Una política para las Malvinas
La aprobación de la Declaración de Ushuaia por la Cámara de Diputados, ratificando una vez más nuestros intereses soberanos sobre Malvinas, debe dar paso a medidas proactivas en el marco de una política de Estado concreta y uniforme, superando el contexto actual de declaraciones, de "gestos" y de acciones erráticas y sin rumbo cierto.
El Gobierno ha ensayado políticas de acercamiento, con la oferta de vuelos, y, al mismo tiempo, otras en sentido inverso, como las agresiones verbales o la amenaza de sanciones económicas. Esto puede tener un gran impacto mediático o coyuntural, pero resulta infructuoso en aras del fin último de recuperar la soberanía, lo que impone sin lugar a dudas una estrategia coherente de largo plazo.
La causa Malvinas trasciende a los gobiernos y también a éste, que toma decisiones en uso de su legitimidad pero en el marco de un camino que no tiene plazos. Por esa condición de causa nacional imperturbable en la conciencia nacional y por su trascendencia en el tiempo es el Congreso de la Nación quien debe jugar también un rol decisivo en la custodia de acciones y políticas
Así, entiendo que debemos promover acciones concretas que transformen nuestra política gestual o agresiva en decisiones audaces y conducentes.
Creo que es el tiempo de afianzar la alianza estratégica con Brasil y convenir la defensa conjunta del Atlántico Sur y de la Antártida. En paralelo debemos avanzar en definir la forma de nuestro endoso para que Brasil integre el Consejo de Seguridad de la ONU y la agenda de cambios que requiere su funcionamiento.
Creo también que el Mercosur tiene que ser el vehículo de acuerdos en trabajos conjuntos con los países vecinos y que el futuro de Unasur está atado a que contenga políticas de Estado y no de hombres.
En ese camino, corresponde reafirmar que no les asiste a los isleños ningún derecho de autodeterminación y que no deben ser parte en las negociaciones con el Reino Unido. Pero si los momentos históricos más propicios para nuestra posición coincidieron con las mejores épocas de relación con ellos, es estratégicamente clave trabajar ese vínculo. No olvidemos que son extranjeros habitando suelo argentino, por lo que debemos poner a su disposición los derechos que la Constitución y las leyes le acuerdan a todo habitante de nuestra tierra.
Lamentablemente, el desinterés de principios de década y la altisonancia de estos meses, a la que Gran Bretaña no ha sido ajena, alimentan la desconfianza de los isleños hacia la Argentina y de un sector de la comunidad internacional. Esta situación aporta argumentos a la férrea decisión del Reino Unido para no abrir las negociaciones sobre las islas. En este sentido, la Argentina debe ser inteligente para atender, a partir de su proximidad territorial, las necesidades y oportunidades a las que Gran Bretaña se le hace más difícil responder.
Con ese objetivo, estoy trabajando en una serie de proyectos de ley con el objeto de poner a disposición de los isleños nuestros recursos educativos, a través de un programa de becas por otorgar por la UBA; con el establecimiento de un puente sanitario para emergencias que no puedan ser atendidas en Malvinas; con el acceso a la información y a nuestra cultura mediante un servicio de radiodifusión nacional con alcance al archipiélago; con un sistema de promociones para que los isleños puedan conocer el país a través de actividades turísticas, culturales y deportivas en el continente y con ayudas a jóvenes y ex combatientes para que viajen permanentemente a las islas estableciendo vínculos, presencia e intercambios.
Puede el Gobierno desechar estas políticas y continuar con un estilo de actitudes declamativas y altisonantes, lo que en mi opinión son inconducentes, dado que ahondan las distancias con los isleños, o puede avanzar en decisiones más audaces que tiendan puentes de integración que en definitiva conduzcan a que la soberanía termine siendo natural y efectiva por el propio peso de los acontecimientos.
Es verdad que estas acciones deben prolongar en el tiempo sus efectos, porque Malvinas no puede ser un tema de rentabilidad electoral de un gobierno. Malvinas es un tema de identidad nacional de un Estado.
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