Vacuna para niños y jóvenes con discapacidad
Mucho se ha hablado de la necesidad de vacunación a toda la población. En mayo de este año se incorporaron al plan de vacunación las personas con discapacidad mayores de 18 años con algún riesgo agregado, como residentes en hogares, residencias y pequeños hogares en general, y/o con asistencia profesional domiciliaria o internación domiciliaria, personas con discapacidad intelectual y del desarrollo que inhabilite las capacidades individuales de ejecutar, comprender o sostener en el tiempo las medidas de cuidado personal para evitar el contagio o transmisión del Covid-19, y otras afecciones. Pero ¿alcanza con esta medida?
En esta decisión quedaron relegados un gran número de jóvenes con discapacidad en los que la pandemia y la edad generaron una doble vulnerabilidad. Ellos son adolescentes comprendidos entre los 13 y los 18 años. El gobierno nacional autorizó por decreto, hace pocos días, la posibilidad de importar la única vacuna aprobada para esta franja etaria.
Según datos actualizados de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), las personas con discapacidad de entre 13 y 18 años son 104.039. Jóvenes con discapacidad mental son el 32,4%, seguido por personas con más de un tipo de deficiencia, con 23,1%; discapacidad intelectual, 21,5%; física y motora, 11%; auditiva, 5,6%; visceral, 3,4%, y visual, 3,1%. El distrito con mayor número de adolescentes con discapacidad a vacunar es Buenos Aires, con 36,9%. Le siguen en orden, con un dígito, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, la ciudad de Buenos Aires, y luego, las restantes. No hay que olvidar la cantidad de población por provincia.
Muchos chicos y chicas con diabetes, cardiopatías, alteraciones renales y otras ya se encuentran incluidos en la discapacidad visceral, y más del 60% de las personas con fibrosis quística tienen certificado único de discapacidad. Imaginemos un chico con parálisis cerebral, una niña con deficiencia visual que utiliza las manos para reconocimiento, entre otras formas, un adolescente que no se logra acostumbrar a mantener el barbijo bien colocado.
Como podemos leer, estas personas no pueden saltar a la nueva normalidad, concurrir a sus instituciones de pertenencia, ni sentir que tienen los derechos de igualdad de condiciones con otros de su misma edad. Esto se encuentra en vías de resolución y se realiza con una escasa cantidad de vacunas.
Todos los que trabajamos por y para las personas con discapacidad vemos con beneplácito que los niños y adolescentes con discapacidad prontamente lograrán una mejor calidad de vida.
Presidente de la Fundación para el Cuidado, Atención de la Salud e Inclusión Social de la Persona con Discapacidad (Casid)