Adoptar un perro: una demostración poderosa de amor
En Esteban Echeverría, en una zona rural, cerca de Ezeiza, funciona El Campito, un refugio de perros que desde 2009 se dedica a rescatar perros, cuidarlos y darlos en adopción. Su existencia y su crecimiento tiene que ver con el amor de las personas por los animales, y por un deseo de contener una situación que a veces los desborda.
Nany Salgado fue la iniciadora. En una época en la que todavía no existían redes sociales, ella recibió por mail la foto desoladora de una perra detrás de las rejas y sintió eso que los humanos dimos en llamar empatía. No la quería dejar así, entonces le pidió a su marido que la ayudara a rescatarla de una perrera. Julieta fue la primera que se quedó en el parque enorme de su casa, después Nany se enteró de otros perros que también necesitaban ayuda y los recibió, llegó a tener setenta perros, entre ellos, muchos discapacitados. Con el marido compraron un terreno en donde armaron caniles para recibir más perros. Antes de que existiera la ley, sancionada en 2008, a los callejeros se los podía matar para controlar la población de animales sin dueño, pero los que no morían eran encerrados en condiciones espantosas, a veces en jaulas más chicas que su propio cuerpo. En uno de los primeros rescates llegaron trescientos de un Centro de Zoonosis.
Creció la idea de armar una institución y se sumaron más personas. Hoy el equipo estable lo componen quince cuidadores y tres veterinarios que cobran un sueldo y mantienen un trabajo en blanco para garantizar lo esencial, que es la alimentación, la limpieza y la medicación. Uno de sus responsables es Sergio Moragues, Director de Relaciones Institucionales, un abogado que llegó alguna vez para buscar un perro y eligió quedarse para ayudar. Con él hablé para que me cuente cuáles son las tareas del refugio y cómo una persona habituada a tratar con leyes terminó dedicándose a cuidar perros.
-Tengo la sensación de que en otra vida fui perro callejero. Desde siempre tengo esa conexión con ellos, de chico jugaba y de grande los perros se me acercaban. Ellos tienen un sexto sentido y saben a quién le tienen que pedir las cosas, donde estaba yo y había un perro que la estaba pasando mal, se me sentaba al lado, me buscaba.
Llegó al Campito porque tenía dos perros, pero quería adoptar a un perro viejo que hiciera la diferencia. Fue en octubre de 2010. Por entonces su pensamiento era como el de la mayoría, creía que a los los perros discapacitados había que evitarles pronto el sufrimiento con eutanasia. Pero se encontró con perros ciegos y sin algunas de las extremidades que parecían adaptarse lo más bien. Se quedó con Zorrito, un perro de pelaje colorado ciego, feo y malo, con los dientes salidos, enojado con la vida y con los hombres. Lo adoptó porque supo que nadie lo haría y le tuvo paciencia.
-Me mordió ocho veces, hasta que hice un viaje, lo llevé a Córdoba con otros perros y ahí se dio cuenta de que no quería hacerle daño, y nunca más mordió, dormía conmigo, jugaba con los demás. Murió de viejo, enfermo. Se fue, tranquilo, en paz. En estos años tuve muchos perros viejos. Como sé que se van a ir y no tienen una casa, yo prefiero que se vayan con olorcito a hogar.
La idea del refugio a veces es un poco romántica, dice Moragues. “Lo ideal es que el animal esté en una casa”. Explica que en El Campito tienen atención médica, buen alimento y están abrigados, pero los perros quieren estar al lado de un ser humano. El refugio no es su hogar, o es su hogar transitorio.
-¿Cómo es el procedimiento cuando rescatan a un perro?
-El trabajo es rescatar a los que peor están en la calle, los recuperamos para darlos en adopción. La realidad es que los casos superan a las posibilidades que tenemos de los que ingresamos. No podés rescatar a todos los perros, llegan pedidos y tenés que elegir entre casos que son igual de graves y te conmueven igual, pero no podés decir que sí a todos.Tenés que pensar si tu misión abarca a todos los perros que están en la calle o les vas a dar la mejor calidad de vida a los perros que están en el refugio. Me parece que cuando lo pensás así, la decisión es que los que están en el refugio estén bien.
-¿Cuántos perros hay ahora?
-Toda la población entre los que viven en El Campito, los que tenemos en tránsito en nuestras casas, tenemos 750 perros. La capacidad máxima es esa, tratamos de no llegar a ese número. Cualquiera que quiera trabajar en serio, lo considera como un hogar de tránsito pero hay perros que nunca se van a ir del refugio. Entonces, al tener menos cantidad, lo que tienen es mayor comida, mayores espacios, menos estrés. Pueden vivir mejor. Hay otros que no se adaptan, conseguimos hogares de tránsito, nos hacemos cargo de su alimentación.
-¿Y por qué quienes lo cuidan no los adoptan?
-La mayoría se termina convirtiendo en adopción. Pero hay casos en que el perro tiene alguna enfermedad y la gente no sabe si se va a poder hacer cargo. Nosotros pagamos veterinario, alimento, así la gente que tiene amor para dar, y por ahí no puede por una cuestión económica, puede cuidarlos.
-¿Qué tipo de alimento le dan?
-El alimento siempre es caro. Se consume alrededor de 9 mil kilos de alimento por mes, se llegó a consumir 15 mil, eso permitió que se compre en fábrica.
-¿Cómo obtienen los ingresos? ¿Es gente que colabora, tienen empresas que ayudan?
-No aceptamos nada del Estado, ni subsidios. Como siempre hay una tensión en cuanto a las políticas públicas, no podemos depender de las personas con las que tenemos que pelear. Se busca para mantener la independencia que sea mucha gente que aporta poco dinero, así está muy atomizado y no hay tanto riesgo, es una manera de protegerlos. Sí tenemos apoyos de empresas. El lugar es atractivo para que las empresas traten de asociarse. Aportan para infraestructura, mejoras, con eso hemos construido caniles, compramos vehículos. La mayor preocupación es ser sustentables y que podamos mantenerlo en el tiempo. Ese porcentaje tratamos de que nunca supere el 15 o 20% de los ingresos totales.
-La mayor parte son rescatados que tuvieron algún problema, pero ¿también hay perros sanos?
-Muchos se recuperan y están sanos. Hay cachorros, perros jóvenes. Pero tenemos una población grande de perros gerontes. El refugio es una herramienta de una organización que está dedicada a trabajar en la cabeza de la gente. Cuando empezó El Campito la gente quería cachorros. Nosotros tenemos más de cien perros discapacitados, perros ciegos es más común, hay muchos discapacitados motrices, que usan el carrito.
-Ahora se ve más en la calle.
-No solo se ve más en las adopciones, se ve también en la gente que nos escribe y nos cuenta que su perro se quedó paralítico, muchos por vejez, y el veterinario les dice que lo tienen que sacrificar pero ellos ven que los nuestros viven bien. Eso nos obligó a crear una especie de grupo de autoayuda, de adoptantes de perritos “discas”, que comparten sus experiencias, quitan angustias. Ninguna vida es descartable, no somos fanáticos si el perro sufre con una enfermedad terminal, pero en muchos casos se recomienda eutanasia cuando el perro no lo necesita, en ese caso sí es parte de nuestra lucha.
-También hacen movidas, como la caminata por Palermo.
-Una de las cosas distintivas del Campito cuando se fundó, es que no había ningún refugio que invitara a la gente a visitarlo. En general todos funcionaban a escondidas. Hay muchos seguidores que no van al Campito, por un lado porque piensan que se van a emocionar mucho, o porque dicen "me los voy a querer llevar a todos", que tampoco es posible, porque hay un procedimiento para las adopciones que es complejo. Entonces sacamos el refugio a la calle, la "Caminata por la vida", va por la octava edición, es traer perritos discapacitados a que hagan una caminata por Palermo. Invitamos a la gente a que los acompañen, que vaya con su perro. Hay una previa de concientización, y la caminata y cierra con un recital o un discurso.
-¿Quiénes se acercan?
-Hay una cantidad de gente que nos escribe y nos cuenta que va al Campito como terapia, que les hace bien ese contacto y verlos a ellos, la verdad es que los perros ni se dan cuenta si tiene una discapacidad, se adaptan, hacen su vida, y son felices. Eso también es importante, vienen asociaciones que traen gente, es terapéutica la energía del perro. Y es un ejemplo cuando los ves vivir a pesar de todo.
Para el día del amigo lanzaron un proyecto con una asociación que se llama El Arca. Ellos trabajan en Moreno, con chicos en condiciones de marginalidad y pobreza.
-La idea es que ellos mismos cuiden a los perros y sean artífices de la transformación que le proponemos al barrio con los animales y los chicos. El día del amigo vendrán 30 chicos, ahí van a aprender cosas que van a poder aplicar en el barrio. Después vamos a ir nosotros para aplicar cosas que vamos a trabajar con ellos, creemos que tienen un valor y un potencial para transformar el lugar en donde viven.
Este es el trabajo de El Campito, como verán, mucho más que un refugio de perros de la calle. Espero que les haya gustado y les resulte útil. Pueden acceder a más info en su web https://www.elcampitorefugio.org/ o en Facebook https://www.facebook.com/elcampitorefugio/
A mí me encuentran en kariuenverde@gmail.com o Kariu en Verde
Abrazo enorme.
Kariu
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