Una presencia clave en el quirófano
En su día, vaya un reconocimiento especial a los instrumentadores quirúrgicos
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En un día como hoy, en donde se conmemora la labor de los instrumentadores quirúrgicos, recordé una anécdota que surgió en una charla que mantuve con el presidente de la Academia Nacional de Medicina Dr. Juan A. Mazzei. Se trata de la introducción en el uso de los guantes quirúrgicos en la medicina, que nació por la historia de amor entre un médico y una enfermera.
Los guantes quirúrgicos fueron creados en 1890 por el Dr. William Halsted, uno de los cirujanos más brillantes de Estados Unidos en el siglo XIX y primera parte del siglo XX, padre de la cirugía moderna y, fundador de la Escuela de Medicina Johns Hopkins. La invención de estos guantes se produjo a raíz de la historia de amor entre el Dr. Halsted y Caroline Hampton, jefa de enfermería de ese mismo hospital y también su prometida. En aquellos tiempos y de acuerdo con la práctica del Hospital Johns Hopkins, las manos de todo el personal de operación debían de ser previamente desinfectadas antes de cada cirugía con cloruro de mercurio. El uso continuo de esta sustancia, provocó en la jefa de enfermería una grave dermatitis en la piel de las manos. Tales fueron las lesiones que debió abandonar su labor en el hospital.
Este hecho motivó al doctor Halsted a solicitar a la conocida compañía fabricante de artículos de caucho y neumáticos para vehículo, Goodyear Rubber Company, el diseño de unos guantes de goma lo suficientemente finos para permitir que Carolina continuara trabajando en el quirófano. Esta novedad resultó ser la solución a la dermatitis que provocaba el cloruro de amoníaco. Aunque la incorporación de los guantes fue un éxito, pasó mucho tiempo hasta que llegaron a reconocer y entender la importancia de su uso en la prevención de infecciones. Al poco tiempo de esta innovación, el Dr. Halsted y Carolina Hampton contrajeron matrimonio, seguramente sin saber lo que estos guantes aportarían en la medicina.
Los instrumentistas o enfermeros instrumentistas, son profesionales con un nivel de conocimiento científico y técnico que le permite ofrecer un servicio de calidad de atención al paciente aplicando procesos de instrumentación, bioseguridad, saneamiento y administración dentro del quirófano. Su rol se ha ido transformado en todos los escenarios quirúrgicos del mundo, y es una figura irremplazable en el funcionamiento y organización de los quirófanos, desde los más sofisticados hasta los de primeros auxilios.
Las funciones de los instrumentadores fueron evolucionando, primero comenzaron organizando, seleccionando y pasando con pericia los instrumentos adecuados al cirujano. Y poco a poco, fue reemplazando a todo el personal de la sala de operaciones como circulantes, jefas o coordinadoras de áreas quirúrgicas e integrantes de equipos sofisticados como manejo de robots, cirugía de trasplantes de órganos, microcirugía, neurocirugía, otorrinolaringología, traumatología, cirugía cardiovascular, cirugía laparoscópica, investigación, cirugía experimental, entre otros.
Actualmente, los instrumentadores son los responsables de las sucesivas etapas que involucran al paciente desde su entrada al quirófano. Controlan, supervisan y evalúan los distintos procesos en la que están implicados los pacientes. Más allá de la profesionalidad y la excelencia que son irremplazables, cubren un papel destacado en su forma de introducir a un enfermo en un ambiente extraño, como es el quirófano. Reciben al paciente, aprovechan cada momento previo a la cirugía para entablar una conversación y hacer más amigable ese difícil momento.
Siempre sentí y aprecié durante mi larga vida de cirujano, que tenía a los mejores instrumentadores. Formaron parte y ayudaron a organizar nuestros equipos siendo indispensables en la búsqueda del humanismo y la excelencia en el cuidado de los pacientes. Por esa razón, brindemos y saludemos a todos aquellos que ejercen esta noble profesión.
Miembro Titular de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires