin acusar, ni juzgar, ni describir al otro. Si te preocupa algún tema, contale cómo te sentís sin caerle con una hipótesis cerrada (tratá de eliminar las sentencias tipo "no te gusto más", "debés estar con otra", "no tenés ganas de estar conmigo", "no te importa nada"). Abrite a un diálogo honesto, en el que ninguna de las partes se sienta atacada ni tenga que activar los mecanismos de defensa. En una discusión, asegurate de dar aire y tiempo para procesar la data.
- No te estreses con los rótulos. Que te copen los pilares de la vida feelfreeniana no quiere decir que necesariamente estés aceptando la poligamia ni las relaciones abiertas. Los detalles de cada acuerdo tienen que ver con lo que cada pareja elija de forma responsable.
- Sé un poco feelfreeniana en todas tus relaciones. Nadie vino al mundo a cumplir con las expectativas de nadie. Ese solo concepto, llevado a la práctica, repitiéndotelo para vos y para los demás, puede oxigenar todos tus vínculos. El ejercicio de observar dónde ponés el control, las presiones o las culpas, de dónde vienen las frustraciones, los celos o los enojos, puede ser un enorme primer paso para transicionar desde el viejo paradigma del ego a una nueva actitud que expanda tu corazón.•
En Youtube: Si te interesó el tema, mirá la conferencia de Borja Vilaseca "Cómo construir relaciones libres y conscientes". En IG: @borjavilaseca.
Entrar y salir equilibradamente
Por Sebastián Girona. Psicólogo especialista en vínculos. @sebastiangirona, www.sebastiangirona.com.ar
"Yo soy yo y vos sos vos, yo no estoy acá para satisfacer todas tus expectativas como tampoco vos estás para satisfacer todas las mías; si en algún momento de la vida podemos encontrarnos, va a ser maravilloso, y si no nos encontramos, no será".
Esta es la declaración de principios de la Gestalt, una de las corrientes psicológicas más poderosas tomada por varios autores para pensar muchas problemáticas de la vida moderna.
Si la analizamos en detalle, la oración sostiene muy claramente que no tenemos que satisfacer todas las expectativas del otro, pero esto implica que en alguna medida alguna expectativa del otro en la pareja voy a intentar satisfacer. No es sano que no se intente satisfacer una mínima expectativa porque si no, no tenemos pareja. La pareja es sinónimo de apego, pero de un apego sano.
Al mismo tiempo, los seres humanos, como animales que somos, tenemos cierto nivel básico de posesividad, o sea que, por más mínimo que se presente, algo de este sentimiento aparece. Por supuesto que esto llevado a un extremo es patológico y no tiene nada de romántico, pero en un nivel básico es normal y le puede hacer bien al vínculo.
Todas las parejas tienen que construir un "nosotros" y ese lugar será decisivo para la relación porque desde ahí deberán decidir cuestiones cruciales y cotidianas también. Pero atención, construir ese lugar no es sinónimo de perder individualidad ni mucho menos. El gran desafío que tiene toda pareja es construir y mantener ese "nosotros", y como si fuera poco, los integrantes de la relación deberán aprender a entrar y salir de ahí todo el tiempo.
Una pareja sana se equilibra a partir del proyecto de los dos, basado en el "nosotros" de la pareja como eje central, pero a cada lado de este tiene que estar el proyecto individual de cada uno de los integrantes de esa relación y cada uno de estos tres proyectos es igual de importante, solo que alternarán su importancia según el momento.
Las 10 leyes de su filosofía
- Son responsables porque entienden que son humanos y se equivocan: sufren perturbaciones, pero no se culpan a sí mismos ni culpan a los demás. No se victimizan, ni se machacan, ni se regodean en el dolor.
- Liberan a los demás de tener que cumplir sus expectativas: fluyen. La buena noticia es que así nunca se decepcionan.
- Se relacionan desde el desapego: la plenitud y la completitud no dependen de la existencia de otra persona. No necesitan una pareja "que los complete", mucho menos que su felicidad dependa de otros.
- Quieren y aceptan a los demás por lo que verdaderamente son: ningún comportamiento del otro limita ni condiciona su capacidad de amar. No se toman nada personal.
- Aceptan y respetan al otro como es, aunque no estén de acuerdo. Confían en las personas y no intentan cambiarlas. No manipulan, ni presionan, ni chantajean para conseguir lo que quieren.
- No se preocupan en parecer buenas personas para quedar bien: se priorizan y no les importa que el amor propio pueda ser juzgado como egoísmo.
- Son autosuficientes: la relación más importante es con sí mismos y necesitan estar a solas para cultivarla. Se conectan con otros individuos a nivel profundo, pero no sienten dependencia social ni ansiedad por ser aceptados por grupos.
- Son auténticos: dicen la verdad de lo que sienten y se exponen. No dan excusas ni se justifican por miedo al rechazo.
- Admiran, inspiran, aprenden y se nutren: no se comparan, no sienten envidia.
- Plantean la paradoja de la libertad: cuanto más separados, más unidos y conectados.
Experta consultada: Lic. Mariana Kersz. Psicóloga y sexóloga. @lic.marianakersz. clinicadeparejas.com
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