Una moral de época en la era dorada de los documentales
Si en la década pasada, ante el éxito de ficciones como Mad Men o Breaking Bad, se acuñó la idea de que las series se habían convertido en la nueva forma de la mejor narrativa norteamericana, los últimos tiempos han visto la consolidación de otro género que, de la mano del streaming, atraviesa su propia era dorada: los documentales. No solamente se han convertido en atractivas y taquilleras producciones, sino que también están logrando una notable influencia en nuestra manera de ver el mundo, constituyéndose en una suerte de "conciencia moral" tanto para las audiencias como para la industria del entretenimiento. La evidencia reciente en este sentido es sin dudasLeaving Neverland, el documental de HBO dirigido por Dan Reed que refiere a los presuntos abusos sexuales a menores cometidos por el cantante Michael Jackson , fallecido hace diez años. Aunque al menos en la Argentina su difusión está limitada a la señal codificada, lo que acota su alcance, nadie desconoce el tenor de las denuncias, que en general no han sido puestas en tela de juicio, como si su inclusión en un documental bastara para revestirlas de suficiente credibilidad y seriedad. Tal el prestigio del que goza el género.
Cambio climático, estafas en el ámbito de la salud y cuestionamientos a la industria alimenticia son temas recurrentes de los documentales de denuncia estrenados en plataformas tipo Netflix, aunque la variedad temática de las producciones de no ficción actuales es infinita y abarca desde biografías de músicos hasta controversias por rutilantes casos judiciales, operaciones del Mossad o sectas peligrosas. Incluso la competencia de documentales por el Oscar concita hoy una atención de la que no gozaba la categoría en el pasado. Tal fue el caso este año, cuando Free Solo, el documental sobre Alex Honnold, el escalador en solitario más famosos del mundo, se alzó con el premio de la Academia y a los pocos días National Geographic lo emitió con éxito en todo el mundo.
Paradójicamente, la revalorización del género documental en el streaming se produjo mientras se desvirtuaba su formato en las señales de cable que los tenían como protagonistas y que en los últimos años decidieron enfocarse en programas tipo reality show y se llenaron de exóticas producciones sobre pescadores de langostas en las heladas aguas de Alaska o coloridos vendedores de antigüedades en pintorescos suburbios ingleses, entre otros argumentos.
La historia y el mundo animal ya no son los únicos tópicos abordados por los documentalistas, sino también, y fundamentalmente, la cultura de época, sometida al riguroso escrutinio de una lupa moral que nos interpela con sus denuncias y revelaciones, discurriendo un manto sobre nuestro tiempo al develar incómodos secretos que a veces hubiéramos preferido no ver.