Wado, ¿la nueva carta de “la jefa”?
¿Se parte formalmente el Frente de Todos? El consenso de peronistas y kirchneristas es que no habrá ruptura institucionalizada, sino una diferenciación, cada vez más marcada, de madre e hijo, de aquí hasta el final del mandato de Alberto. Es la versión cristinista de “la gran Chacho Álvarez”.
Pero ¿qué buscará ella, finalmente? Resguardar su yacimiento electoral en el conurbano, que efectivamente sufrirá con el ajuste derivado del acuerdo con el Fondo, y, sobre todo, preservar su lugar en la historia. ¿Aun perdiendo poder? Sí. ¿Por qué? Porque en su cabeza habita esta idea: si resguarda su capital simbólico ahora, podrá volver a recuperar el poder en el futuro.
Que una vicepresidenta rechace el programa económico de su propio gobierno hace difícil discutir la idea de un oficialismo simbólicamente roto. Ahora, el voto “no positivo” de Cobos parece una pequeña anécdota de la historia reciente.
Alberto y Cristina se bambolean sobre la cubierta del Titanic, mientras, en febrero, los alimentos dispararon la inflación al 4,7%. Una bomba de profundidad en el corazón de los sectores más vulnerables y de la sufrida clase media.
Mientras la economía de resquebraja, “la jefa”, invencible en el imaginario colectivo, ha perdido objetivamente poder. Algunos datos: de los 117 miembros del F.d.T., cuya mayoría ella consiguió en 2019, 76 votaron a favor del acuerdo con el FMI, boicoteado por el cristinismo. El Senado, que históricamente manejó como su patio trasero, se encamina en la misma senda. La izquierda dura le arrebató un millón de votos. Digamos que, en total, se le fugaron (palabra de adn K, si las hay) cinco millones de votantes, en apenas dos años de gobierno. En las últimas elecciones también perdió su sagrado bastión, la provincia de Buenos Aires. A pesar de estas evidencias, sin embargo, muchos actores de la política la siguen viendo todopoderosa. Asombrosas las subjetividades que puede generar el miedo.
Atrapado en su propio Disney, Alberto no solo anunció, desde una clase de aquagym, el índice de inflación más alto de los últimos 11 meses, sino que, además, lanzó su reelección para el próximo turno. El Cuervo Larroque diagnosticó por Twitter que el kirchnerismo ha sufrido una “peligrosa autoproscripción” dentro del Frente de Todos. Entonces, ¿hay un plan en marcha de Cristina y La Cámpora para 2023?
Hay que seguir los movimientos sutiles, casi embrionarios.
A diferencia de Máximo Kirchner, que pegó el faltazo a la Asamblea Legislativa y, con teatralidad, votó en contra del acuerdo con el FMI, Wado de Pedro, de gira por España, se ocupó de mostrar que él sí había seguido el discurso de Fernández, a través de su computadora. Pero no se quedó ahí con sus diferencias: subrayó que, si bien el acuerdo con el Fondo es malo, es el único camino para la Argentina. ¿Hay que pensar que se cortó solo o que se rebeló frente a la madre y el hijo? ¿O, más bien, que hay un juego acordado para que Wado, el hijo político predilecto de Cristina, sea su candidato presidencial y su carta frente al establishment? En una palabra: ¿podría ser Wado el nuevo Alberto de Cristina, en 2023?
Las respuestas hay que ir a buscarlas al vínculo personal y político de Cristina y De Pedro, el primer miembro de La Cámpora en acercarse a ella, en lugar de a Néstor, como hacían, con cálculo, todos los demás. Orfandad y militancia son el sello de su biografía. Con ambos padres desaparecidos, desde que era casi un bebé –Enrique de Pedro y Lucila Adela Révora eran militantes montoneros–, Cristina fue y es para él algo muy parecido a una madre. Podríamos decir que una madre tóxica, sí, pero una a la que solo le debe una férrea lealtad.
Desde el arranque mismo de La Cámpora, en 2006, Wado era el único privilegiado que compartía charlas con ella en El Calafate, un reducto al que solo tienen acceso los verdaderamente íntimos. “¿Vos sos el hijo de los ponebombas?”, le hacían bullying sus compañeros de secundaria, en el colegio San Patricio, de Mercedes, donde se crio. Cristina siempre se sentía conmovida por la historia de ese chico tímido y con dificultades para hablar que, a los dos años, también fue secuestrado, unos meses, por la dictadura.
Sin la participación de Wado, son los gobernadores peronistas quienes están moviendo a sus legisladores para aprobar el acuerdo con el FMI en el Congreso. ¿Podría un sector del peronismo no K fracturar el Frente de Todos? Hay más movimientos sutiles: las charlas secretas entre el santafesino Omar Perotti, el cordobés Juan Schiaretti y el alcalde Rodríguez Larreta. Uno de estos tres suele repetir una frase, como un mantra: el peronismo no se suicida. Habrá que ver.