7 pasos para superar conflictos del pasado
Tranquila, no te vamos a proponer hacer un paquete y tirar vivencias y recuerdos al tacho. Tampoco se nos cruza por la cabeza sugerir que dejes de saludar a tus ex o que descuelgues todos los portarretratos de la casa de tu mamá. Todo lo contrario. La idea de esta nota es invitarte a hacer la prueba de abrir bien los ojos, tomar la punta del hilo que te ayuda a salir del laberinto del pasado y predisponerte a mirar qué hay del otro lado de tu ventana mental y emocional. Siempre, con la mirada hacia adelante.
¿Cuál es tu atrás hoy?
Hay un pasado que nos sustenta, que nos sostiene, que nos da soporte y estructura. A ese no hace falta mirarlo, porque es nuestro compañero y sabemos que siempre está. Pero también hay otro, menos constructivo, que no suma y ocupa lugar. Y es este último el cual te proponemos explorar, ese que es solo tuyo y representa tu "atrás" personal. Ese que te incomoda, que te pesa y no te deja avanzar. Cada una podrá nombrar el suyo: quizá sea un vínculo, una vieja vocación, algún rasgo de tu personalidad que ya no resuena en vos, alguna escena que te quedó grabada a fuego. Y a veces nos pasa que seguimos peleándonos eternamente con ese "atrás" en vez de dejarlo ir y nos quedamos pegadas a situaciones que ya no tienen retorno. Pero ojo, dar la espalda no es huir, no es negar, no es ignorar. Dar la espalda, en este caso, es elegir. Elegir qué mirar y qué no. Seleccionar con qué recorte del pasado nos quedamos y cuál desechamos. Es no cargar con tooodo el combo, sino extraer las experiencias, sacarles el aprendizaje y, a todo el resto..., simplemente chau.
La magia del orden mental
Muchas veces nuestra mente está sobrecargada: de información, de datos, de estadísticas , de chats, de agendas propias y ajenas, de listas de pendientes... Pero... ¿qué pasaría si hiciéramos orden? Un orden lindo, amoroso, terapéutico. Un orden que no niegue sino que abrace. Un orden que agradezca y deje ir. Claro, hay que estar atentas porque es un trabajo diario, un "solo por hoy". Un desafío día a día. Porque la realidad cambia, se mueve, y siempre, siempre, es diferente. Diferente y algo más, algo mucho más difícil: incierta. Por eso, acompañémonos en este "mientras tanto" y hagámonos amigas de la incertidumbre. Cuando una confía, muchas veces no hay certezas absolutas.
¿Por qué nos aferramos?
Muchas veces nos cuesta desprendernos de recuerdos, personas o situaciones que significaron mucho para nosotros. Puede ser que nos hayan lastimado o que nos hayan regalado buenos momentos pero que ya no están en nuestras vidas.
Nos aferramos para no sentir el dolor, el miedo o la tristeza que nos da desprendernos de eso que ya pasó. Puede ser una época –"cuando teníamos veinte y estábamos todas solteras"–, una persona –"no voy a poder vivir sin él"–, un objeto –"ese anillo que me regaló cuando cumplimos cinco años"– o simplemente un recuerdo –"cuando trabajaba full time antes de ser mamá"–. Todo esto nos mantiene enganchadas al pasado, a lo que hubiéramos querido que fuera o a lo que pudo ser y no fue. La mala noticia es que es un círculo vicioso. La buena es que se puede zafar.
Atravesar este proceso implica sabernos capaces de sentir ese dolor, y también vivirlo, sin negarlo o querer taparlo. Porque, a pesar de su mala prensa, la tristeza es necesaria y sanadora, la tristeza limpia y ayuda a liberar. Así que cuando aparezca, ya sabés, date unas palmaditas en la espalda, comprate ¼ kg de helado de tu gusto favorito, poné una serie en la tele y mimate un rato. Sumergite en lo que sea que aparezca sabiendo que, como todo, ya va a pasar.
7 pasos para ponerte en modo forward
No está mal ser ambiciosas, pero cada tanto también es saludable detenerse y valorar. Aceptar y estar agradecidas. Dejar de exigir y exigirnos, dejar de correr. Quizá no tengamos la familia de un comercial de televisión ni el jefe más comprensivo del mundo. Quizá las próximas vacaciones no podamos pasarlas en una isla desierta con Bradley Cooper. No importa, sonriámosle a nuestro presente, reconozcamos, hagamos un stop y llevemos la vista a lo que hay. Porque es nuestro, porque tiene nuestra impronta y color y porque nos alcanza y nos conforma –o sea, nos da una forma única– en todo lo que somos.
Por eso, te proponemos un plan de acción para que puedas dejar todo lo que sobra en "tu atrás":
1. Empezá por lo más simple: siempre es más fácil comenzar por lo chiquito. Por ejemplo: si te separaste, hacé orden en el placard, volvé a apropiarte de la parte que le correspondía a él cuando vivían juntos y posponé para una segunda etapa la redecoración de todo el cuarto.
2. Dejá de lado la nostalgia: podemos recordar con añoranza y tristeza o podemos sonreír y hacerlo con amor. Si lo que estás dejando ir fue una buena época, rendile homenaje con alegría. Si no lo fue, no te enganches, el efecto rebote puede ser igual de nocivo. Cada vez que aparezca esa sensación, correte hacia un costado y dejala pasar.
3. Aceptá la forma en que todo fue: nuestras vidas se van armando con piezas que, encastradas una al lado de la otra, terminan formando un rompecabezas perfecto. Tené confianza. Parece una frase trillada, pero todo (todo) lo que pasa, definitivamente por algo es.
4. Soltá conflictos: quizás esa relación no haya funcionado porque no tenía que ser, o el vínculo con ese familiar nunca llegará a transformarse en lo que vos quisieras. Y sí, a veces pasa. Y también, aunque duela, es saludable asumirlo.
5. Apoyate en la gente que te quiere: una amiga, hermana o hermano, alguno de tus padres, un compañero de trabajo... Las posibilidades de contención que nos ofrece la vida son infinitas y muchas veces estamos tan distraídas que no las tenemos en cuenta. Afilá tu percepción, seguro alrededor tuyo haya personas dispuesta a sostenerte y ayudar.
6. Adecuá tu entorno: sacá de tu casa fotos que ya no te hagan bien, borrá contactos del celu, limpiá objetos y personas. Sé coherente con lo que hacés y lo que sentís internamente que necesitás.
7. Tomá decisiones: y sí..., quizás haya llegado el momento: de cambiar de trabajo, de decirle "chau" a esa pareja, de vender la casa de tu infancia o de donar toda esa pila de ropa que duerme en tu placard. Y está bueno, y es sanador. Y también terapéutico, porque ponerse en marcha también implica ejercer la libertad.
La salida del laberinto
En la mitología griega, Ariadna, hija del rey Minos, idea la forma para que Teseo, su enamorado, salga del laberinto en el cual se encuentra atrapado. Lo hace entregándole un ovillo que el joven usa como guía en su camino de salida. El hilo simboliza el lazo que une las cosas, aquello que vincula el pasado con el presente, nuestro ser interior con el exterior. Lo eterno con lo pasajero.
Por eso, la idea de esta nota no es desconocer nuestra historia, nuestra experiencia, nuestras vivencias, ni tampoco queremos darle la espalda a nada de lo que nos trajo hasta acá. Gracias a eso somos las que somos, gracias a lo que hemos vivido somos fuertes, audaces, valientes. Y también jefas, madres, amigas, hijas, hermanas. Somos presentes y aventureras. Pero sobre todo, somos curiosas. Y la mejor manera de explorar la curiosidad es con inocencia. Inocencia y libertad. Por eso, entonces, adelante. Soltemos el hilo y entreguémonos al misterio. Con confianza. La vida es evolutiva y lo que sea que traiga será siempre lo que nos toque transitar. •
¿Sos de nostálgica?¿De aferrarte al pasado? ¿O te va la idea de vivir el hoy? Te recomendamos también: Qué es la Sofrología y por qué volvió
Maquilló Andy Pisani para Sebastián Correa Estudio con productos Givenchy. Agradecemos a Umbral y Silvana Swiss Original por su colaboración en esta nota.
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