Una realidad a medida
"Si vienen por mí, si me detienen y me meten preso, les vamos a prender fuego la provincia."
(De Juan Pablo "el Pata" Medina, ex secretario general de la Uocra La Plata)
La amenaza de Medina, el incendiario potencial, fue un regalo de Jurassic Park al Gobierno. El dirigente gremial es un producto de tiempos pasados, pero por su boca también habló -o gritó- el presente, tiempo de fuertes enfrentamientos y violencia discursiva.
Kirchnerismo y antikirchnerismo continúan confrontando y la fractura atraviesa a la ciudadanía y también a la Justicia y a buena parte de la prensa, con el agravante de que la Justicia y el periodismo son los que deben arrimarnos la verdad -o lo más parecido a la verdad- de lo que ocurre. De ahí que cada vez resulte más frecuente el choque de verdades embanderadas y rabiosamente contrapuestas que relatan y explican los mismos hechos como si ocurrieran en dimensiones paralelas.
Es lógico que Medina se considere víctima de un complot y que lo mismo repitan tantos kirchneristas acorralados en casos de corrupción. Menos lógico es que haya analistas que ven en los indicadores de la economía una pradera de brotes verdes mientras otros ven el déficit fiscal y la deuda pública y anticipan el apocalipsis.
Y menos lógico aún es que allí donde ciertos jueces no encontraban ni un atisbo de corrupción, hoy otros jueces procesan o condenan sin titubear. Aquello que las pruebas y peritajes presentaban como un suicidio, al cambiar de fuero, de juez, de fiscal y de peritos se transforma en un homicidio y con dos homicidas a falta de uno. Las verdades mutan según las necesidades de cada bando y todos los protagonistas son catalogados de buenos o malos según convenga. Los mapuches pueden ser víctimas de la violencia de los gendarmes o salvajes forajidos que tal vez algo ocultan sobre la desaparición del joven artesano que los apoyaba.
La pertenencia a un bando o a otro determina qué hipótesis nos seduce y qué elementos privilegiarán jueces y periodistas. Una realidad móvil y maleable, arcilla en manos de estos artesanos. Una realidad a medida en la que cada bando se cree el mejor y considera que, como el fin justifica los medios, puede emplear las mismas armas que el oponente. Comerse a los antropófagos, decía Borges. Es que a la larga, la violencia sobre la realidad se convierte en violencia sobre uno mismo.