Wassily Kandinsky, el tirabombas de la imagen y el color
Por Alain Riding The New York Times
ST.-PAUL-DE-VENCE, Francia
NADA hacía suponer que sería un revolucionario. Hasta 1896, enseñó derecho en la Universidad de Moscú. A los treinta años emigró a Munich, a estudiar arte. También allí sus colegas lo recordarían como un intelectual reservado: ninguno entrevió que en dos décadas ese ruso alto, de anteojos, rescribiría la historia del arte. Sin embargo, apenas hubo dominado las técnicas básicas de pintura y grabado, se abocó a romper el molde del arte figurativo y abrir un camino hacia la abstracción.
No fue un hecho casual. A juzgar por la esclarecedora retrospectiva "Wassily Kandinsky", montada en las galerías de la Fondation Maeght, cerca de Niza (cierra el 10 de octubre), siempre fue un hombre con una misión. Cien óleos y unas pocas acuarelas y grabados abarcan toda su carrera, desde el posimpresionismo y fauvismo iniciales hasta la abstracción absoluta de sus últimas obras. Pero lo excepcional de la muestra es que conjuga pinturas casi nunca vistas, traídas de lugares remotos de la ex Unión Soviética, con obras maestras muy conocidas de colecciones occidentales. Se presentan en orden cronológico para recalcar su exploración gradual de la abstracción y, de paso, su viraje fundamental en 1908.
Hasta entonces, Kandinsky había sido un pintor prolífico, aunque bastante convencional, cofundador del grupo Phalanx, que manejaba una escuela de arte y organizaba exposiciones en Munich. Viajaba mucho por Francia e Italia, e incluso a Odessa, Moscú y San Petersburgo, tratando de vender su arte, ominosamente germánico a ojos de los críticos rusos. En 1908, empezó a pasar temporadas en Murnau, un pueblo cercano a Munich, con Gabriele Munter, su amante alemana. De pronto abandonó su estilo casi académico por otro de pinceladas cortas y gruesas, en colores casi chillones. Así comenzó su pasaje de la forma al contenido, del objeto al signo, de mostrar una imagen a ser una imagen. Reflejaba lo que habría de conocerse como la "necesidad interior" de su obra.
Las primeras pinturas todavía fueron figurativas, pero hacia 1910 fue primando la abstracción; esto se advierte en Improvisación 7 , Viaje en lancha e Improvisación 11 , incluidas en la muestra. De vez en cuando, reaparecía la "forma", pero representada por unas pocas líneas negras en una explosión de colores. En 1912 publicó Sobre lo espiritual en el arte ; allí expuso sus ideas de una manera adecuadamente teórica: "Es obvio que la armonía cromática debería basarse por entero en el principio de su contacto eficiente con el alma humana". La serie Improvisación fue seguida de otra, Composición : esto dice mucho acerca de su enfoque.
Además de escribir con fluidez, tenía formación musical. Amaba a Wagner y compartía su noción de la obra de arte total. Conocía y admiraba profundamente a Schoenberg, que había roto con las convenciones tonales y armónicas por los mismos años en que Kandinsky desafiaba el arte figurativo.
Las vísperas de la Primera Guerra Mundial fueron, quizá, su período más innovador. Junto con el pintor alemán Franz Marc y otros artistas, fundó el movimiento Der Blaue Reiter ("El Jinete Azul"), que haría de Munich la cuna del expresionismo alemán. Siguió explorando el "contenido" con formas y colores novedosos. Composición VII (1913), cedida en préstamo por la Galería Nacional Tretiakov, de Moscú, es un buen ejemplo de ello.
En 1914, la guerra enfrentó a Rusia y Alemania. Kandinsky regresó a Moscú. Allí retomó, desde una nueva óptica, algunos temas folclóricos rusos de sus primeras obras, pero esta digresión fue breve. En 1920 ya había pasado a diseños más simples. El nuevo régimen comunista lo puso a trabajar en el Ministerio de Cultura, hecho sorprendente si pensamos en el posterior "realismo socialista" soviético. A instancias de las autoridades, a fines de 1921 partió hacia Weimar, a enseñar en el Bauhaus. No volvería a ver Moscú.
Europa de negro
Ya era famoso en su patria y en el extranjero. En 1923 tuvo su primera muestra en Nueva York. Recorrió Europa como expositor y disertante. Se entregó a su creciente fascinación por las formas geométricas, casi en una aproximación a la pintura matemática. Años después, reunió sus apuntes en Clases del Bauhaus. Introducción al arte moderno , un libro lleno de dibujos de formas geométricas, analizadas en sus relaciones y simbolismo. También asignó emociones a los colores.
En 1925, ante el nazismo emergente, el Bauhaus debió trasladarse a Dessau. Kandinsky siguió enseñando, viajando y pintando. En 1928, él y su esposa rusa, Nina, adoptaron la ciudadanía alemana, creyendo que su radicación sería definitiva. En 1932, los nazis expulsaron al Bauhaus de Dessau. Pasó temporariamente a Berlín, pero en marzo de 1933, Hitler lo clausuró, lo cual aceleró el éxodo de artistas. En octubre, Kandinsky inició un nuevo exilio en Neuilly-sur-Seine, en las afueras de París.
Para algunos críticos, Kandinsky perdió originalidad en su última época. Sin duda, los años trajeron un cambio: aparecieron formas no geométricas que evocaban embriones, plancton, peces y formas de vida que el artista descubrió bajo un microscopio. Pintó mucho sobre fondo negro, aunque no se sabe con certeza si esto fue una metáfora del entenebrecido cielo europeo.
En 1937, los nazis retiraron 57 cuadros suyos de los museos alemanes: era "arte degenerado". En vísperas de otra guerra, los Kandinsky se hicieron ciudadanos franceses. Al año siguiente, Alemania derrotaba a Francia; Kandinsky tenía setenta y cuatro años, era demasiado viejo para huir. Continuó trabajando, al parecer sin ser molestado por los nazis. En 1943 y 1944 (murió en diciembre) produjo nada menos que 144 óleos, 220 acuarelas y aguadas y varios centenares de dibujos. La muestra incluye tres pinturas de este postrer estallido de energía: la abstracción ya es minimalista, con extensos espacios vacíos.
Kandinsky fue hasta el fin una figura extrañamente solitaria. Rompió las barreras de la tradición, pero nadie adoptó su peculiar lenguaje visual. En ese sentido, fue, en verdad, un revolucionario auténtico: asestó un golpe en defensa de la libertad artística, pero no ejerció control alguno sobre lo que vino después.
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)