Una poética del espacio y del recuerdo
Marilyn Contardi (Zenón Pereyra, Santa Fe, 1936), poeta y cineasta, ha construido con laboriosidad una poesía de contornos precisos, dicción clara y una visión que resguarda los dones de la duración, aquellos que hacen de lo vivido un ciclo que retorna una y otra vez en la incandescencia de los versos.
Los cuatro libros publicados desde Los espacios del tiempo (1972), más un abundante material inédito –todo se incluye en En constante inconstancia–, dan forma a una obra que poco se ha modificado desde sus inicios. Contardi maneja con igual destreza el poema extenso y el breve, con versos en espiral que parecen describir el recorrido de los recuerdos.
La relación ente poesía e infancia se vuelve indagación, pesquisa fenomenológica. La poeta desarma los lugares comunes de la evocación y pone en marcha una poética del espacio, a la manera que exploró Gaston Bachelard. Contardi recrea –sin revelar el artificio– el viaje atemporal desde la página hacia el pasado y viceversa. Pone a la vista el inventario inacabado de la casa natal: las galerías, los patios, las glicinas, la higuera con sus brevas, los pájaros dan vida al presente continuo de un ambiente rural en el que el tiempo se ha detenido y la escena familiar retorna.
Poesía de las sensaciones y del pensamiento, en ella puede verse la huella de Wallace Stevens, Eugenio Montale, Emily Dickinson, así como de Hugo Gola y Juan José Saer. Es una obra personalísima, de una belleza que rechaza los golpes de efecto y se recuesta en la sensual inteligencia de la observación sin desdeñar lo sagrado que habita todavía el mundo.
En constante inconstancia
Por Marilyn Contardi
Eduner. 509 páginas, $ 550