Reseña: Fuerte como la muerte es el amor, de Diana Bellessi
Una poesía que vibra en las minucias del instante
A los setenta años, la poeta regresa a su pueblo natal para reencontrarse con una parte de la familia, visitar las tumbas de sus padres y aprender a querer a una multitud de seres que la acompañarán en su estadía. La poeta es Diana Bellessi (Zavalla, 1946), quien a los veintidós años abandonó su pueblo santafesino para irse a recorrer el continente a pie, experiencia plasmada en uno de sus primeros libros, Crucero ecuatorial (1981). Después de vivir en Buenos Aires, encontró refugio en el delta de Tigre, desde donde escribe una poesía cada vez más impregnada por el paisaje isleño y trama, libro tras libro, un universo propio, rico en repercusiones y resonancias internas, reincidencias y variaciones. Bellessi ya había vuelto al pueblo de su infancia en Zavalla con Z (2012), un libro de memorias, pero en Fuerte como la muerte es el amor lo hace en tiempo presente, habitándolo o, como dice, "haciendo nido".
El poema que abre el conjunto ubica al lector en "los llanos de Zavalla donde fui / feliz como un meteoro ardiente". Con luz de luna, estrellas "que parecen puntas / de diamante" y caras fantasmales, el libro se va abriendo de a poco a la claridad del día, de mañanas soleadas, de siestas diáfanas, a partir de "un revuelo de plumas blancas en la quietud / de la noche y de pronto esos ojos fijos en mí". Son los ojos de una lechuza de campanario que reaparecerá en "La llegada", poema con aire de canción popular en el que "tres lechucitas blancas" la reciben, sin que quede claro si son un buen o mal augurio.
Alegrías, azaleas, magnolias, margaritas, dipladenias y yuyos silvestres, tacuaritas, gorriones, calandrias, alguaciles, mariposas, abejas y colibríes pueblan estas páginas como discretos milagros, y lo hacen con la cercanía, la calidez y la familiaridad de les otorga la intimidad de la mirada de Bellessi. Los adjetivos posesivos, y un uso extendido de los diminutivos, contribuyen a reforzar esta proximidad: "pajarito mío", "amigo mío", "mi Rey", "chiquito mío". Son apelativos de una abierta amistad, expresada en una segunda persona que conversa, con dosis iguales de entusiasmo y placidez, con plantas y pájaros. Es así que el yo poético se vuelve, ante la mirada de la lechuza, "el envés de vos". Como señaló el crítico Jorge Monteleone, "el ojo de Bellessi no ve las cosas como objetos sino como rostros vueltos hacia su atención". En Fuerte como la muerte es el amor, esos rostros se manifiestan de manera indeleble como las caras de unos gigantes vistas en una pared alquitranada. El muro, ante la mirada de la poeta, se hace mural que de a poco va quedando cubierto por el verde de un jazmín del país.
En ocasiones, la visión del paisaje llega a postergar la escritura, en la urgencia de la pura contemplación. Así sucede cuando un pájaro canta "como loco/ lejos de la partitura del verso/ en su idioma propio y yo abandono/ el poema para verlo". Otras veces, los animales se imponen con su propio "tembladeral de sonidos" y la poeta no puede más que dejarlos entrar en el poema. A lo largo del libro se oye el "runrún" de las torcazas, el "shu shuí shuí" de una bebé paloma, el "braccacarra, cakcak" de las cotorras, o el "iiiaaaaahhh" de "aquella/ cuyo nombre no sé". Ecos reverberados de modernismo llegan a estos versos. Pero no se trata de lustrosa dureza sino de resplandores entrevistos como el brillo fugaz del boyerito amarillo que sobrevuela la pileta y "picotea bichitos". Esa pileta es, entonces, "una pequeña laguna azul", en la que Bellessi descubre el insospechado lirismo del cloro: "Dos sapos verdes como el oro puro / nadan en la pileta y es el agua / o el cloro que les da color con sus manchas / oscuras como un yacaré pequeño".
Zavalla es "un lugar del corazón / para vivir el final", escribe la autora de La edad dorada. Pero la perspectiva de este final, que se encuentra con sus inicios, como en la imagen del uroboros que da título a un poema, no es elegía sino celebración de un presente en el filo de la permanencia, que late en las minucias del instante.
Fuerte como la muerte es el amor
Por Diana Bellessi
Adriana Hidalgo. 96 páginas, $ 350