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"No vamos a permitir que los que se fueron vuelvan."
(De Margarita Stolbizer.)
Siempre hay alguien que no se ubica. Si no somos nosotros, son ellos. La cuestión es que nunca termina de complacernos el lugar que conseguimos o nos ganamos o nos cedieron, y menos aun nos complace el lugar que consiguieron, se ganaron o usurparon ellos. Ellos son los otros, nuestros enemigos.
Desde un punto de vista espacial, la política se reduce a un problema de ubicación siempre precaria, con la mala suerte de que la precariedad nos toca a nosotros y a los nuestros, siempre a punto de no llegar o irnos.
"No vamos a permitir que los que se fueron vuelvan", clamó Margarita Stolbizer en el congreso nacional de su partido, GEN. Los que Margarita no quiere que vuelvan son los kirchneristas, claro, pero también criticó a los que están y no tienen ganas de irse y se encuentran en la mira de los que se fueron y quieren volver, mientras Margarita quiere llegar, por ahora aliada de hecho con Sergio Massa, alguien que ya estuvo y se fue y también quiere volver, pero no con los que se fueron, sino por las suyas o con Margarita, aunque a Massa las encuestas ahora lo ubican en el terreno resbaladizo de quien no estando se aleja.
Pero no todo en política consiste en llegar. Alfonsín llegó imparable batiendo al peronismo, pero su estancia se tornó precaria hasta que tuvo que partir antes de tiempo. Un proceso más acelerado sufrió la Alianza con De la Rúa y Alvarez -aunque Chacho se fue antes que De la Rúa-, permitiendo que volvieran los que se fueron. Ganaba cuerpo uno fantasma de nuestra política: el eterno retorno del peronismo desde los lejanos tiempos del exilio madrileño hasta la posibilidad del regreso de Cristina, que pone a temblar a una parte de la sociedad y a suspirar de añoranza a la otra, y le sirve al Gobierno para meter miedo y hacerse perdonar sus pecados. Tan fuerte y vigilante es el no estar del peronismo que por momentos se siente como un no estar estando. La que invariablemente está es la sociedad que vota a unos y otros para verlos llegar y partir.
A diferencia de los políticos, los poetas tienen una noción menos espacial y más profunda de lo efímero y variable del ir y venir de la existencia. Antonio Machado consideró que lo nuestro es "pasar haciendo caminos,/ caminos sobre la mar", y su hermano Manuel pidió "que las olas me traigan y las olas me lleven,/ y que jamás me obliguen el camino a elegir". Pero si hay una frase que espanta a los políticos es la que John Keats eligió como epitafio: "Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua".