Valéry, un poeta maltratado
Por Lucila Castro De la Redacción de LA NACION
“En la columna de Silvia Hopenhayn titulada «Los diarios de Colón», aparecida en la sección Notas del miércoles10, la autora termina citando un verso de un poeta francés, «La mer... toujours recommencer...», y lo traduce: «El mar... siempre volver a empezar»”, escribe Martha Vanbiesem de Burbridge.
“Me permito corregirlo, pues se trata nada menos que del poeta Paul Valéry y no puede ser maltratado. El verso tal como se lo cita en el diario no tiene sentido en francés. Es el cuarto verso de la primera estrofa de Le cimetière marin (El cementerio marino): «La mer, la mer, toujours recommencée!». Me parece que sería más exacto traducirlo como «El mar, el mar, siempre renovado». Pero el sentido literal hace perder la belleza del verso”, finaliza.
Barbarismos
Escribe Horacio Giberti:
“Hace años se propuso limitar legalmente el uso de barbarismos en los periódicos. LA NACION se opuso al proyecto y editorialmente afirmó que los propios medios se encargaban de cuidar el lenguaje.
“La realidad parece ser otra. Habitualmente LA NACION incluye en el texto de sus notas, y hasta en los títulos, barbarismos innecesarios, casi todos anglicismos. Vaya un ejemplo. La edición del 12 del mes actual, en la página 7, comenta acciones de campaña electoral del candidato Roberto Lavagna. En 14 centímetros de columna de redacción propia (eliminando las citas textuales del candidato), incluye tres anglicismos totalmente innecesarios: after office, happy hour y cool.
“Pregunto: ¿nuestro idioma es tan pobre que no existen palabras para expresar esas ideas, o quienes escriben en el periódico carecen de la cultura necesaria?”
Estrenos
“En la sección Espectáculos del martes 9, en el artículo «Festejo anticipado en el Teatro Real de Madrid», se ha deslizado un grosero error. Verdi no estrenó La forza del destino en el Real de Madrid por la sencilla razón de que no estrenó ninguna de sus 28 óperas en ningún teatro de España. Esta ópera fue estrenada en San Petesburgo (por encargo, para el Teatro Imperial) el 10 de noviembre de 1862 y reestrenada en la Scala (con algunas modificaciones) el 27 de febrero de 1869”, escribe Jaime Javier Cornejo Saravia.
Tal vez el autor haya querido decir que el estreno español de la ópera fue en ese teatro. Y puede haber contribuido a la confusión el hecho de que la obra es de asunto español, pues está basada en el drama romántico Don Álvaro, o la fuerza del sino, del duque de Rivas.
Pérdida
Escribe Héctor Miguel Manzi, médico cirujano:
“En estos días he visto unos carteles de propaganda en los que me parece que es usada en forma incorrecta una palabra. La palabra en cuestión está escrita «mirémonos» y tengo la impresión de que debería ser «mirémosnos».”
La forma usada en el aviso es correcta. La primera persona del plural del presente de subjuntivo (amemos, comamos, partamos) pierde la -s final delante de los pronombres enclíticos nos y se: Mirémonos a la cara; Comámonos la torta; Digámoselo a él.
Costumbres
“Parece que Joaquín Morales Solá es otro que tropieza con la misma piedra: «Duhalde acostumbra a recordar…»”, escribe el ingeniero Francisco Justo Sierra.
El lector cuestiona que acostumbrar, en el sentido de ‘soler’, en la oración citada esté construido con la preposición a, pero esta construcción, si bien no es la más frecuente entre nosotros, tampoco es incorrecta.
Leemos en el Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española: “acostumbrar(se). 1. Cuando significa ‘habituar(se)’, se construye con un complemento con a: «Amanda [...] lo acostumbró a comer de todo» (Allende Casa [Chile 1982]); «Se acostumbró a las argollas» (MtnRecuerda Arrecogías [Esp. 1980]). 2. Cuando significa ‘soler’, va seguido de un infinitivo, que puede ir o no precedido de la preposición a: «Ella no acostumbraba ir a misa» (Pitol Juegos [Méx. 1982]); «La gente no acostumbra a revelar sus verdaderas intenciones» (Esquivel Deseo [Méx. 2001]). Ambas son construcciones válidas, con preferencia hoy por la construcción con a”.
Nada de suerte
Escribe Roberto Ángel Meneghini:
“Molesto su atención a los fines de consultarla acerca del término alea. Frecuentemente es empleado como sinónimo de suerte, sino, eventualidad y similares, pero el Diccionario de la Real Academia (DRAE), en la entrada correspondiente, remite a aleya.
“Mis dos dudas estriban en saber si es correcto que se use como dije precedentemente, al traer el término del latín, y, en segundo lugar, si el hecho de que, no obstante ser palabra esdrújula, no lleva acento ortográfico se debe a que, justamente, proviene de dicha lengua.”
La palabra esdrújula alea, en el sentido de ‘suerte’ (más precisamente, ‘tirada de dados’), no proviene del latín, sino que es palabra latina. No lleva tilde porque en latín no hay tildes. En español no existe, pero es conocida, incluso por los que no saben latín, porque se la suele citar en la frase Alea iacta est (‘La suerte está echada’), que se dice que dijo César cuando cruzó el Rubicón. La palabra grave alea, que figura en el DRAE y remite a aleya, no tiene nada que ver: aleya o alea es de origen árabe y significa ‘versículo del Corán’.
La ópera alemana
“Felicito al señor Juan Carlos Montero por su nota del lunes 15 sobre la ópera Elektra de Richard Strauss, ya que constituye una buena guía para los nuevos melómanos, especialmente las razones para verla, y un llamado a la atención de aquellos más conservadores que se resisten un poco a la ópera alemana”, escribe Hugo Perini.