Una propuesta para la CABA y el Gran Buenos Aires
La vieja política es sinónimo del Gran Buenos Aires. El clientelismo, las mafias, la corrupción, la pobreza, la inseguridad, las graves insuficiencias de infraestructura son allí una realidad palpable. No nacerá en la Argentina la nueva política, no se afianzarán las instituciones democráticas, mientras no se desarmen las arcaicas estructuras de poder que reinan más allá de la General Paz.
Esteban Bullrich, quien renunció a su banca en el Senado y conmovió a los argentinos con su ejemplo de entereza y sus virtudes republicanas, ha hecho una propuesta para atacar ese grave problema. En su libro Una nueva Buenos Aires, propone dividir la provincia en cinco provincias: Pcia. de Bs. As. del Norte, con capital en San Nicolás; Pcia. de Buenos Aires del Sur, con capital en Bahía Blanca; Pcia. de Bs. As. Atlántica, con capital en Mar del Plata, y dos provincias que resultan de la división del actual conurbano: Pcia. de Luján, con los partidos del norte y noroeste del Gran Bs. As. (a la que agregan otros partidos lindantes, Pilar y Luján) y Pcia. del Río de la Plata, con los partidos del sur y sudoeste del Gran Bs. As. (a la que se agregan otros partidos lindantes y La Plata.)
Esta división se complementa con la creación de dos grandes regiones: la región Bs. As., que abarca las Pcias. de Bs. As. del Norte, del Sur y Atlántica, es decir, lo que hoy denominamos el interior de la Pcia. de Bs. As. y la región Urbana Federal, que incluye la CABA más las provincias de Luján y del Río de la Plata, es decir, la suma del actual conurbano y otros partidos lindantes (entre los que se destacan Pilar, Luján y La Plata), más la CABA. El libro recuerda que las regiones no son divisiones con autonomía política dado que los tres poderes de la Constitución se mantienen a nivel provincial: “Las finalidades de la región están acotadas solo a los ámbitos del desarrollo económico y social”.
Una primera evaluación podría preguntarse si es razonable desmembrar el interior de la provincia en tres provincias dado que la historia, la cultura y la estructura productiva no representan un problema. El problema es el conurbano. Y aquí la solución pasa por dividirlo en dos provincias, pero que absorben varios partidos aledaños, creando dos provincias de más de seis millones de habitantes cada una. A ellas se suma la CABA en una región ampliada de lo que es la actual AMBA (área metropolitana de Buenos Aires). En este sentido, el AMBA no ha sido eficaz en su accionar por contar con zonas muy heterogéneas y con distinto signo político. No se observa claramente qué ventaja se obtendría con la macroesctructura propuesta, que además conserva todos las intendencias actuales, focos permanentes de resistencia al cambio.
Existe una alternativa para equilibrar el peso político del Gran Buenos Aires, que consiste en federalizar el primer cordón del conurbano, ampliando la jurisdicción de la Capital Federal. Esta ampliación forma parte del destino histórico de Buenos Aires. En 1880, luego de la derrota de la rebelión de los porteños que seguían a Tejedor ante las fuerzas nacionales de Roca, se determinó la ampliación de la ciudad de Bs. As. hasta sus actuales límites, incluyendo lo que eran los pueblos de Flores y Belgrano. Tal fue la visión de esos estadistas que marcaron el actual recorrido de la Av. Gral. Paz como el límite de la nueva capital del país. Esa magnífica visión se ha sostenido hasta ahora con crecientes dificultades, pero se agotó y resulta insuficiente para atender las demandas del AMBA.
Por tanto, ha llegado el momento de proponer una nueva expansión de la frontera capitalina. Se propone ampliar la jurisdicción de la CABA, que pasaría a incluir la totalidad de Vicente López (5 km desde la avenida General Paz), San Martín (sin la localidad de José León Suárez), casi todo el partido de Tres de Febrero, y Morón (sin las localidades de Morón y Castelar); los tres partidos a una distancia promedio de 7 km de la avenida General Paz. También incluiría una zona de 5 km de La Matanza (incluyendo las localidades de Ramos Mejía, San Justo, La Tablada, Aldo Bonzi, Tapiales). Ya en la zona sur, incluiría el partido de Lomas de Zamora, excepto las localidades de Llavallol, Temperley y Turdera, y la totalidad de Lanús y Avellaneda (a una distancia promedio de 10 km del Riachuelo).
Según el censo de 2010, esta nueva área urbana incorporaría, aproximadamente, 2.750.000 personas, el equivalente a los 2.890.000 de la CABA. Esta cifra se restaría a la población de 9.900.000 personas que ostentaban los 24 partidos del conurbano, quedando dos zonas metropolitanas más equilibradas a nivel demográfico. Implicaría agregar un promedio de 4 estaciones de ferrocarril y la supresión de 7 partidos: Vicente López, San Martín (el remanente podría ser absorbido por San Isidro), Tres de Febrero (absorbido el remanente por Hurlingham), Ituizangó (que se incorporaría al remanente de Morón como el nuevo partido de Morón), Lomas de Zamora (el remanente pasaría a Almirante Brown), Lanús y Avellaneda.
Esta propuesta reduciría significativamente la burocracia política y administrativa de los partidos absorbidos por la CABA. La CABA sería la responsable de completar la integración de la nueva zona anexada, impulsando la cultura y la economía, que son sus factores destacables. Para ello, dispone de recursos humanos y materiales. Y sería fiel a su misión histórica de contribuir al progreso de sus vecinos.
Entre otros beneficios, el Riachuelo pasaría a la exclusiva responsabilidad de los porteños y el manejo del transporte, los residuos, los menores costos fiscales de la CABA y obras de infraestructura se extenderían a los partidos incorporados. Para impulsar esta federalización, el peronismo tendría el aliciente de tener un electorado más propicio en la nueva CABA, mientras que los partidos de oposición deberían apostar a los efectos benéficos de educación cívica y rechazo del clientelismo que impone la tradición cultural de Buenos Aires.
Debemos agradecer a Esteban Bullrich que haya puesto sobre la mesa este necesario debate, que sea propicio para aportar ideas y buscar consensos. Con ese espíritu colaborativo, en mi opinión, frente a la propuesta de crear una región Urbana Federal de proporciones inmanejables y de administración política incierta, la extensión de la CABA sería un primer paso en la dirección de reducir estructuras costosas y artificiales. Hoy el primer cordón del conurbano está en condiciones de integrarse con la CABA en la medida en que exista la visión de los hombres del 80 y su decisión política para hacerlo. Cualquiera que sea la especulación partidaria, una CABA más extensa es garantía de pasión por el progreso, la cultura y la pluralidad política, es decir, un pilar fundamental para que la Argentina finalmente ingrese con convicción en el siglo XXI.