5 edificios embrujados de Buenos Aires: ¿cuáles son sus tenebrosas historias?
Lugares ideales para los amantes de lo tenebroso, te contamos las leyendas urbanas que los rodean
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Quizá uno no se lo imagina, pero la Ciudad de Buenos Aires está plagada de mansiones misteriosas y edificios abandonados que esconden historias trágicas que se comparten de boca a boca entre los vecinos. Elegimos cinco de nuestros favoritos para contarles sobre sus mitos paranormales.
Palacio de los bichos
Si quisieras organizar un tour fantasmagórico, la sugerencia es arrancar en Villa del Parque. En la calle Campana 3220 está la mansión de cinco pisos conocida como “el Palacio de los Bichos”. Debe este nombre a que, en su origen, la construcción se encontraba ornamentada por unas gárgolas con formas de animales.
Cuenta la leyenda que un aristócrata italiano de apellido Giordano construyó este castillo como regalo de casamiento para su única hija, Lucía. Llegó el día de la boda y la fiesta se celebró en el palacio. Pero cuando los novios se iban en un coche a caballos y los invitados los saludaban desde los balcones, un tren de carga que llegaba a la estación sin luces los atropelló y murieron en el acto. Su padre, quien vio todo el accidente, destrozado cerró la mansión y durante muchos años luces y bailes fantasmales en el interior asustaron a los vecinos. Hoy en día, en el edificio funciona un spa, pero mucha gente asegura que los fantasmas de los novios aún deambulan por la zona de las vías.
Mansión Colombo
La segunda parada es en la Av. Entre Ríos 1081, en pleno barrio porteño de San Cristobal, donde hay un enorme caserón de tres pisos, erigido a principios del siglo XX por obra del prestigioso arquitecto de época Virginio Colombo.
En 1926, los Rocatagliatta y sus mellizos de 17 años, Emmanuel y Vittorio, se instalaron en la planta alta de la casona. En la planta inferior vivía la familia Zick y su hija Celina Amparo de 16 años. Los mellizos no tardaron en disputarse el amor de Celina.
La rivalidad entre los hermanos llegó tan lejos que terminó con Vittorio ahorcando y matando a su hermano y quitándose la vida de la misma manera. Por la mañana, fue su madre quien encontró primero el cuerpo de uno de sus hijos y luego el del otro, muriendo de un infarto en el momento. Así nace el mito de que en las noches de lluvia aparece la figura del ahorcado en el mirador de este edificio.
Casa de los leones
A tan solo unas cuadras de este caserón, está “la casa de los leones” (Montes de Oca 100, Barracas). Esta mansión perteneció a Eustaquio Díaz Vélez, un terrateniente muy importante en Buenos Aires a fines del siglo XIX. A Eustaquio le fascinaban los leones, tanto que hizo traer tres ejemplares desde África para adoptarlos como mascotas.
La leyenda dice que el día del casamiento de su hija, mientras transcurrían los festejos, uno de los leones se escapó de la jaula, atacó al novio y lo mató. La joven viuda no pudo soportar el dolor y se suicidó al poco tiempo. Su padre, deprimido y solo, vendió entonces los leones, pero, curiosamente, mandó a construir estatuas de estos animales que aún hoy decoran la mansión. Entre ellas, una de un león atacando a un hombre. Dicen que los fantasmas de la pareja permanecen en el lugar, penando por su injusta muerte. Actualmente, este edificio es sede de la fundación Vitra.
Iglesia de Santa Felicitas
Solo hay que caminar 10 cuadras desde la casa de los leones, para encontrarnos con la Iglesia de Santa Felicitas. Esta iglesia fue construida en Barracas en honor a la trágica historia de Felicitas Guerrero, quien a los 15 años fue obligada a contraer matrimonio con Martín de Alzaga, que le doblaba la edad y con quien tuvo dos hijos. Uno murió a los seis años y otro nació sin vida. A los 26 años Felicitas ya había enviudado. Siendo “la mujer más hermosa de la república”, la joven viuda y adinerada era el objetivo de conquista de todos los hombres de su época, pero quien llevaba más ventaja era Enrique Ocampo Regueira. Como Felicitas se negaba a casarse con él, Don Enrique despechado la mató de dos balazos y se suicidó.
La leyenda barrial asegura que quien toca las rejas que protegen la iglesia encuentra al amor de su vida. Por eso a la reja le faltan varias partes de hierro y hay extremos doblados por quienes quisieron llevarse consigo algún trozo. Según este mito, cada 30 de enero, si atas un pañuelo blanco a la reja de la iglesia y este aparece húmedo (por las lágrimas de Felicitas) tu amor llegará y se quedará para siempre.
Castillo de La Boca
El spot ideal para terminar este recorrido paranormal está a unos 20 minutos caminando desde la Iglesia Santa Felicitas. Ahí vas a encontrar el famoso Castillo de La Boca (Wenceslao Villafañe 361). Es imposible pasar por ahí y no sentirse hipnotizado por esa torre, la cual esconde una leyenda muy conocida por los vecinos del barrio.
A principios del siglo pasado, María Luisa Auvert Arnaud mandó a construir este edificio y luego lo puso en alquiler. En la torre vivía y tenía su taller Clementina, una artista plástica. Cuentan que una vez un periodista fue a entrevistarla y tomó algunas fotos de sus obras. Cuando reveló las fotos encontró figuras de duendes emergiendo de los cuadros y entre los muebles. Unos días después de ese hecho, los vecinos escucharon un disparo proveniente de la casa de la pintora, pero cuando entraron al lugar no había rastros de ella. Nunca más se supo nada de Clementina. Cuentan que todavía hoy en el edificio se escuchan gritos y los objetos desaparecen.
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