Verano y discapacidad: el desafio de romper barreras y prejuicios
Si bien “llegar al verano” parece ser la meta para muchas personas, las personas con discapacidad y especialmente las mujeres aún se encuentran ausentes e invisibilizadas en este terreno. Qué prejuicios existen, y por qué necesitamos apostar a su inclusión.
Son muchos los discursos que empiezan a surgir imponiendo una idea, muy obsoleta, de “llegar al verano”. ¿Quién llega al verano? Suelen ser aquellas personas que cumplen con ciertos parámetros de belleza y normalidad establecidos. O al menos eso nos dicen las publicidades y las redes. Y en este sentido, las personas con discapacidad, especialmente las mujeres, nos vemos en gran medida invisibilizadas. ¿A cuántas personas con discapacidad se pueden ver en la playa? ¿Y en las publicidades de bronceadores? ¿En el bar tomando una cerveza? Sin embargo, no verlas no significa que no existan.
Si bien en los últimos años surgió un movimiento en torno a construir playas y balnearios más inclusivos además de nuevos debates en torno a la diversidad, los cuerpos de las personas con discapacidad permanecen en gran medida aislados de estas búsquedas por mayor representación y visibilidad. Como consecuencia de esto, es habitual la falta de entornos accesibles y apoyos para que cualquier persona con discapacidad pueda disfrutar, como todos, del verano. Es el caso de las piletas que aún no cuentan con facilidades para su acceso o salidas recreativas en las que los obstáculos son moneda corriente.
Y si hablamos de inclusión en esta época también debemos remarcar la necesidad de fomentar un turismo responsable y accesible que tenga en cuenta a todas las personas. Esto es, que ninguna persona con discapacidad tenga inconvenientes u obstáculos a la hora de encarar un viaje, ya sea en lo que respecta a traslados como estadías en el lugar. Es así que aún hoy no todos los alojamientos y hoteles cuentan con accesibilidad y son muchas las barreras en distintos circuitos turísticos (en excursiones, destinos recreativos, paseos) que no contemplan a una persona con discapacidad como visitante de esos lugares.
La visibilidad y representación a través de la publicidad o discursos periodísticos también resulta fundamental y clave para naturalizar los cuerpos con discapacidad, especialmente de las mujeres con discapacidad, los cuales se han mantenido fuera de los cánones y estereotipos de belleza fuertemente instaurados a partir de una premisa que entiende a las personas con discapacidad como seres fallados, aislados y deficientes.
Para que las personas con discapacidad lleguen al verano necesitamos un entorno que lo permita. Ese entorno que debe generar las condiciones adecuadas para que todas las personas puedan participar de los diferentes espacios en igualdad de condiciones y libremente. Al fin y al cabo, todos tenemos derecho a disfrutarlo.
Lic. en Comunicación (UBA) y referente en discapacidad y diversidad