Volver en 2023: cómo y para qué, el gran debate en la oposición
Más allá de si se apoyará o no el acuerdo del gobierno con el FMI, lo que se está discutiendo en la oposición, de cara a 2023, no es solo la candidatura a presidente de la Nación, sino algo todavía más relevante: cómo y para qué volver. En la respuesta a esas dos preguntas está implícita la principal diferencia entre los máximos referentes de Pro en Juntos: el expresidente Mauricio Macri y el jefe de gobierno de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta.
Suele decir a sus interlocutores de confianza Rodríguez Larreta: “No quiero solamente llegar a la presidencia. Quiero ser recordado como un buen presidente”. Él cree que para eso hace falta acordar con una buena parte del peronismo. Gobernar “con el 70 por ciento” del apoyo político. De otra manera, cualquier decisión de fondo que pueda tomar podría quedar devaluada, en medio de “la grieta”.
El jefe de gobierno entiende que se puede ganar con el voto de “los puros”, pero que para gobernar hay que hacer un acuerdo, incluso con dirigentes que hoy forman parte del Frente de Todos. Sumarlos al gobierno, después de ganar la elección. Macri, en cambio, piensa que la estrategia de Larreta es un tanto ingenua. Que, antes que acordar con dirigentes peronistas que no respeta, como Sergio Massa o Alberto Fernández, o con algún gobernador a quien sí respeta, como Juan Schiaretti, hay que dar, primero, “la batalla cultural” y después ganar.
¿Y cómo se gobernaría, según Macri? Ejecutando, en los primeros 100 días, las cosas que él mismo no pudo o no quiso hacer, no bien asumió, en diciembre de 2015. Horacio no cree que tenga que salir todos los días a responder a los ataques del kirchnerismo en el poder. Mauricio sostiene, en cambio, que defenderse de las denuncias delirantes de Cristina Kirchner y Alberto Fernández no solo es necesario. También es redituable. “Pone en valor el 41 por ciento de los votos que logramos en 2019 y explica la victoria en las últimas elecciones legislativas y la derrota histórica del peronismo, en la provincia y a nivel nacional”. El expresidente no descarta la posibilidad de hacer una alianza electoral y programática con José Luis Espert o Javier Milei. Incluso le reconoce al segundo el mérito de haber puesto sobre la mesa de discusión temas complejos, como el hecho de que la emisión monetaria es la principal causa de la inflación. Macri dice que eso “obliga” a economistas que vienen de la UCR, como Martín Tetaz y Martín Lousteau, a hablar del gasto público innecesario. Larreta no desdeña un posible entendimiento con Espert, y recuerda que, en su momento, lo formalizaron en la ciudad de Buenos Aires. En cambio, le parece casi imposible, hoy, acordar con el líder de La Libertad Avanza, quien en agosto de 2021 lo llamó “zurdo de mierda”, “gusano asqueroso arrastrado” y “socialdemócrata de porquería”. “Pero hoy es hoy, y Horacio jamás le cierra la puerta a nadie”, reconoció una fuente muy cercana.
Macri está teniendo un buen verano. Sin el peso de la gestión, su imagen negativa va bajando, de manera lenta pero constante, al compás del deterioro de la economía. Es decir que el tiempo lo estaría transformando en un posible candidato a presidente en 2023. ¿Quiere? ¿Puede? Lo será solo si sus propias encuestas le anticipan que ganará. Y no solo la interna, sino las elecciones generales para presidente. Pero si Macri, al final, calculara que “no llega”, se parará en el lugar de gran elector, más allá de la afinidad ideológica que tiene con Patricia Bullrich, otra de las aspirantes a ocupar la pole position. A la exministra de Seguridad no habría que subestimarla. Está haciendo una campaña propia, con muy poco financiamiento, pero con ventajas comparativas no desdeñables: es audaz y está siendo valorada por responder golpe a golpe, desde que Fernández asumió, los ataques del oficialismo. Además, no tiene casi nada que perder, porque no está en la gestión y no le debe nada a nadie. Incluso se puede dar el lujo de no rechazar la posibilidad de sumar a Milei y al mismo tiempo jugar con una hipotética fórmula junto al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
¿Y María Eugenia Vidal? Aunque en los últimos días la pusieron y la sacaron de la grilla, ella tomó la decisión de plantarse como una de las voces de alcance nacional, basada en una idea que repite a sus interlocutores de confianza: “Hay que sumar masa crítica. Volumen político. 2023 es la última oportunidad que tenemos para demostrar que podemos ganar y gobernar bien”. Vidal dice no estar ansiosa por definir ahora el lugar desde donde pueda resultar más útil, si como jefa de gobierno de la ciudad o como presidenta de la Nación. Sí parece muy preocupada por recomponer la imagen de improvisación e ingenuidad que ofreció la oposición durante los últimos días del año en la Cámara de Diputados. Trabaja para consolidar una mesa interbloque cuyos líderes acuerden, antes que nada, bajar al recinto con una posición común y presentar, antes de la inauguración de las próximas sesiones ordinarias, la agenda parlamentaria de Juntos.
“No nos votaron solamente para que nos opongamos al Gobierno, sino para que dejemos claro cómo vamos a gobernar a partir de 2023″, afirma.
Los aspirantes que vienen de Pro se cuidan, y mucho, de no hablar de la Unión Cívica Radical, la otra gran pata de la coalición opositora. Se confiesan todavía impresionados por el vaso de agua que le arrojó Morales a Lousteau en la sede partidaria. El exgobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, otro de los que no ocultan su deseo de integrar la fórmula de candidatos a presidente, planteó, horas después del hecho, lo doblemente negativo que implicaba salir en los diarios por noticias como esta. “Debíamos estar hablando de la paliza histórica que le dimos al peronismo y del resultado en los distritos donde gobiernan mandatarios radicales, y no de semejante ruido entre nosotros”. Tiene su lógica. En su provincia, en la que gobierna Rodolfo Suárez, Cambia Mendoza obtuvo casi el 50 por ciento de los votos, contra el 30 por ciento del Frente de Todos, liderado por Anabel Fernández Sagasti, una de las preferidas de Cristina Kirchner. En Corrientes, donde gobierna Gustavo Valdés, otro que no descarta la posibilidad de ser candidato a presidente, Eco + Vamos Corrientes ganó con casi el 59 por ciento de los votos, contra el 37 por ciento del Frente de Todos. Y en la provincia que gobierna Morales, Cambia Jujuy le sacó más de 25 puntos al Frente de Todos.
Morales es el más “peronista” de los radicales con aspiraciones. Tampoco habría que subestimarlo. Se puso sin demasiado preámbulo el traje de presidente de la UCR. No tiene problemas en aparecer como un dirigente en condiciones de dialogar con el gobierno alrededor del posible acuerdo con el Fondo. Ataca a Rodríguez Larreta porque así, supone, puede “matar dos pájaros de un tiro”: al jefe de gobierno de la ciudad y a su aliado, Lousteau, uno de sus rivales en la interna del partido.
Las ventajas de Morales están a la vista. Enfrentó a Milagro Sala, la denunció ante la Justicia y defiende la idea de que debe seguir presa, ante las presiones del gobierno nacional en general, y de Cristina Kirchner y los chicos grandes de La Cámpora en particular, como los ministros Eduardo de Pedro y Elizabeth Gómez Alcorta, quienes recientemente la fueron a visitar a su casa. Le habla al sector productivo al alentar la producción del litio y del aceite de cannabis. Y tiene un vínculo privilegiado con otro correligionario, Facundo Manes, uno que se tiene tanta fe como Rodríguez Larreta para competir y ganar en las PASO para la presidencia en 2023.
“Tenemos entre 6 y 8 candidatos a presidente capaces de ganarle al kirchnerismo. “¿Por qué no aprovechamos el tiempo que queda para reforzar nuestra estrategia parlamentaria y discutir un proyecto de país, de cara a la sociedad?”, me dijo uno de los “presidenciables”. No se siente cómodo con las etiquetas que dividen a la oposición entre halcones y palomas. Acababa de leer un trabajo que sostiene que el mote de paloma genera tanto rechazo social como el de corrupto, ignorante o improvisado. “Es sinónimo de cobarde. De todo lo que no se debe ser para gobernar un país como la Argentina”.ß