Una voz de alerta contra toda tiranía
En estos días, en muchas plazas de nuestra ciudad y de las provincias encontramos candelabros gigantes junto a coloridos árboles de Navidad. Quizás, a través de las ventanas de las casas, también descubramos los tradicionales pinos iluminados y candelabros encendidos.
Es que en las tradiciones de las tres religiones monoteístas (judía, cristiana y musulmana) inmortalizar los hechos del pasado tiene un lugar central. El verbo zajor (“recordarás”) se repite 169 veces en la Biblia hebrea. Justamente, judíos y cristianos se encuentran “recordando” hechos milagrosos ocurridos en esta época. Los católicos y evangélicos celebran en la Navidad el nacimiento de Jesucristo. Los judíos estamos festejando la Janucá (la fiesta de las luminarias), que recuerda la primera lucha de la historia por recuperar la libertad de culto, llevada a cabo un siglo y medio antes de la era cristiana.
La Navidad y Janucá tienen significados muy distintos, pero en la forma tienen aspectos comunes, según han señalado los investigadores: son fundamentalmente festividades de diciembre, hogareñas y nocturnas, en las que se dan regalos a los más pequeños y en las que la luz tiene una gran relevancia. También encontramos otra similitud: Janucá se festeja durante ocho días, el mismo lapso que hay entre la Nochebuena y el primer día del año.
Otro detalle las asemeja: el 24 de diciembre, al anochecer, los judíos estaremos prendiendo la 7a vela del candelabro y los cristianos tendrán iluminado su árbol típico. Este es representado como un triángulo asentado sobre un tronco, y el candelabro de Janucá se compone de ocho brazos que forman un triángulo inverso, sostenido por un mástil central. Lo más significativo es que ambas fiestas son momentos para celebrar, tiempos para la reflexión y para compartir en familia. ¿Qué hecho recuerda la festividad de Janucá? Esta perpetúa el heroico levantamiento contra el sanguinario tirano grecosirio Antíoco IV Epífanes, quien había prohibido todo el culto judío y había dedicado a Zeus el Gran Templo de Jerusalén.
La familia del sacerdote Matatías se propuso valientemente echar al invasor. En los “Libros de los macabeos” (que aparecen en las Biblias cristianas) se refiere la inquietud planteada por el pueblo a Iehudá Macabeo, hijo de Matatías, antes de la batalla: “¿Cómo podremos combatir, siendo tan pocos, con una multitud tan poderosa?”. Este les respondió: “Ellos vienen contra nosotros rebosando insolencia e impiedad (…); nosotros, en cambio, combatimos por nuestras vidas y nuestras leyes”.
Los defensores lograron, luego de tres años de lucha, la reinauguración del Templo (Janucá significa “inauguración”) y entonces ocurrió el llamado milagro de Janucá: el aceite del candelabro, que solamente alcanzaba para un día, fue usado durante ocho días. En la actualidad se lo recuerda con el encendido gradual del candelabro.
Para concluir, los Antíocos Epífanes no han desaparecido. También hoy existen tiranos, y somos nosotros los que debemos oponernos, como en aquella época los enfrentaron los macabeos. El recordarás… (zajor) también nos ilumina para evitar nuevos dictadores. Nuestra defensa es siempre resistir, resistir y resistir ante los opresores. Janucá es asimismo una voz de alerta contra toda tiranía. ¡Feliz Navidad, feliz Janucá!
Presidente del Cidicsef, Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí