Volvió 678 (ahora 679) y Capitanich quiere amordazar
Tras la derrota electoral no reconocida, el oficialismo tensa la relación con el periodismo para tapar las malas noticias
- 5 minutos de lectura'
Cuando el converso adopta una nueva creencia, no por convicción sino por un interés específico, se vuelve recalcitrante de la nueva causa y poco le importa que hayan quedado por el camino huellas imborrables de su pasado vehemente en la vereda de enfrente. El curioso fenómeno se constata, entre otros, en Víctor Hugo Morales, Gustavo “Gato” Sylvestre, Pablo Duggan y también en el productor Diego Gvirtz, el inventor de 678, que saltó de “la Corpo” (tenía programas en Canal 13, del Grupo Clarín) al horario central de la TV Pública, en 2009, para parir el programa más emblemático y militante de la era cristinista. Es algo que a Sergio Massa –otro converso, con varias idas y venidas ideológicas– no le gusta recordar, pero el ciclo nació cuando fue fugaz jefe de Gabinete y el canal decano dependía de él.
Ahora hay una noticia buena y otra mala. La mala es que 678 (679, en su nueva versión) ha regresado tras seis años de silencio, cuando fue suprimido en los albores del gobierno de Mauricio Macri y que en los dos años que lleva en el poder Alberto Fernández (más que converso, alguien que a la mañana dice una cosa y a la tarde puede decir otra) demostró nulo interés en reponer. La buena es que 679 no se emite por la emisora estatal, que nunca debió tenerlo en el aire por la identidad facciosa de ese ciclo. Actualmente, en su horario, la TV Pública presenta Desiguales, un programa que pasó de semanal a diario y que, sin caer en los excesos de 678, es, sin embargo, un periodístico de neto corte partidista.
En su resurrección, el ahora 679 circula por las redes sociales en el formato de informes, todavía sin el piso con el conductor y los panelistas (aunque Cynthia García escribió en Twitter que “se suma” y @679Evolucion le dio la bienvenida a Edgardo Mocca, otro de los históricos panelistas). Gvirtz ya no está a cargo, pero esta segunda época viene con el sólido respaldo político de La Cámpora. La cuenta @MaximoKirchner_, que manejan los asistentes de prensa del influyente diputado, hijo de dos presidentes y de la actual vice, le dio visibilidad.
Si Alberto Fernández creó el cargo de portavoz y se lo confió a Gabriela Cerruti para que oficie de “traductora” y controller de daños de los propios dichos y acciones del mandatario (aunque a cambio de abrir nuevas y desopilantes polémicas), en la semana en que La Cámpora marcó coreográficamente en la calle sus diferencias con el Presidente sumándose de manera premeditada y a destiempo a la marcha del miércoles convocada por la CGT y los movimientos sociales para apoyarlo, también plantó bandera comunicacional al auspiciar el regreso, por ahora virtual, de la nave insignia mediática del ultracristinismo.
La locución con inflexiones de cómic risueño de Marcos Palmiero volvió como era entonces, pero en la dinámica de lo editado y en los zócalos aún no recuperó toda la saña original, cuyo objetivo primordial es evidenciar contradicciones, ridiculizar y difamar a la oposición y al periodismo crítico. En su primera semana, 679 Evolución rindió homenaje a los 70 años de León Gieco y aplaudió a Alejandro Dolina, mientras que en su primer envío ya escrachó a varios periodistas críticos y produjo sucesivos materiales sobre el asesinato de Lucas González por parte de efectivos de la Policía de la Ciudad.
En su libro Pantalla partida. 70 años de política y televisión en Canal 7, Natalí Schejtman describe a 678 como “un programa sobre medios un poco más burlón” que se fue transformando “en un espacio nodal de la confrontación política”.
Ese ciclo desencadenó lo que el recordado editor y columnista de Clarín Julio Blanck rotuló como “periodismo de guerra”, definición que tanto gustó del lado del kirchnerismo. Se refería a ese diálogo áspero que empezaba a entablarse entre “la tanqueta” (uno de los apodos que se dio a sí mismo 678) y aquel periodismo que se pretendía neutral sin serlo y cuyas firmas más notables ya no se bancaban mantenerse calladas e indiferentes ante cada uno de sus persistentes ataques.
Con el tiempo, ese estilo pendenciero y cuestionador de medios y periodistas no kirchneristas se perfeccionó en una programación exitosa como la de C5N, a tiempo completo. Aquella narrativa más socarrona de 678 tenía algunas llamaradas de indignación que C5N profundizó y multiplicó (los conversos, como siempre, suelen ser los más fanatizados). La grieta y el tiempo se ocuparon de que le surgieran réplicas con distintos matices de virulencia desde la vereda de enfrente. Todo ha sido muy funcional al kirchnerismo, para el que no hay hechos sino opiniones.
El contexto político del nuevo/viejo 679 lo dice todo: resurge horas después de conocerse los resultados electorales que el oficialismo no quiso reconocer y cuando Jorge Capitanich reclama que se regule al periodismo.