Una monumental biblioteca, en peligro
La falta de espacio opera en detrimento de bibliotecas y del libro tradicional. Hoy, cuando se intenta donar publicaciones, lo más frecuente es que las bibliotecas las rechacen por falta de espacio. Esto, que a primera vista parece grave, tal vez sólo sea una mudanza de costumbres. Sucedió así cuando el papel suplantó al papiro o cuando los tipos móviles de Gutenberg dieron lugar a una nueva forma de impresión. Con todo, la tendencia conlleva algunos peligros. Un ejemplo es lo que puede llegar a suceder con la famosa biblioteca de Aby Warburg, núcleo constitutivo del Warburg Institute, con sede en la Universidad de Londres.
Sucede que ese instituto, orientado al estudio de la historia del arte, provoca una elevada erogación que la universidad no parece estar dispuesta a solventar, por lo que ha sometido a revisión el carácter del acuerdo de cesión/donación de esa biblioteca; la cuestión ha llegado a estrados judiciales. Se teme por su futuro ante la posibilidad de instalarla, entera o desmembrada, en otras instituciones; los más alarmistas hasta temen su posible devolución a Alemania.
Abraham Moritz Warburg (1866-1929), más conocido como Aby Warburg, perteneció a una acaudalada dinastía de banqueros. Al morir su padre, Aby, deseando consagrarse al estudio de la historia del arte y la cultura, renunció a los derechos de primogenitura dejando los asuntos de la banca en su hermano Max; sólo puso como condición que éste "le comprase todos los libros que le pidiera". Tal el trato, y así se cumplió. En pocas décadas atesoró en Hamburgo, donde residía, varios miles de volúmenes, algunos insustituibles. A su muerte, Fritz Saxl, su discípulo y colaborador, continuó con el cuidado de esa valiosa colección. En 1933, ante un panorama que se enrarecía día a día por la ascensión de Hitler al poder, Saxl, preocupado por el destino que podría llegar a tener esa biblioteca en una Alemania convulsa, decidió llevar los aproximadamente 60.000 volúmenes a Gran Bretaña. Así, el 13 de diciembre de ese año dos barcos los transportaron desde Hamburgo hasta Londres, donde fue albergada en su universidad. Luego de discutirse sobre su cesión y/o donación, en 1944 se llegó a un acuerdo: esa biblioteca dio origen al Warburg Institute.
En este centro de excelencia han desarrollado su labor importantes estudiosos de la historia del arte: Ernst Gombrich, Gertrud Bing, Raymond Klibansky, Fritz Saxl o, entre otros, Erwin Panofsky, la mayor parte de ellos judeoalemanes emigrados a Gran Bretaña en época de entreguerras. También allí investigó nuestro Héctor Ciocchini cuando gozó del beneficio de la Beca Saxl.
El eventual traslado de la biblioteca -que hoy cuenta con unos 150.000 volúmenes- dañaría el carácter orgánico con que fue concebida. Su ordenación no es caprichosa; responde a un plan preciso donde la ubicación de los volúmenes es una de las claves del proyecto: no atender a ella es desvirtuar la intención del fundador.
Warburg apuntó a la creación de un banco de imágenes con la idea de que ayudara a comprender la historia cultural de Occidente. Con el nombre Mnemosýne (que en griego significa memoria), articuló un atlas de imágenes, una notable constelación icónica, en el que la historia del arte y la cultura son explicadas a través del desarrollo y natural mutación de determinadas imágenes. Su método enriqueció la historia del arte dando origen a la iconología (llamada también Warburgian method). Consiste en enlazar la historia del arte con otros ámbitos culturales, como la historia política, filosófica, literaria y religiosa. Así, la historia del arte establece una ciencia de más vasto alcance que la disciplina concebida a la manera tradicional.
Warburg había advertido que las antiguas formas del arte clásico no son mero testimonio de una época -digamos, una suerte de museo estático-, sino que operan como una energía que, bajo diversos ropajes, dinamiza nuestra historia cultural: son la herencia visual de la humanidad. Para demostrarlo dispuso imágenes clave en grandes tableros, añadiéndoles fotografías sobre variados productos culturales vinculados a ese material icónico. De ese modo registraba la historia de la vida de las imágenes; veía así cómo éstas ayudaban a modelar el pensamiento y cómo éste, a su vez, actuaba sobre aquéllas. En su atlas es posible apreciar el proceso de creación artística en el que tradición e innovación se conjugan dando vida a nuevas formas. En esa lectura, el estilo no está visto sólo como una categoría aplicable a un período determinado, sino, fundamentalmente, como la expresión de un síntoma cultural mediante el cual es posible "delinear los sutiles cambios del comportamiento psíquico vinculado con las variantes formales", tal como explica Linda Báez Rubí en la introducción al Atlas de imágenes Mnemosine, editado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
A la muerte de Saxl, ocurrida en 1948, dirigieron el Instituto Henry Frankfort, Gertrud Bing, Ernst Gombrich y, entre otros, Charles Hope. Desde 1937 esta institución edita el prestigioso Journal of Warburg Institute.
Hoy, bajo el lema "Save the Warburg Institute!", circula por la red un llamado a la comunidad científica internacional para que alerte sobre la necesidad de conservar la biblioteca del instituto en su forma originaria, y la asociación Amigos del Warburg solicita donaciones para esa cruzada. Es preciso no escatimar esfuerzos en aras de preservar intacto ese importante legado. Dividir la biblioteca en unidades menores, desplazarla del sitio donde está enclavada o transferirla a otras instituciones no implica sólo una mera mudanza física, sino también malograr un proyecto intelectual a la que vez que desarticular una importante comunidad de estudiosos.