Viaje a Río: frente a las multitudes, la prueba superada de la popularidad
En la Jornada Mundial de la Juventud, en Brasil, Francisco desplegó su carisma y sus gestos -visitó una favela, a drogadictos, presos y enfermos- y dejó un mensaje de reforma para la Iglesia de la región
RíO DE JANEIRO.-Nada menos que en Brasil, el país con mayor cantidad de católicos del mundo -123 millones-, el papa Francisco tuvo su estreno internacional el año pasado, con la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) como contexto, en la que no sólo logró emocionar y encantar a los fieles, sino también a los no creyentes que siguieron con atención cada uno de sus eventos y discursos.
Desde el momento en que llegó a Río de Janeiro, el 22 de julio, y quedó atrapado en el caótico tránsito carioca, el pontífice argentino sorprendió con sus pequeños gestos de simplicidad y deseo de estar cerca de la gente: inmovilizado en el auto que lo transportaba, abrió la ventanilla -algo que hasta pocos locales se animan a hacer- y comenzó a dar la mano, abrazar, besar y bendecir a las personas que se le acercaban. Fue su primer baño de masas fuera del Vaticano, que se volvería realmente intenso siete días después, durante la misa final de la JMJ en la playa de Copacabana, colmada por 3 millones de almas.
Aún expresándose en español y en portugués, gracias a su carisma y sensibilidad logró hacer entender su mensaje a quienes no hablaban estos idiomas. Su paso por Río, donde además de sus encuentros con jóvenes visitó una favela, se reunió con drogadictos, conversó con presos y saludó a enfermos, dejó un fuerte impacto en los brasileños y en el resto del planeta.
"Desde que fue elegido Papa, y especialmente en su viaje a Río, Francisco marcó un gran cambio en la agenda de la Iglesia Católica. Colocó en el centro la caridad y la misericordia, que hacía tiempo parecían relegadas a un segundo plano. Trajo consigo un gran soplo de esperanza para todo el mundo, tanto para los católicos como para las personas de otras religiones", dice a LA NACION Paulo Fernando Carneiro de Andrade, decano del Centro de Teología y Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.
El viaje de Francisco a Brasil señaló un nuevo rumbo para el pontificado del nuevo Papa. Llevó a la Iglesia a una concepción más universal, renovó y reafirmó su calidad pastoral, y gracias al carisma desplegado por Jorge Bergoglio como Papa, cautivó al mundo entero rápidamente.
"Tenía mucha expectativa por verlo por todo lo que se dijo de él no bien fue elegido. Y realmente aquí se lo vio como una persona muy humilde, simpática; muy humana", comentó la estudiante de ingeniería agrícola Rafaella Morales, de 20 años, quien no se considera católica, pero igual quedó encantada por el primer pontífice latinoamericano. "Fue increíble verlo tomar un mate que alguien del público le acercó al papamóvil. No tenía miedo, confiaba en la gente y ésa es una gran fortaleza", agregó.
Para el padre Ricardo Rezende Figueira, antropólogo y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, fueron estos pequeños gestos de sencillez y testimonio, que se han repetido incontables veces a lo largo de este primer año, los que convirtieron al Papa en un referente social para todo el mundo.
Incógnitas a largo plazo
"Francisco no necesitó de grandes documentos para llamar la atención del mundo. Sus gestos y la congruencia entre sus palabras y sus actos tuvieron tanto impacto como las encíclicas dirigidas a los obispos. A diferencia de Juan Pablo II, que tenía grandes frases, la fuerza de Francisco no está en su oratoria sino en su coherencia. La gente siente eso y por eso le ha dado una calurosa bienvenida", resaltó el religioso-académico.
Tanto en la jerarquía de la Iglesia brasileña como en el clero vaticano, sin embargo, este cambio de agenda ha generado resistencias de la ortodoxia atada a cuestiones burocráticas, intereses y privilegios.
"Todavía falta por ver los efectos que Francisco tendrá en las autoridades eclesiásticas a largo plazo. Aquí, en Brasil, como en toda América latina, costará mucho cambiar las mentes de los obispos, acostumbrados a sus cuotas de poder y a emitir juicios incontestables", advirtió Rezende Figueira.
Ya la franqueza con la que el Papa habló sobre los homosexuales al regresar al Vaticano desde Río ("Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?) causó mucho desconcierto en los jerarcas eclesiásticos, que nunca antes habían dudado en condenar esta orientación sexual.
En Brasil, así como en varias otras naciones, la elección de Bergoglio como Papa renovó la fe de muchos católicos que se estaban alejando de la Iglesia y volvieron a ir a misa, como apuntó la maestra jubilada Nilda Ambrosio, de 83 años.
"La iglesia donde voy, Santa Teresa del Niño Jesús, en Botafogo, de repente se llenó de gente. Francisco creó un ambiente de renovada esperanza y fe, que es el mejor legado que es el mejor legado que puede dar un líder espiritual", dijo Ambrosio.
Con ella coincidió el empleado de supermercado Francisco Correia, de 40 años, quien sintió que el Papa le hablaba directamente a él. "Me tocó el corazón, me hizo sentirme identificado nuevamente con la Iglesia y las enseñanzas de Jesús más allá de toda la pompa del Vaticano. Está cambiando todo desde dentro, volviendo a las raíces", aseguró.
También parece haber cambiado la relación que había entre el gobierno brasileño y la Iglesia. Cuando en 2010 era candidata a la presidencia, Dilma Rousseff fue cuestionada por los sectores más conservadores por su supuesto apoyo al aborto y los derechos reproductivos de las mujeres. Tras el viaje de Francisco a Brasil, la ahora mandataria brasileña tiene una fuerte afinidad con el pontífice argentino, a quien incluso ha invitado a volver a visitar el país para el próximo Mundial de fútbol. Los más suspicaces explican este restaurado vínculo con el objetivo del gobierno de Rousseff de ser reelegido en los comicios generales de octubre próximo. Es cierto que una foto con el «Papa pop» agrada a todo el mundo, aunque de ahí a sumar votos se requieren más esfuerzos.
"No creo que sea un cálculo político. Hay una convergencia de perspectiva entre el mensaje de justicia, igualdad e inclusión social que pregona el Papa y los enunciados políticos de esta administración brasileña, que las autoridades del país han sabido resaltar para buscar una reaproximación con el Vaticano y trabajar juntos por los menos favorecidos en el país", indicó Carneiro de Andrade, de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.