De no creer. Vuelve Alberto y se acaba la sandunga
Hay que decir que la gira que acaba de hacer Alberto por cuatro capitales europeas fue sumamente exitosa: en cada una de ellas le mostraron el cartel de Exit. Antes de que se fuera le convidaron café, obvio, gesto seguido por fotos y comunicados de ocasión, porque eso, como un cigarrillo, no se le niega a nadie.
Hechos contundentes, avances significativos, muy pocos. Alberto salió de paseo y se lo llevó a Guzmán, al que también Basualdo venía de sacar a pasear. Zarandeado por Cristina y la legión de cristinos durante ese escandalete, el profesor necesitaba tomar aire; Guzmán, tomárselas.
Hay muchas constancias de que el viaje se organizó tarde y mal, al punto de que subieron al avión y todavía seguían atando, con alambre, la agenda de encuentros. Hasta último momento bregaron por una reunión con Merkel, que, fría, desaprensiva, germánica, los sacó corriendo (capaz que en unos días le tira un Zoom, porque eso tampoco se le niega a nadie). Según la crónica de los enviados que iban en el vuelo, el Presi se entretuvo viendo películas y jugando al Candy Crush: nada mejor que enfrentar los desafíos de la gira con la mente despejada. Tan suelto de lengua para decir lo primero que se le ocurre, quiso darle pompa a su travesía y lanzó un llamado a “modificar el sistema financiero internacional”. En Twitter alguien le contestó que no puede cambiar a un subsecretario y quiere cambiar el mundo.
En Lisboa, primer destino, la declaración final de apoyo al reclamo argentino por las sobretasas que cobra el FMI a los que piden préstamos zarpados, como el que pidió Macri, fue entusiasta; más entusiasta resultó, en su momento, la decisión del gobierno portugués de bajar 25% los salarios para pagarle al Fondo. Es como haber ido a Grecia, que, abrumado por el peso de la deuda, puso a parir a todo el país; eso sí, con un discurso de izquierda. Al Fondo le encantan esos líderes que protestan pero pagan; como Néstor.
"Kristalina Georgieva fue muy dura con el Presidente; no se le habla así a un viejo profesor de derecho"
La delegación llegó a España en un mal momento, porque el presidente Sánchez acababa de sufrir una tremenda sandunga en las elecciones de Madrid. Pero Sánchez es un buen amigo de Alberto y puso su mejor cara. Yo creo que no había leído las declaraciones de Felipe Solá en el vuelo a Lisboa, recogidas por Román Lejtman en Infobae. Faltaba poco más de un día para la cumbre en Madrid. “España está más débil –se largó el inefable canciller argentino–. No es la España de hace un año y pico. La derrota en Madrid fue durísima porque además rompió la coalición”. Y remató: “Sánchez debe estar muy preocupado”. ¡Sí, preocupado porque lo presentaste como una piltrafa! ¡Lo diste por muerto, campeón! Felipe tendría oportunidad de superarse con el comunicado de Cancillería que equiparó a Israel con la banda terrorista Hamas. Me imagino que se lo impusieron, pero hay que tener pulso para firmar eso, ¿no? Ya teníamos a Albertito, Santiaguito Cafierito y Guzmancito: córranse, háganle lugar a Felipito.
Macron le dio a nuestro querido presidente una buena noticia: el Club de París está dispuesto a dilatar unos meses el pago de la cuota que vence en dos semanas, “siempre y cuando ustedes, que son tan buena gente, tan pipí cucú, antes dejen de patearle el nido al Fondo”. Replicó el Presi: “Ojo, no me confundas con Cristina. Yo soy hijo de un juez y llevo 30 años como profesor de derecho”. La incertidumbre, pues, se trasladó a Roma y al Vaticano. El célebre combo de mala onda del Papa –no recibirlo en Santa Marta, cara de traste en las fotos y 25 minutos de charla– apenas oculta que, cuando está frente a un presidente peronista, un poco las piernas se le aflojan. De hecho, ya había montado el tinglado para que pudiera encontrarse cara a cara y a solas con Kristalina Georgieva, la jefa del Fondo. No tan a solas, porque también estaban los intérpretes: el de Kristalina traducía lo que decía ella; el de Alberto trataba de interpretar qué estaba diciendo él. No es difícil imaginar el tenor de esa charla. “Mire, señor Presidente, ahora, cuando salgamos, voy a decir que queremos ayudarlos, que fue una charla constructiva y toda esa sanata. Pero la verdad es que las señales que recibimos de ustedes son, en el mejor de los casos, confusas. ¿A quién atiendo, a la Casa Rosada o al Senado? ¿Hablo con Guzmán o espero al próximo? Todavía no hemos recibido un plan consistente, algo sobre lo cual conversar. La sanata es para los comunicados, no para mí”. Me pareció un mensaje excesivamente duro. No se le habla así al hijo de un juez, a un viejo profesor de derecho.
En su ausencia, acá no pasó gran cosa: YPF volvió a subir las naftas, la inflación superó el 4%, se supo que el consumo de carne llegó a su punto más bajo en 100 años, las peleas en la oposición hacen pensar que quizá compita en las PASO como una línea interna del Frente de Todos y, lo más significativo, Zannini reivindicó su condición de vacunado vip; claro que sí, don Carlos: sentir culpa es un resabio colonialista de la cultura judeocristiana.
Suerte que vuelve Alberto para poner un poco de orden.