Vamos a una tormenta y será necesaria la unidad
Según informa Isabel Kershner en The New York Times y La Nación, Israel reaccionó ante el golpe terrorista de Hamas con una política de unidad nacional.
Aunque de índole política muy diversa, nuestro país también ha sufrido y seguirá sufriendo por tiempo indeterminado un golpe de opio para nuestro pueblo, anestesiado con una aterradora inflación que camuflaba con planes y una batería de morfina económica con la cual el dolor del pueblo se conjugaba con exacciones y apropiaciones de los encaramados en el poder del Estado.
Vamos a una tormenta del desierto y será necesaria la unidad nacional que hemos perdido para perseguir los nobles fines enunciados en el Preámbulo de nuestra Constitución nacional.
Y será un esfuerzo patriótico forzoso. Dios nos guarde de un nuevo fracaso.
Quienes proclamaban verbalmente la unidad tendrán ahora ocasión de hacer la prueba sobre su hambre y su sed. El país habrá de sobreponerse al letargo de la “vida blanca” del que nos quería despertar Eduardo Mallea en su libro así llamado.
Se acabó la morfina y hay que operar.
No habrá eximiciones del servicio militar para “los estudiosos de la Torá”, como en Israel.
Y aun rodeado de inexpertos, si de inexpertos socios de la coalición, al Gobierno solo le queda un camino: perseverar y perseverar. No puede mirar atrás.
Y en esa perseverancia heroica de una política épica comenzará a ganarse el pan el hombre moribundo de la calle. Sí, vendrá el maná, verdadero pan de nuestra pampa húmeda.
Cada habitante será un soldado y un defensor de la patria que ya no podrá enajenarse nunca más porque cada mendigo no será ya un soldado inerme, sino sin defensor con fusiles de honradez. No terroristas disfrazados de guerrilleros.
El país también ha tenido heridas, horror y muerte.
Empero, si llegara a levantarse, jamás será otra vez vencido por la droga mortecina. Será una roca como el presidente evocado en aquella mañana inaugural, como fundamento inamovible de la patria nueva y de la patria vieja.