Una vida normal
Diego recién había cumplido los 30 cuando, tras las demoras que le impuso la pandemia, logró cumplir su sueño de rearmar su vida en España, la tierra de su madre y de la mitad de sus ancestros. “La Argentina es un país hermoso, pero no me gusta en lo que se convirtió. Está muy roto por dentro,” es la expresión de su cansancio. Pese a que estaba trabajando en lo que había elegido: como ingeniero en sonido, había empezado en distintos bares musicales de los barrios de moda y manejaba la consola de sonido de un folclorista que giraba por toda la Argentina. Sentía que el esfuerzo nunca alcanzaba para poder pensar el futuro.
Después de un año y medio, pudo venir a Buenos Aires a pasar las Fiestas con su familia y contó que, basado en Alicante, conectó con una orquesta de rock sinfónico que gira por toda Europa, además de trabajar en una empresa de eventos haciendo sonido y ambientación. Alquila un “apartamento” con un amigo (también argentino), se esfuerza mucho, pero puede planificar, cada tanto, un paseo en algún otro país cercano o, incluso, venir a Buenos Aires a ver a su padre y a sus tíos y primos, para luego volver. “Donde vayas, al menos en las principales ciudades de España, hay montones de argentinos”, asegura. Son los que buscan, como él, “una vida normal”.