Vacunas. El acuerdo para la producción local no resuelve la emergencia
La escasez de insumos específicos y las limitaciones en la producción de vacunas que están frenando las campañas de inmunización globales no pueden más que hacernos celebrar la noticia de un principio de acuerdo entre la compañía local Laboratorios Richmond y Magement Company, del Fondo Ruso de Inversión Directa, que permitiría producir la Sputnik V en el país. Pero para no alentar falsas expectativas, se impone destacar que esta iniciativa no resolverá la emergencia que tenemos en estas semanas: con suerte y si todo marcha como se imagina, los primeros lotes del principio activo comenzarían a elaborarse dentro de alrededor de un año y medio.
Lo explicó de forma transparente Elvira Zini, directora de Asuntos Técnicos y Científicos de Laboratorios Richmond, entrevistada por Radio La Red: “Tenemos que bajar un poco la espuma; estamos en una etapa muy preliminar (…) Lo que se acaba de firmar es una carta de intención (…) es un proceso largo que recién empieza (…) Si somos eficientes, quizás en dieciocho a veinticuatro meses podemos tener la vacuna fabricada en Argentina; debemos bajar la ansiedad”.
Prioridad
Hoy, la prioridad es acceder a por lo menos ocho millones de dosis más, de cualquiera de las vacunas autorizadas y disponibles, para proteger a los grupos de riesgo antes de que, por la reanudación de actividades, el descenso de las temperaturas que llevarán a estar más tiempo en ambientes cerrados y la propagación de nuevas variantes del virus más transmisibles (y, según sugieren distintos trabajos, más letales) la pandemia tenga un impacto difícil de predecir.
El acuerdo, lamentablemente, no tiene trascendencia inmediata. Pero si se confirma, por supuesto que este emprendimiento amerita una celebración. Richmond se sumará así a las dos plantas en condiciones de fabricar vacunas (Biogénesis-Bagó y Mabxcience) y dotará a la Argentina de una capacidad que en la región, fuera de nosotros, solo posee Brasil. Este último país ya firmó un convenio similar y está fabricando la vacuna, aunque allí todavía no fue autorizada para su uso. Además, también se produce en la India y Corea del Sur.
Como se dijo cuando se anunció la fabricación local de la inmunización de Oxford/AstraZeneca, no es una tarea trivial. Exige no solo contar con infraestructura, sino también con personal capacitado para cumplir con las normas de altísima exigencia que regulan esa actividad. (Chile, que la tenía hace 20 años, la perdió y debe comprar todas sus inmunizaciones en el extranjero). Esto permite ahorrar sumas ingentes en comisiones, fletes, impuestos, tasas… Y lo más importante es que eventualmente otorga independencia para acceder a un suministro vital sin depender de las decisiones de productores externos.
“Todavía no tenemos los detalles de cómo será la comercialización –cuenta desde una gélida Moscú (donde hace 25 grados bajo cero) Marcelo Figueiras, presidente y principal accionista de Richmond–. Si haremos sólo lo que se conoce como fill and finish (formulación final y llenado), para lo que tenemos una capacidad de 100 millones de dosis. Si hacemos todo el proceso, incluyendo el fermentado, donde juega la transferencia de tecnología y validaciones tenemos una capacidad de 24 millones de dosis. Estoy luchando para tener las vacunas lo más barato posible para nosotros y después que el Fondo disponga cómo se lleva esto para afuera”.
El proyecto involucra también a la empresa Hetero, laboratorio con el que Richmond produce antivirales de última generación. Este laboratorio se hará cargo de la asesoría técnica y el ajuste fino de la elaboración. La planta no solo permitirá producir la Sputnik V, sino también todas las demás variantes que surjan, además de la línea de anticuerpos monoclonales que están en proyecto.
“Esperamos que todos estos avances también nos permitan ‘calificar’ para la European Medicines Agency (EMEA, la autoridad regulatoria europea)”, se entusiasma Figueiras.
Laboratorios Richmond está próximo a cumplir 90 años. Es el único íntegramente de capitales nacionales y que cotiza en Bolsa, y uno de los principales proveedores locales de medicamentos oncológicos y contra el VIH. Está en pleno proceso de regionalización en América Latina, pero a través de subsidiarias o socios estratégicos sus productos se comercializan también en 25 países de África, Asia y Medio Oriente. Piensa invertir en la nueva planta unos 70 millones de dólares. Participa en estudios de investigación básica para la tuberculosis, en proyectos conjuntos con el Conicet y en ensayos clínicos en el país. Además, otorga las becas Sadosky, para estudiantes sin recursos en las áreas de ciencias exactas.
No queda más que desear que todo esto llegue a buen puerto.