¿Y las propuestas sobre educación?
Empezó la campaña política. En la Argentina, cada dos años tenemos elecciones legislativas o de cargos ejecutivos. Son momentos de disputa, de promesas y también de desvalorización de lo que los otros hicieron. Se enuncian acciones individuales, deseos y proyecciones. La mayoría de los políticos aseguran que la educación es el eje principal del presente y futuro de la Argentina. Pero, ¿por qué nadie habla de las ideas y propuestas para mejorar eso que todos reconocemos como esencial? En este sentido, se hace imposible hablar de futuro y de un acuerdo sobre temáticas que excedan uno o dos períodos presidenciales.
Es necesario diseñar proyectos y acciones que contemplen el mediano y largo plazo y convocar a diferentes actores sociales, profesionales y generacionales. Ya no se puede pensar en reformas educativas que pongan foco en los contenidos y los diseños curriculares como hace 30 años, sino que se deberían impulsar procesos de transformación educativa de múltiple impacto. Para ello deben estar presentes no solo educadores y políticos. Hay que ampliar espacios con especialistas en áreas como ciencia y neurociencia, medicina, jóvenes que hayan egresado recientemente del sistema escolar, familias, empresarios de diferentes áreas, emprendedores, organizaciones no gubernamentales, líderes y responsables de medioambiente y sustentabilidad. Y estos diálogos desde diferentes miradas, generaciones y experiencias, deben definir una agenda educativa que ponga el foco en:
-Innovación: Ya no alcanza solo con qué se enseña, sino que debemos trabajar sobre el cómo y para qué se aprende. Solo así los estudiantes podrán ser protagonistas conscientes de la relevancia y el impacto de lo que hacen para poder ir conformando su propio proyecto de vida.
-Formación de los profesionales de la educación: En muy pocos espacios se brindan herramientas asociadas a la innovación. Los que estudian para ser educadores no obtienen recursos didácticos que den contexto a las características y necesidades de sus alumnas y alumnos. Los adultos debemos inspirar a los niños y adolescentes, con una actitud de querer seguir aprendiendo toda la vida. Ese es el mejor impacto para desarrollarse profesionalmente.
-Diversidad: la escuela más tradicional siempre tendió a homogeneizar los procesos e incluso a los alumnos, para asegurar que respondan y transiten en un sistema preconcebido. Hoy en día ya nadie duda de que las formas de aprender son diversas, y acordes a las distintas realidades, necesidades y potencialidades.
-Tecnología: Un docente debería contar con recursos y conectividad para aprender y difundir entre los jóvenes. Para ello es necesario establecer alianzas estratégicas con entidades, empresas y profesionales que faciliten estos procesos. Tales alianzas hoy en día pueden incluir universidades, empresas y desarrolladores tecnológicos que generan herramientas específicas.
En lugar de exigir a los políticos una plataforma electoral sobre educación, sería importante conocer qué país quieren construir para los próximos 30 años y que la amalgama de todo eso sea la educación. Propongo que les preguntemos quiénes son sus referentes para el área y qué modelos los inspiran en nuestro país o en otras partes del mundo. Es importante comprender que un alumno que transita todos los años de educación obligatoria verá pasar cuatro presidentes. Por eso se torna necesario conformar mesas de trabajo y definir objetivos para el corto, mediano y largo plazo. Que más allá de los resultados e ideas, se puedan formar ciudadanos formados e informados, autónomos y reflexivos, capaces de mejorar sus vidas y del entorno con una actitud comprometida, emprendedora y transformadora. Que la deserción escolar descienda a mayor velocidad que la inflación y que el valor de la educación sea un acuerdo implícito para que niñas, niños y adolescentes se apasionen y encuentren sentido en las escuelas. Que los docentes no abandonen su vocación por la cantidad de razones que hoy los lleva a hacerlo y que la educación sea el gran legado que las familias le brindan a sus hijos.
Si la agenda de los políticos no incluye un gran acuerdo nacional en donde la educación sea una de las principales banderas, se hipotecará el futuro de las próximas generaciones y crecerá la “deuda interna”. En la campaña política que ya empezó debería haber un solo consenso entre todos los candidatos: la convicción de que la educación es un derecho y el gran motor de cambio.
Fundador y Director de Red Educativa Itinere