Reseña: Leyenda negra, de Osvaldo Aguirre
"Yo siempre digo que cuando junte una plata, cuando termine de pagar lo que tengo que pagar, me voy a la isla y no me ven más en la ciudad", afirma Hugo Arrivillaga, uno de los narradores de Leyenda negra, novela del poeta y periodista argentino Osvaldo Aguirre.
La ciudad es Rosario. Hugo formó parte de una banda de ladrones entre los cuales se contaban Dámaso Ferreyra y Pedro Baltiérrez ("el Gordo"), un hombre venido de Buenos Aires. Juntos planearon un asalto a un policlínico que resultó mal.
Como es tradicional en este tipo de ficción, la trama ocupa un lugar secundario. Lo que importa son las voces que van dando consistencia al relato. A la de Hugo se suman la de Silvia Echauri, la compañera de Dámaso; la de García Jurado, el abogado de los delincuentes; y, como una suerte de epílogo, la de un periodista. Para Baltiérrez lo que ellos hacen "es un laburo". Hugo dice con ironía que si uno cree lo que cuentan los medios de comunicación, "llega a la conclusión de que existen el bien y el mal" y "que la policía se dedica a combatir el delito". La Justicia –desde su perspectiva– constituye otra herramienta de opresión: "Está para perseguir a los pobres, a los tontos, a los rateros. Y a los que no quieren ningún arreglo con el poder, con el sistema, a los hijos ilegítimos del sistema".
Aguirre (1964) cuida mucho la manera de hablar de sus personajes y consigue trasladar una oralidad determinada a la escritura. Esa manera de hablar funciona como un retrato sonoro y expresivo de cada narrador. Este recurso resulta particularmente eficaz en la recreación del lenguaje empleado por García Jurado, un abogado antisistema que comparte las opiniones sociopolíticas de sus defendidos. "No descubro América –asevera– si digo que la ley y la justicia, como nos la quieren vender, son un fraude." Se halla convencido de que las mejores personas que conoció y las más honestas "han sido delincuentes" y sostiene que el progreso "así como lo conocemos necesita que haya pobres, que haya gente muerta de hambre y que haya delincuentes".
La novela –basada en un caso real– profundiza la visión pesimista y cínica del género cultivado por Hammett y Chandler. Constituye una inversión radical de los valores burgueses que imperan en los argumentos de Conan Doyle y Agatha Christie. En Leyenda negra todos los policías son despiadados criminales y los ladrones, sufridos héroes cuyos códigos de conducta responden a una moral alternativa.
LEYENDA NEGRA
Osvaldo Aguirre
Tusquets
221 páginas $ 680