Una política exterior con consensos
Durante el actual período democrático la política exterior argentina se ha caracterizado por ser incoherente y tener objetivos y estrategias cambiantes, según el gobierno en el poder. En un libro titulado Buscando consensos al fin del mundo, quien escribe calificó a la política exterior desde 1983 hasta 2010 (gobiernos Alfonsín - Menem - Kirchner) como zigzagueante -citando a Dante Caputo-, y defendió el que había que lograr los mínimos y suficientes grados de consenso para construir una política exterior coherente y efectiva en el tiempo. Lamentablemente, la política exterior a través de los gobiernos Kirchner, Macri y Fernández (2010-2023), ha continuado moviéndose al ritmo de la espada del famoso personaje del Zorro.
Por ello, el objetivo sigue siendo lograr un consenso operativo, es decir acordar en lo básico para poder progresar y evitar el actual estancamiento. A su vez, se debe contar con el apoyo de por lo menos dos tercios de la ciudadanía -y de sus representantes políticos-, para tener continuidad en el tiempo. Este acuerdo en lo esencial debería contemplar una política exterior para un país que debe seguir anclado en Occidente -en cuanto a valores políticos y democráticos-, pero que debe, a través de la diversificación geográfica, ampliar y profundizar sus relaciones políticas y comerciales a nivel global.
Un elemento esencial de una política exterior con consensos debería ser el potenciar una estrategia acordada de desarrollo, que beneficie en forma concreta el nivel de vida de nuestros ciudadanos. Esta debe dar un rol prominente al esfuerzo exportador en diversos sectores -energía, minería, agroganadería, industrias del conocimiento, industrias manufactureras competitivas a nivel global y regional-. Por ello, es también importante que la política exterior cuente con el apoyo de dos tercios de los sectores productivos.
Algunos ejemplos de acuerdos básicos podrían ser : 1) implementar una agenda de vinculación pragmática con EE.UU. y China, manteniendo posiciones concretas y coherentes según nuestro interés nacional ; 2) profundizar la relación con Brasil, con más integración energética y física, para facilitar el desarrollo ; 3) promover la modernización del Mercosur, y la firma y entrada en vigor del acuerdo Mercosur-Unión Europea ; 4) priorizar el Asia Pacífico como espacio de vinculación estratégica y comercial, con foco en India y ASEAN; 5) aumentar el intercambio comercial con el norte de Africa y Medio Oriente ; 6) comprometernos con la defensa de la democracia y los DD.HH. en la región.
Operar dentro de acuerdos básicos convenidos, permitiría acomodar las iniciativas que tengan las sucesivas administraciones, siempre que los criterios para mantenerlas sean su efectividad y éxito, y no razones político-ideológicas. A su vez, se evitaría que un nuevo gobierno tire “por la borda” injustificadamente lo hecho por gobiernos anteriores. Adicionalmente, un mayor grado de estabilidad y coherencia permitirá comunicar nuestras acciones claramente a nivel interno y externo, evitando el tener que “hablar con dos lenguas”, dando a interlocutores diferentes, mensajes diferenciados.
Una política exterior con consensos es crítica para superar el inmovilismo actual, y sobreponernos a aquellos que, como expresó Charles De Gaulle: “parecen haber tomado partido por la decadencia, sea por el vértigo ante las brechas a atravesar para conjurarla, sea por el sentimiento de que estas brechas no podrán ser superadas”.