Visibilidad mediática no, conciencia social sí
El miedo y la incertidumbre durante la pandemia tuvo su costo emocional para quienes trabajan en enfermería
La pandemia por Covid-19 otorgó a los profesionales de la salud una visibilidad mediática que motivó su reconocimiento a nivel global. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 2021 “Año Internacional de los Trabajadores Sanitarios y Asistenciales”. Pero ¿cuáles son los elementos de reflexión y debate que se nos han planteado este tiempo?
Las palabras de una colega, Alejandra Parisotto, directora de Enfermería del Hospital Universitario Austral, describen muy bien cual fue el significado de la pandemia para los profesionales sanitarios: “Se trató de una gran montaña rusa donde el paisaje cambiaba en forma permanente. En un inicio nos enfrentamos al miedo e incertidumbre de nuestro equipo. Tuvimos que construir confianza y lograr que sientan que estábamos juntos en el mismo barco. Decirlo es sencillo, vivirlo fue muy difícil”.
Estas vivencias se multiplicaron en cada servicio de enfermería a nivel global. El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) lo plasmó en el documento “Llamamiento a la acción” contra el Covid-19, que recogió los datos –y lo sigue haciendo- recibidos de asociaciones de enfermería de cada país acerca de las situaciones que han experimentado los profesionales de enfermería, y alerta sobre la posibilidad de un incremento del abandono de la profesión.
Las preocupaciones hacen referencia al agravamiento del burnout, del estrés postraumático, el agotamiento y las exigencias psicológicas. Según el CIE, se trata de un fenómeno complejo y entrelazado con varios problemas que incluyen, además, cargas de trabajo persistentemente elevadas, aumento de la dependencia, mortalidad de los pacientes, el agotamiento ocupacional, disponibilidad de los equipos de protección personal, un aumento de la violencia y discriminación contra las enfermeras, la negación del Covid-19 y la propagación de desinformación, junto con la falta de apoyo social y de salud mental.
La crudeza de este documento es un nuevo llamado a tomar real dimensión del desafío que tienen todos los países, y especialmente los de ingresos medios y bajos que sufren la escasez del personal, para tomar acciones urgentes.
Las enfermeras y enfermeros representan el 60% del personal sanitario mundial. Considerando los Desafíos 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no habría salud para todos sin el despliegue de políticas para garantizar la salud física y mental de los trabajadores del sistema sanitario y para mantenerlos en él.
Pero esto no es todo. Otro emergente en la pandemia es la formación de futuras generaciones de enfermeras y enfermeros para contribuir en número, calidad educativa y generación de conocimiento a través de la investigación, que se traduzca en una fuerza laboral consolidada para dar respuesta a los problemas de salud de la población.
“Proteger. Invertir. Juntos”, es el lema de la campaña de la OMS que hoy se transforma en un clamor hacia gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, instituciones de salud y de educación para que generen acciones concretas. El objetivo debe ser el de “proteger” al personal sanitario e “invertir en las personas que invierten en nosotros”, mediante la formación de profesionales de enfermería, oportunidades de un desarrollo laboral continuo y con un entorno positivo de trabajo.
Como país no estamos exentos de las problemáticas descriptas. Hoy tenemos la oportunidad de superar la visibilidad mediática y pasajera, para reflexionar sobre cómo concebimos la salud como un bien social y a cada uno de sus protagonistas, que trabajan en distintos ámbitos para el cuidado de la salud de la población y que conforman la columna vertebral del sistema sanitario.
Directora de posgrado de la Escuela de Enfermería, Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.