Vivir en Londres: el paraíso de algunos, el castigo de otros
Un ranking de The Economist ubicó a la capital inglesa en los últimos lugares entre las ciudades de Europa; el impacto social de la crisis explica la caída
LONDRES.- Parques eternamente verdes, diversidad cultural, historia, los teatros del West End, la eficiencia de los servicios públicos, la seguridad. Parecería casi imposible encontrar algo negativo que decir sobre Londres.
Pero el brazo investigativo de la revista británica The Economist hizo exactamente eso, cuando en su recientemente publicado ranking anual de las ciudades más habitables del mundo puso a Londres entre las peores de Europa, sólo por encima de Lisboa y Atenas. Más aún, Londres fue catalogada como una de las 51 ciudades en las que la calidad de vida bajó en el último año.
El ranking se basa en una serie de criterios, como nivel se seguridad, acceso a la salud, educación, nivel de infraestructura y estado del medio ambiente en 140 ciudades de todo el mundo. Este año, Melbourne, en Australia, fue coronada como mejor ciudad para vivir (por cuarta vez consecutiva). En el top ten también se encuentran Viena, Vancouver, Toronto y Sydney. Damasco, la capital Siria, quedó en el último lugar.
Jon Copestake, analista del Economist Intelligence Unit y uno de los autores del documento, explicó a la nacion que la baja comenzó en 2011 y está relacionada con la inestabilidad social y el potencial de protestas como las que tuvieron lugar este año.
"Londres bajó en el ranking porque hoy existe una sensación de que, aunque no ha habido otros episodios de esa magnitud desde entonces, los factores que los produjeron todavía existen", dice Copestake. "La ciudad todavía está en el grupo de los mejores lugares para vivir. Clasificó muy bien en la mayoría de las categorías, particularmente en temas de salud, cultura y medio ambiente. Pero en áreas como infraestructura y transporte no salió tan bien", matiza.
Lo cierto es que Londres parece muchas ciudades en una. Y con 8,17 millones de personas compartiendo 1583 kilómetros cuadrados (considerablemente más que los 207 de Buenos Aires) la vida no siempre es idílica. Pero a pesar de que los exigentes locales adoran criticar a la ciudad a la que llaman hogar, no todos recibieron el informe del Economist con una sonrisa. Mario López, un bailarín afrocubano que hace años vive en la capital británica, dice que el informe no es justo y que el problema de Londres no es la posibilidad de más disturbios sociales, sino el alto costo de vida y la desigualdad social. "Londres es una de las ciudades más caras del mundo. Esto trae consigo un cúmulo de efectos y desventajas. La división entre ricos y pobres es mayor y el costo de vida sube. Lo que conspira contra los que habitamos en Londres es la inestabilidad económica, política y social que ha sembrado el gobierno actual", explica.
¿Privilegiados?
Que Londres esté sólo por encima de Atenas y Lisboa en la lista de ciudades europeas es sorprendente, pero lo cierto es que pocos londinenses la ubicarían en el primer puesto.
El intenso ritmo local de trabajo combinado con la cultura del pub puede dejar exhaustos a los más acostumbrados y el eternamente impredecible clima puede agotar la paciencia de los más resilientes. Pero pocas cosas resultan más irritantes que los problemas de transporte. Moverse en una ciudad monumental, donde las calles son diminutas, los camiones no dudan a la hora de pasar por encima a las bicicletas y el costo del transporte público es astronómico es todo un desafío. Los que se quejan no tardan en explicar que la cuestión no es que los servicios no funcionen con precisión de reloj suizo, sino que el precio que hay que pagar por ellos, y por el privilegio de vivir en la capital de este reino, no equivale a lo que se recibe a cambio.
Algunos culpan al alcalde conservador, Boris Johnson, por algunos de estos problemas, en particular el aumento del transporte público y los recortes al presupuesto de ayudas sociales, que comenzaron desde que asumió en 2008. Los proyectos que implementó -por ejemplo, las bicicletas de alquiler- no se ven como suficientes para resolver los problemas que afectan a la capital británica.
Londres es la sexta economía del mundo. El dinero es la materia prima de la capital que se enorgullece de tener uno de los productos brutos internos más altos de Europa. Pero para millones de hombres, mujeres y niños, la privilegiada vida de los que trabajan en la City es completamente extranjera, aunque vivan a pocos pasos de aquellos rascacielos de vidrio. En esta ciudad del éxito, las mayores riquezas (Londres es la tercera ciudad del mundo con más multimillonarios per cápita, después de Nueva York y Moscú) conviven codo a codo con la pobreza de los que, aunque tengan un techo sobre sus cabezas, deben elegir entre tener calefacción en invierno o comer.
Lo absurdo de los precios locales es particularmente evidente en el mercado inmobiliario, con precios que suben casi constantemente. En los últimos años, los alquileres han aumentado ocho veces más rápido que los salarios y la idea de comprar un inmueble es casi imposible para la gran mayoría de la población. Es precisamente esa desigualdad social, latente y creciente, la que causó las protestas masivas de 2011.
Theresa Musgrove, londinense y autora del blog Mrs Angry, dice que Londres sólo es soportable si uno es rico. "Vivir en Londres se está volviendo imposible para las clases medias y bajas. Las políticas del gobierno conservador están alejando a los que menos tienen de la capital, para quienes encontrar un lugar donde vivir es casi imposible. Y esto incluye a maestros, enfermeras y trabajadores del Estado."
"Londres es una ciudad vibrante, inspiradora, con mucha cultura, pero lo que estamos viendo es la aparición de una clase increíblemente desposeída que está siendo afectada por una especie de limpieza social. Parece que estamos volviendo al Londres del pasado, con políticas de austeridad que están regresando para dividirnos una vez más", dice.
Sin embargo, la gran mayoría de los londinenses parecen estar enamorados de su ciudad. Como explicó una comentarista del matutino The Guardian cuando se publicó el informe, Londres es algo así como una fiesta en la que todos los invitados son tan diferentes que nadie es diferente, y donde las oportunidades existen más que en otros lugares.
Las mejores atracciones que la ciudad puede ofrecer son gratuitas: los parques, las calles colmadas de edificios llenos de historia, el Támesis con todo su esplendor. Londres es una de las ciudades con más espacio verde del mundo, con el 40% de su territorio cubierto por parques.
Y a pesar de los estragos de la crisis económica, la tasa de criminalidad está en baja y la seguridad social que ayuda a quienes menos tienen, al menos por ahora, existe.
Como dice Mario: "Si París bien vale una misa, Londres se merece toda una catedral".