Vendan lo que quede
Por Abel Posse Especial para lanacion.com
Este país desopilante, donde el Gobierno dedicó todo el último año a impedir la exportación de la mejor carne del mundo, dañó la producción triguera, el maíz, los lácteos y todo lo que sabemos, hoy convoca a la exageración de un centenar de sus embajadores (la mayoría aficionados) y de cónsules para transformar las embajadas en agencias de ventas de productos argentinos.
En realidad esta conducta violentamente contradictoria debería ir acompañada de un método explicativo de la esquizofrenia argentina que causa perplejidad nacional y universal.
Afuera, en el mundo, cuando vieron desaparecer la mejor carne de los mercados, sintieron lo mismo que experimentaríamos si nos enteramos que el presidente Uribe ordenó arrasar los cafetales colombianos o si el rey de Arabia Saudita mandó encender los pozos petroleros.
Sin embargo lo positivo del encuentro de la Presidenta con los diplomáticos es que será el primer gesto de apertura a una materia olvidada por el gobierno K, desde las impuntualidades para con sus pares hasta la incapacidad de resolver el absurdo destrato de Uruguay, todavía después de un año sin que se registrara la contaminación que fue el motivo verdadero del disparatado litigio planteado ante la Corte de La Haya.
Hoy la tarea diplomática es esencial para un país que perdió respeto en las relaciones bilaterales y ante los foros económicos. Es este un país que dio las embajadas más importantes a aficionados y donde la mejor garantía para no conducir una embajada es la de ser diplomático de profesión. En Chile, Brasil, Uruguay, Cuba, Colombia, Venezuela, México, Estados Unidos, Alemania, Rusia, España y Francia, las embajadas están manejadas por amigos o, a veces, por algunas personalidades destacadas en otras actividades. China, Inglaterra, Roma; están vacantes de jefatura.
En los últimos años de este último gobierno, los puestos diplomáticos ingresaron en el botín de dádivas del clientelismo. Los diplomáticos de carrera están en sus casas, en puestos menores, o en embajadas con mosquitos y dromedarios.
Si la Presidenta quiere afirmar un viraje diplomático debe afinar el instrumento y comprender que lo fundamental es definir las líneas de políticas internacionales permanentes y una urgente diplomacia de crisis para recuperar prestigio y presencia en un mundo donde la catástrofe financiera nos obliga a reconquistar espacios y mercados perdidos. La crisis obligará crear nuevas reglas para la economía mundial. Estamos en tiempos previos a un nuevo Bretton-Woods.
No podemos seguir llegando tarde.