Volver al verde
Este año ha sido definitivamente un año diferente. Nunca vamos a olvidarnos de lo que vivimos durante el 2020. En esta época de balances, de reflexiones y revisión de metas no puedo más que pensar: ¿Será que el ser humano comprendió finalmente el valor de la naturaleza?
Durante la cuarentena algunas personas vivimos realidades muy diferentes a otras. Estoy segura de que fuimos muchos los que nos quedamos en nuestro pequeño departamento inmerso en la gran ciudad, y me pregunto, si este fue también tu caso, ¿sentiste la necesidad del contacto con la naturaleza? No hace falta que pase demasiado tiempo para sentir esa atracción magnética, esa voz que te llama a lo silvestre. Y esto no es un invento mío, el déficit de naturaleza puede derivar en sensaciones para nada agradables; angustia, miedos infundados y depresión son los síntomas más comunes.
En nuestra sociedad actual cada vez estamos más tiempo frente a las pantallas y más desconectados de lo verdaderamente importante, la relación con los otros, con el ambiente y con nosotros mismos.
Durante el período de aislamiento obligatorio fuimos varios quienes comenzamos a mirar con más curiosidad la naturaleza desde la ventana de casa y, en cuanto pudimos, sacamos el permiso para volver a ella (tomando todas las medidas necesarias por supuesto), pero volver, era necesario volver. Sentir ese techo de hojas sobre nuestras cabezas, el viento en la cara, pisar el pasto, observar a las aves en sus nidos, oler las flores. Y así podemos seguir todo el día enumerando sensaciones.
En Japón es muy popular una actividad llamada "baño de bosque" -shinrin-yoku-, una terapia que consiste en pasear relajadamente bajo los árboles de un sitio natural observando lo que nos rodea.
Está comprobado científicamente que las actividades de inmersión y contemplación de la naturaleza regulan la presión arterial, relajan la mente y el cuerpo, fomentan la creatividad y generan sensaciones positivas en las personas. Incluso algo tan simple como trabajar en un entorno donde se pueden ver el cielo y los árboles mejora el estado de ánimo. Después de haber trabajado durante años en una oficina sin ventanas realmente puedo dar fe de esto.
Las actividades de inmersión y contemplación de la naturaleza regulan la presión arterial, relajan la mente y el cuerpo, fomentan la creatividad y generan sensaciones positivas en las personas
Si estás en una situación parecida permitime contarte que esto tiene solución: lo importante es contrarrestar las horas encerrados frente a la computadora con momentos al aire libre. No hace falta ir hasta una reserva o parque nacional (aunque si tenés la oportunidad de hacerlo es mucho mejor), pero basta con acercarse a una plaza o parque. Te reto a que la próxima vez que puedas pongas esto en práctica: cerrá los ojos y respirá profundo, olvidate de todo aunque más no sea por unos segundos. Prestá atención a los sonidos, a los olores, a todo lo que sientas. Ahora abrí los ojos y pensá ¿qué sentiste?, ¿qué escuchaste?, seguramente tus pulsaciones hayan bajado de intensidad y percibas una sensación agradable dentro tuyo.
Ahora depende de vos fomentar la conexión con la naturaleza. Con el tiempo y la experiencia vas a ir aprendiendo a observar de todo donde la mayor parte de la gente no ve nada. Pero te advierto: es un camino de ida.
De pronto vas a comenzar a prestar atención a cosas que antes pasaban desapercibidas: las hormigas caminando, el sorprendente mundo que habita bajo el agua de un estanque, las abejas buscando polen, un ave que también buscaba esa flor en la que estaba la abeja, ¿qué ave será?, ¿por qué busca esa flor? Un nuevo universo lleno de vida espera que lo descubras en cada rincón.
Tal vez en una de tus salidas escuches un canto que nunca antes habías oído. Mirá de nuevo, ¿ya conocías ese pájaro? Ahora sabés cómo es su voz. Y así es como comienza. Cuando puedas darte cuenta vas a estar queriendo escaparte al parque todos los días, y puedo asegurarte que vas a sentirte mejor. Se trata de un momento para descansar, poner una pausa a las preocupaciones, a los problemas cotidianos, un momento para aprender de lo que sucede a nuestro alrededor.
Contemplar la naturaleza es una excelente forma de aprender de ella. Salir a observar aves por ejemplo es una efectiva manera de conocer otras personas, de hacer ejercicio, de entrenar la memoria, y todo sucede sin darte cuenta, porque vas a estar ocupado disfrutando.
Aprendamos de la naturaleza, comprendamos que somos parte de ella, conozcamos más sobre nuestra flora y nuestra fauna. Solo comprendiendo el valor de la biodiversidad podremos ayudar a conservar los maravillosos ambientes que nos rodean y la vida que habita en ellos.
Volvé al verde, dejate atrapar por la magia de la naturaleza.
Coordinadora del Área de Comunicación de Aves Argentinas