Vuelta a clases: educación con responsabilidad
Luego de un año lectivo perdido a causa del coronavirus, se anuncia desde los diferentes niveles de gobierno que las clases comenzarán de modo presencial a mediados de febrero o comienzos de marzo de 2021. Es una excelente noticia que en el único país del mundo que suspendió las clases durante un ciclo lectivo casi completo en 2020, se esté organizando la vuelta a las aulas.
Es casi una máxima que repetimos sin pausa, que la falta de educación es el enorme motivo de que nuestra sociedad padezca de las faltas más elementales.
Cuando leemos y escuchamos que los gremios docentes se oponen a la vuelta a clases, muchos nos enfadamos, y con razón, porque parecen ser otros los móviles de "los sindicatos de siempre", para no volver a las aulas. Los mal pensados suponemos que, una vez más, la especulación y las espurias negociaciones políticas son las que encabezan esta disputa de la vuelta o no vuelta a estudiar.
Sin embargo, y al mismo tiempo, muchos nos preguntamos si la buena noticia de volver a las aulas podrá plasmarse en medidas responsables y sostenidas en el tiempo o si se trata simplemente, y una vez más, de una maniobra política de cara a elecciones intermedias que sucederán en octubre de este año. Suma, mucho, para ganar elecciones, que dirigentes políticos de cualquier bandera partidaria anuncien con entusiasmo el ingreso a las aulas en lugar de prohibir que niños y adolescentes estudien y se involucren afortunada y nuevamente en el ámbito escolar.
Así, cuando leemos y escuchamos que dirigentes políticos apoyan con firmeza la vuelta a clases, podemos sentirnos satisfechos y relajar, o podemos exigir que esta vuelta a la escuela no sea otra de las improvisaciones oportunistas, como lo fueron la vuelta a reuniones sociales masivas, playas y bares repletos de personas, la repentina falta de protocolos en comercios y en lugares de esparcimiento. Vale decir, si queremos que comiencen las clases y que no acaben a poco de comenzar, deberíamos exigir que los sindicatos piensen en los estudiantes antes que en sus intereses gremiales y que los dirigentes políticos piensen en los estudiantes antes que en sus intereses partidarios.
Observamos que, a pesar de silencios o discursos políticos confusos, el coronavirus está golpeando con dureza en nuestro país, en gran medida debido a una indisimulable indisciplina social y a la falta de medidas por parte de una dirigencia política, que, pasó de "encerrarnos" a desentenderse casi por completo de una pandemia que aún nos afecta fuertemente. Y cuando observamos este desmadre veraniego sanitario, muchos nos preguntamos si podrá controlarse este descontrol en las escuelas, con nuestros niños y adolescentes acudiendo a las aulas para poder aprender, socializar al mismo tiempo que proteger su salud.
Escuelas abiertas, niños y adolescentes estudiando y relacionándose con sus pares, pero con los debidos cuidados y protocolos, debería ser la regla de oro para una nación que honra la educación al mismo tiempo que vela por el bienestar sanitario de sus habitantes
El transporte público en la Argentina comenzó a flexibilizarse gradualmente; pero de repente, subtes, trenes y colectivos volvieron a ser lugares de aglomeración de personas que viajan apiladas en cualquier momento en cualquier lugar. La vuelta a clases debe contemplar que la circulación en el transporte público se multiplicará enormemente y con esto el tránsito de personas será extremadamente más alto. Se habló al respecto sobre modos posibles de regular la enorme afluencia de personas, pero falta que nos expliquen con mayor rigor como podrán lograr que, por ejemplo, los trabajadores cedan el lugar a los estudiantes, maestros y profesores para que tengan prioridad para viajar; falta que nuestra dirigencia política nos asegure que esta vez se cumplirá con lo que debe cumplirse y no tendremos que lamentarnos una vez más de intentos fallidos con tristísimos costos. Pocos días atrás se anunció, que, en la ciudad porteña, tan solo un 35% del total de personas que viajan en transporte público son estudiantes y docentes, ¡y un 35 % es un montón! Es más que un imperativo trabajar sobre el hacinamiento del transporte público aquí y ahora, y de cara a mitad de febrero o comienzos de marzo; de lo contrario, el coronavirus puede seguir proliferando a pasos agigantados y con esto nuestros centros médicos colapsar seriamente. Y con esto que la vuelta a clases sea tan feliz como efímera.
Por otra parte, la vuelta a las aulas debe contemplar trabajar arduamente sobre los protocolos y las condiciones sanitarias que deben existir en todas las escuelas públicas y privadas del país. También se habló de los debidos procedimientos para poder aminorar los posibles contagios en los centros educativos. Sin embargo, cabe preguntarse, constructivamente, para no volver a equivocarnos, si se podrá lograr que las escuelas que no están preparadas para recibir cantidad de niños y adolescentes con los debidos cuidados que implican distancia social y buena ventilación, podrán lograr tamaña tarea. Si en numerosos centros educativos el coronavirus prolifera espantosamente, y ataca a niños y adolescentes (suponiendo que los maestros y profesores ya estén todos vacunados), también nos enfrentaremos a un gravísimo problema, que puede resultar en un drama sanitario que también saturaría nuestro sistema de salud, y con esto la vuelta a clases sería tan feliz como efímera.
Nos dicen los expertos y nos anuncian los mapeos de Covid-19, que la Argentina hoy se encuentra entre los países con mayor número de contagios y muertes por coronavirus a nivel global y con el virus actualmente en niveles preocupantes, al mismo tiempo que el sistema de salud (público y privado) se encuentra estresado.
En medio de una pandemia, escuelas abiertas, niños y adolescentes estudiando y relacionándose con sus pares, pero con los debidos cuidados y protocolos, debería ser la regla de oro para una nación que honra la educación al mismo tiempo que vela por el bienestar sanitario de sus habitantes. Es esencial que comiencen las clases, pero los discursos triunfalistas para la tribuna, que solo nos comunican lo que queremos escuchar (donde tal vez predomine más ese esquema ensayo/error y no los cuidados exhaustivos y las medidas eficaces), nos pueden llevar a más padecimientos. Nuestra nación no tiene más resto para improvisaciones y especulaciones que lastiman y matan.
Adelantarse al problema en lugar de correr detrás de éste, debería ser nuestro reclamo y nuestro compromiso ciudadano y el deber número uno de los gremios y políticos que dirigen en el ámbito público nuestras vidas cotidianas. Con los niños no se embroma, la improvisación no corresponde ni un poquito. Necesitamos gozar de la impostergable vuelta a la educación, a la socialización y al cuidado de la vida. Las tres cosas, ni una menos.
Politóloga y profesora (UBA)