Una lección de estilo
El señor Ricardo Forster acaba de obsequiarnos, como dulce pan de fin de año, una profusa algarabía de estirpe barroca destinada a celebrar un nombre conmovedor: el del kirchnerismo (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-262861-2014-12-29.html). Recordando acaso el célebre "¿Qué hay en un nombre?" de Shakespeare, arranca con "¿Qué dice un nombre?", para luego descender a una curiosa mixtura de Góngora y Almafuerte: "¿Qué espectros revoloteaban a su alrededor? ¿Qué memorias rapiñadas por la implacabilidad del poder regresaban junto con su pronunciación dubitativa?". Así nos alerta el flamante secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional. Tal nombre, según él, "ha tenido la impronta de impregnar tan densamente el escenario de un país volviendo imposible la neutralidad valorativa y la huida hacia refugios impermeables a la demanda de una realidad relampagueante y tormentosa".
Desde las patéticas miserabilidades de Irigoyen, de hecho, nunca ha relampagueado una tan tormentosa prosa en nuestros anales tribunicios -el estilo, comprobará el lector, se nos contagia. En aras de la necesaria actualización, sin embargo, un sutil matiz de posmodernismo lacaniano orna, sin duda, estas apasionadas estrofas: "¿Qué nombramos, de qué manera y por qué cuando pronunciamos la vastedad difusa, ambigua y compleja de un nombre que viene a resignificar la realidad política y la materia simbólica con la que nos habíamos acostumbrado a decir, a pensar y a hacer lo nacional? ¿Es ese nombre continuador de otro más amplio, contradictorio y desgastado que lo precedió? ¿Es lo propio e innovador heredero o traidor de la nominación previa? ¿Puede un nombre perturbar tan intensa y decididamente el itinerario de una sociedad hasta dividirla de modo casi irreconciliable despertando demonios dormidos?".
Pregunta el inquieto lector: ¿quién será el recipiendario del "otro nombre más amplio, contradictorio y desgastado que lo precedió"? ¿Cuál de los demonios sugiere -¡ay, Señor Secretario!- que el tal precursor pudiera ser nada menos que el irrevocable movimiento surgido de las fuentes de Plaza de Mayo de 1945 y de las urnas de 1946? Las interpretaciones tambalean en este tramo. No es para menos: el panegírico está erizado de peligros, ya que el nombre reverenciado "les resultó, desde el inicio, indigerible e insoportable" a aquellos que intentaban "quedarse con las tradiciones populares y emancipatorias desconociendo a sus verdaderos guardianes". Esta enigmática acusación queda temblando en un espacio poblado de expresiones como "neblinosa experiencia", "trivialidades del poder", "potencia hermenéutica", "nombre difícil para pronunciar, alejado de las grandes lenguas migratorias", y otras curiosas y novedosas combinaciones estilísticas.
Como el secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional ha asegurado que no utilizaría su flamante dependencia para intervenir en la campaña de las elecciones presidenciales del año próximo, se entiende que este arrebato lírico no proviene de lo que sería una intolerable voluntad de pleitesía, sino que es producto de un gratuito entusiasmo ajeno a toda rastrera pasión política. Desprovista por lo tanto de todo aroma de obsecuencia, he aquí una oportuna lección de Coordinación Metafórica y Estrategia Sintáctica que abrirá rumbos y dejará imperecedera huella, sin duda alguna, en el pensamiento nacional.
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