Una nueva visión de la economía
Hace 10 años, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó el 20 de febrero Día Mundial de la Justicia Social. La celebración de este día intenta impulsar la acción de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza y promover el pleno empleo y el trabajo decente, la igualdad de género y el acceso a la justicia social para todos.
Según los propios lineamientos de la ONU: "La justicia social es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, dentro y entre las naciones. Defendemos los principios de justicia social cuando promovemos la igualdad de género o los derechos de los pueblos indígenas y de los migrantes. Promovemos la justicia social cuando eliminamos las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad".
Es decir que el concepto de justicia social se concentra en la igualdad tanto en términos materiales como de derechos, para todas las personas del mundo, sin ningún tipo de distinciones.
Vivimos en un mundo que día tras día ve crecer la desigualdad. El mes pasado, la ONG Oxfam difundió su último informe anual, donde sostiene que la mitad de la población más pobre del mundo gana lo mismo que un grupo de ocho multimillonarios integrado por Bill Gates (Microsoft), Amancio Ortega (Inditex/Zara), Warren Buffett, Carlos Slim Helú (Carso/América Móvil), Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Ellison (Oracle) y Michael Bloomberg (agencia de información financiera Bloomberg).
Hasta el año pasado, el selecto grupo de millonarios que acumulaban la mitad de la riqueza del mundo era de 64 personas, aproximadamente el número de pasajeros que viajan en un ómnibus. Hoy ese número se redujo drásticamente a la cantidad de personas que entran en un ascensor.
Resulta así evidente el fuerte proceso de concentración de la riqueza registrado en los últimos años. En un mundo con 7500 millones de habitantes, 3200 millones sobreviven con menos de dos dólares diarios. Casi el 50% de la población mundial es pobre, mientras que el 20% más rico acumula el 94,5% de la riqueza del mundo. En la historia de la humanidad no se han visto niveles de desigualdad tan profundos como éstos.
Hasta la década del 80 se hablaba del concepto de explotación en la economía capitalista, donde ambas categorías, explotadores y explotados, eran necesarias para que el sistema funcionara. Pero en los últimos 20 años aparece cada vez en forma más notoria el fenómeno de la exclusión. A los excluidos el sistema no los necesita: la economía puede funcionar sin ellos.
Asumir la responsabilidad social de incluir al excluido, trabajar por la justicia social, es entonces una decisión política. No se va a dar naturalmente y no hay forma de incluirlo desde la economía únicamente: por eso el desafío de la sostenibilidad atraviesa lo económico, lo ambiental y lo social.
La ONU ha dejado claro en la agenda esta decisión política de enfrentar la desigualdad con sus objetivos de desarrollo sostenible (ODS), del combate de la pobreza, de la reducción de la desigualdad. Y por primera vez habla de la desigualdad tanto entre los países como en el interior de cada país.
Sin lugar a dudas, es un tema que tiene que ver con el futuro de la humanidad y resulta evidente que vamos a necesitar una nueva visión de la economía que abrace estos principios de la ONU en pos de la justicia social.
Director del Programa de Responsabilidad Social Consejo de la Magistratura (CABA) y coordinador ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial y Capital Social de la UBA