Vidal en la provincia de las maravillas
Los traspasos de votos entre candidatos a presidente y a gobernador bonaerense derriban clisés sobre los electores
En el mundo a través del espejo de Alicia (no Kirchner, sino la creada por Lewis Carroll), todo funciona al revés. Debés ir en sentido contrario para moverte. Debés ir doblemente rápido para llegar al mismo sitio. Y, al menos en nuestra versión, debés ser más votada que tu padrino político para ganar. Así fue como María Eugenia Vidal logró el doble récord de convertirse en la primera mujer gobernadora de la provincia de Buenos Aires y proveer alternancia luego de tres décadas ininterrumpidas de peronismo.
En la antesala de la definición de las candidaturas a la gobernación bonaerense, los análisis enfatizaban la debilidad de la coalición no peronista, sin figuras de peso en la provincia. La única forma de alzarse con el principal distrito del país era el potencial arrastre "de arriba hacia abajo" de Mauricio Macri. La historia reciente, sin embargo, no daba fuerte sustento a esta hipótesis. La diferencia en el caudal de votos entre gobernador y presidente en la provincia desde 1983 había sido, en promedio, de 2,3 puntos. Los bonaerenses, decíamos, no cortan boleta. Y menos lo harán en 2015 cuando encuentren en el cuarto oscuro la boleta más larga que hayan tenido en sus manos.
Pero luego de tomar la botellita con la etiqueta "¡Votame!", Vidal creció 10 puntos y se alzó con un inesperado triunfo, casi triplicando el promedio histórico de corte de boleta y con un arrastre de votos en la dirección contraria a la que todos imaginaron durante la campaña: dándole votos a su jefe político en lugar de recibiéndolos de él.
El dato lo confirma un análisis de transferencia de votos que realizamos aprovechando las bondades de la inferencia ecológica. Esta técnica estima las transferencias de votos individuales (hacia dónde van los votos entre elecciones o entre cargos) utilizando los resultados electorales al nivel de máxima desagregación disponible (cada mesa de votación). En este caso, los datos corresponden al escrutinio provisorio de las 35.000 mesas bonaerenses y confirman que todos los votantes de Mauricio Macri pusieron también a María Eugenia Vidal en el sobre, pero que lo inverso no sucedió: el 13% de los que votaron a Vidal decidieron cortar la boleta, optando principalmente por votar en blanco para presidente; y en bastante menor medida, eligiendo a otra mujer, Margarita Stolbizer.
Pero en el mundo que encontró Alicia cuando atravesó el espejo, no fue suficiente con el arrastre al revés en Cambiemos. Para ganar la gobernación, este efecto se combinó con otro de idéntica magnitud, entre las candidaturas del Frente para la Victoria, pero invertido. Ningún votante de Fernández cortó boleta, pero sólo el 87% de quienes votaron a Scioli lo votaron también a Aníbal Fernández. El resto prefirió votar en blanco para el cargo de gobernador o se inclinaron por otro peronista, Felipe Solá. Si tenemos en cuenta que entre las PASO y las generales el Frente para la Victoria perdió 5 puntos en la elección de gobernador pero casi la mitad de votos (2,3 puntos) para la Presidencia, el efecto arrastre parece haber sido también en el FPV de abajo hacia arriba pero de signo negativo: el candidato a gobernador le quitó votos a Daniel Scioli. Acostumbrados los politólogos a concentrarnos en estimar "quién va a sumarle a quién", no consideramos que la teoría identifica también la hipotética situación de "quién resta a quién".
Votantes expertos
Mientras los analistas señalaban la dificultad para el electorado de diferenciar una regla compleja de balotaje para elegir la Presidencia (que requiere estimar no sólo cuánto saca el más votado sino el segundo también) de la más sencilla que rige para la gobernación, un votante aparentemente experto en sistemas electorales supo descifrar dónde concentrar más el voto y dónde podía estar más fragmentado. Según una encuesta de Cippec a 1600 votantes del conurbano bonaerense realizada durante la jornada electoral del 25 de octubre, el 53% creía que no se definía esa noche la elección presidencial, sino que iba a haber una segunda vuelta. Con esa percepción votaron y por ello hubo mayores reacomodamientos entre las PASO y la general para la elección bonaerense que para la elección presidencial.
El análisis de transferencias entre las dos elecciones muestra que tanto Vidal como Macri captaron votantes de todos los espacios -menos del FPV- entre ambas vueltas. Pero Vidal lo hizo de forma más pronunciada y terminó aumentando 10 puntos su caudal (sin perder un solo votante). No sólo el 67% de los votantes de Linares, el candidato a gobernador de Progresistas, votó a Vidal en la general. También el 37% de los votantes que habían elegido a Néstor Pitrola en las PASO. Y los votantes de Felipe Solá, que decidieron irse ante el llamado del voto útil, fueron mayormente hacia Vidal. En cambio, Aníbal Fernández perdió 1 de cada 5 votantes de las PASO (mayormente migraron a UNA y compensaron aquellas pérdidas frente a Cambiemos) y casi no logró captar de otros espacios. Sólo se benefició de una porción de los nuevos votantes. Pero también lo hicieron Vidal y Solá.
Bienvenidos entonces los nuevos votantes que aumentaron la participación significativamente de agosto a octubre y la pusieron entre las más altas de la última década. Pero no fueron ellos quienes definieron la elección, volcándose masivamente hacia algún candidato. En la partida de ajedrez que debió jugar el votante bonaerense en 2015, primó la racionalidad estratégica y la sutileza, contribuyendo a desacreditar ese pernicioso clisé -reactualizado tras las elecciones tucumanas- de un votante cautivo y acarreado.
La última jugada: el 22-N
No habrá ningún efecto arrastre en el balotaje, y en la provincia eso podría beneficiar más a Scioli que a Macri. Pero el desafío central es captar votantes de otros espacios.
Scioli no pudo diversificar su base entre las PASO y la elección general. Sólo logró el 3% de los delasotistas. Macri logró captar votos de todo el espectro ideológico, desde Del Caño hasta De La Sota, pasando por Stolbizer y Rodríguez Saá. Pero para ganar, ambos necesitan disputarse los votos massistas y ésa es la gran incógnita que no puede despejarse analizando las transferencias entre PASO y generales, ya que se mantuvieron fieles en UNA.
El desenlace de este cuento es incierto. Pero continuará transcurriendo en el novedoso mundo del espejo. Por primera vez desde 1983, los bonaerenses serán opositores al gobierno nacional o serán oficialistas de un gobierno provincial que no proviene ni del radicalismo ni del peronismo. En cualquier caso, el cambio en la provincia de Buenos Aires tendrá consecuencias aún desconocidas para el sistema partidario. Éste, como Alicia, balbuceó el lunes 26 de octubre: "Me pregunto si he cambiado en la noche. ¿Era la misma persona cuando me levanté esta mañana? Pero si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién soy en el mundo? ¡Ése es el gran rompecabezas!"
Votantes del conurbano
53%
de los votantes del conurbano fueron a las urnas el 25 de octubre convencidos de que habría segunda vuelta
Ernesto Calvo es politólogo y profesor de la Universidad de Maryland. Julia Pomares es directora del Programa de Instituciones Políticas de Cippec
Ernesto Calvo y Julia Pomares